Los Ángeles, Estados Unidos. Alajuelense fue otro equipo en cuanto a fútbol y actitud. Fue una Liga que llegó a competir al BMO Stadium, que se arrepiente del mal partido que hizo el jueves pasado, cuando lució como un cuadro totalmente desconocido en el Morera Soto.
Pero que tampoco se podía quedar en lo que pudo ser y no fue.
Aquel baño de realidad exigía reaccionar. Así lo entendieron los jugadores de Andrés Carevic y esta vez sacaron un triunfo que les levanta la moral. La victoria de 2 a 1 recortó distancias, pero en el global, perdió la serie por 4 a 2 contra Los Ángeles FC.
Los rojinegros no hacían nada con lamentos, con castigarse prohibiéndose las sonrisas y suprimir el deseo de retomar lo que venían haciendo.
Era la mejor forma de demostrar con hechos lo que dijo Andrés Carevic y que lo ratificó Antonio Solana, negando indicios de crisis, o un bajón del rendimiento.
Todos en el equipo costarricense entendieron que solo ellos podían cambiar la historia y estaban dispuestos a hacerlo, a sufrir, porque era imposible que no pasara.
La posesión del balón la tenía el cuadro angelino, pero es que Alajuelense esta vez sí fue un rival incómodo, que no llegó a especular, sino a jugar a la casa de LAFC.
Esa Liga que tenía el orgullo herido, que le tocaron el ego y que no se dejó cuando querían que entrenara en una cancha sin camerinos y la vista y paciencia de todos dejó otra impresión.
La versión de Alajuelense que se plantó y que no se dejó en la víspera, también es el equipo que recuperó la confianza y que si tenía que despedirse de la Liga de Campeones de Concacaf, quería que fuera con las botas puestas.
Los manudos querían intentarlo, querían darle una alegría a esos aficionados que los acompañaron en Estados Unidos y a los que estaban desde cualquier parte siguiéndoles la pista.
Alajuelense sentía esa necesidad de no defraudar de nuevo, pero principal ente de no defraudarse.
Entendieron que a pesar de la superioridad del rival en cuanto capacidad técnica, intensidad y un presupuesto exorbitante, la Liga tampoco es un cuadro impreciso que no genera nada. Y que en la cancha son once contra once.
Contra los pronósticos de propios y extraños, lo que pasó en el Morera, no se repitió en Los Ángeles.
El equipo de Andrés Carevic tuvo mayor orden y voluntad para ir al frente.
Tampoco es que LAFC estaba relajado. Al contrario, empezando el partido hubo una aproximación de Carlos Vela. Se llevaban tan solo unos segundos y pasó eso.
De inmediato se podía pensar en una continuación de la pesadilla, pero no fue así. Esta Liga sí tuvo agallas.
Intentó verse diferente, hizo el esfuerzo y tras una acción colectiva, se acercó con un remate de Alex López que rechazó Giorgio Chiellini.
Ahí se detuvo el partido porque aunque la jugada fue muy rápida, la mano del italiano fue evidente.
El central Adonai Martínez estuvo a la altura del partido y optó por revisar el VAR.
No importaba lo que durara frente al monitor. Vio la jugada una y otra vez. No había ninguna duda: penal y amarilla para Chiellini en una noche muy fría en Los Ángeles.
El balón lo tomó el capitán Giancarlo González. Su cobro fue impecable y terminó en gol. Era un desahogo para la Liga y una inyección de coraje para lo que viene.
Con eso, la serie estaba 3 a 1. Pero es que ese marcador sonrojaba esta vez a LAFC, que por nada del mundo quería perder contra Alajuelense.
Hubo equivocaciones, con un fallo de Alexis Gamboa y para suerte de los rojinegros, esta vez no tenían tanta puntería los angelinos.
Además, Leonel Moreira empezó a reivindicarse con una serie de paradas que van esclareciendo las dudas de quienes objetan quién debe atajar en el León. Su intervención más espectacular fue cuando voló para sacar con un manotazo un disparo de Carlos Vela.
Esta Liga que quería lavarse la cara convirtió otro gol con Aarón Suárez. El 10 de la Liga montó el contragolpe, Johan Venegas no pudo y fue el propio mediocampista quien marcó un golazo. Ya el global estaba 3 a 2.
Al 82 los manudos incurrieron en un error y Carlos Vela no perdonó, para el 2-1 y apagar la ilusión.
Alajuelense no avanzó, pero esta victoria es una inyección de moral. Es la reinvindicación. El equipo que había decepcionado compitió y dejó ver que merecía más.