En uno de los polos, el impulso u origen; en el otro, la atracción o destino. Alrededor, un conjunto de intrincadas variables y estrategias parciales y fallidas. Las víctimas, seres humanos. En el medio, nosotros. Este es un retrato a mano alzada sobre los flujos migratorios y el tráfico y consumo de drogas en el hemisferio. Pese a diversos intentos de abordarlos, su ímpetu no cesa, mientras los daños colaterales crecen.
En lo que va del año, más de 360.000 personas han pasado por el Tapón del Darién entre Colombia y Panamá, un número que supera el récord de 250.000 en el 2022. Los arrestos por cruces ilegales en la frontera entre México y Estados Unidos subieron un 33 % de junio a julio, aunque las cifras anualizadas muestran una baja. Las muertes por drogas entre estadounidenses exceden en un 300 % las de homicidios, llegaron a 109.000 en el 2022 y superan el millón en lo que va del siglo. El área sembrada de coca en Colombia pasó de 204.000 en el 2021 a 230.000 hectáreas al cierre del año pasado, y la producción estimada de cocaína creció un 24 %.
Los datos son insuficientes para captar la magnitud de ambos desafíos; menos, su impacto en la gente, los tejidos sociales, la integridad de las instituciones y la violencia y explotación que los acompaña: las de las drogas, abierta y masiva; las migratorias, selectivas y más acotadas. Hasta ahora, las principales acciones emprendidas para abordar ambas tragedias, con pocas excepciones, han fallado.
Se ha puesto énfasis en los procesos o flujos; es decir, las cadenas de distribución y tráfico, mediante la interdicción de migrantes o la “guerra” contra las drogas. Ambas se libran a lo largo del trayecto y nos incluyen. Atacar las causas profundas, tanto del tráfico y consumo de drogas como de las migraciones, es lento y complejo, pero el énfasis en solo la parte más visible del fenómeno, además de ineficaz, ha generado enormes perjuicios.
Aquí lo vivimos. Nuestras opciones son pocas. Pero si algo debemos hacer es evitar ahogarnos en las estrategias bélico-punitivas y buscar abordajes más equilibrados. Biden promedió a Chaves cooperación para “estabilizar” los flujos migratorios e incrementar las interdicciones de drogas. Es necesario desmenuzar esas ofertas, aún poco claras, y no perder un rumbo centrado en la seguridad humana.
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El autor es periodista y analista.