Inicio Internacional Cinco ticos vigilan cumplimiento del acuerdo de paz en Colombia

Cinco ticos vigilan cumplimiento del acuerdo de paz en Colombia

María Elena González, oficial del OIJ, se dirigía a un allanamiento en Alajuela cuando recibió una llamada telefónica desde la sede de Naciones Unidas, en Nueva York.

Con la llamada vino una entrevista y así el pase para formar parte de la misión de observadores de la ONU en Colombia, a cargo de supervisar el cumplimiento del acuerdo de paz renegociado y firmado en noviembre del 2016 entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC, que puso fin a 52 años de hostilidades.

Un día después del timbrazo en el teléfono, María Elena, de 27 años, recibió la confirmación de su escogencia y el 8 de enero ya estaba en el país suramericano.

Ella y los policías Gilbert Brenes y José Gómez forman parte de la primera misión oficial de observadores enviada por Costa Rica a un proceso pacificador bajo el mando de la ONU.

(Video) La guerrilla FARC dice adiós a las armas en Colombia (AFP)

Los oficiales fueron seleccionados mediante un concurso que se abrió tanto en el Ministerio de Seguridad Pública como en el Organismo de Investigación Judicial (OIJ). Tras la terna, las instituciones recomendaban participantes a la ONU, que al final tenía la potestad de elegir a los observadores.

Otros dos costarricenses Mauricio Artiñano y Eduardo Valdivia, también laboran en el cumplimiento del pacto. Artiñano es el asistente especial del francés Jean Arnault, jefe de la misión de la ONU en esa nación, y Valdivia es voluntario en la zona de Pondores, La Guajira.

La misión de Naciones Unidas en Colombia es una iniciativa avalada por el Consejo de Seguridad para verificar, en principio, el cese del fuego.

Empezó a funcionar en la etapa final de las negociaciones y ahora supervisa el desarme de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en la fase de posconflicto.

María Elena González hizo el reconocimiento de la sede local de la ONU de Agua Bonita, Florencia, en febrero, junto con un representante del gobierno colombiano y otro de las FARC (derecha). (María Elena González para LN )

En total, participan cerca de 280 observadores de 15 países, la mayoría de América Latina.

El canciller Manuel González afirma que Costa Rica se interesó en estrenarse en misiones de paz, por las circunstancias del proceso colombiano, ya que se trata del fin de un conflicto y no de alguno aún pendiente, cuando resulta más común que se den los envíos de misiones. entrevista

Funciones

Al llegar a Bogotá, María Elena empezó durante un mes un programa de capacitaciones relacionadas con la historia del conflicto y el papel de la ONU en el proceso de paz.

Luego, se desplazó a Miravalle, en la región de Florencia, del departamento de Caquetá, donde trabajó con la población afectada por la guerra interna.

Zonas de trabajo de los costarricenses

Actualmente, se encuentra en la sede regional de Florencia. Aquí primero se desempeñó como asistente de Logística, es decir, se encargó del manejo de los inventarios de la sede y de los abastecimientos de víveres de las FARC, y ahora realiza labores como punto focal de género, una tarea en la que busca equilibrio en el trabajo entre hombres y mujeres de la misión.

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«Lo más importante es que los compañeros comprendan el significado de género y se logre un equilibrio en las funciones de todos y se respete la ocupación de cada uno. Que se vea limitada a estigmas sociales», señala María Elena.

Gilbert Brenes, un policía que trabaja como inspector de Operaciones Especiales en la Unidad de Apoyo del Ministerio de Seguridad Pública y graduado en Psicología, llegó a Colombia en noviembre del año pasado. Fue designado suboficial en la zona veredal de Los Monos, municipio de Caldono, y tiene a su cargo el proceso de dejación y destrucción de armas.

Mauricio Artiñano (derecha) en una gira de inspección en Icononzo, en el departamento de Tolima. (Mauricio Artiñano para LN)

El agente, de 32 años y vecino de Cartago, recibió en Bogotá capacitaciones en primeros auxilios, derechos humanos, entrenamiento en un campo designado para policías especializados y lo prepararon para enfrentar secuestros.

De su experiencia, Gilbert resalta la convivencia con oficiales de otros países, así como la estrecha relación que resulta de convivir a diario con excombatientes, militares y representantes del Gobierno.

«Me ha impactado la vida de los exguerrilleros que tienen hasta 20 años sin ver a sus familiares», relata.

También cuenta sobre las dificultades que enfrentaron algunos excombatientes para dejar sus armas.

«Uno ve los sentimientos encontrados cuando llega un exguerrillero y entrega su armamento. Ellos decían que tanto tiempo luchando por esas armas y ahora las estaban entregando», afirma Gilbert.

La ONU dio por finalizada la entrega de armas el 27 de junio. En total, 7.132 armas individuales se dejaron en los 26 campamentos designados.

Ahora Gilbert se concentra en la destrucción de esas armas y de granadas, aunque también en el hallazgo de caletas (escondites de armas en la selva).

Gilbert Brenes en una de las fosas, donde se lleva a cabo el proceso de quema de armas. (Gilbert Brenes para LN)

El otro oficial tico que integra la misión, José Gómez, es capitán de Policía del Ministerio de Seguridad Pública. Tiene 54 años y reside en Paraíso de Cartago. Sus labores en Colombia se enfocan en la zona de San José de Oriente.

Allí tiene como función interactuar con la población civil sobre el conflicto armado y se desenvuelve como asistente logístico y de Operaciones. Asimismo, se encarga de crear planes de seguridad para la sede en la que se encuentra, ya que estos lugares se catalogan como zonas de riesgo.

José relata que algunos ciudadanos de las comunidades mostraban un poco de recelo del trabajo conjunto entre el Gobierno, las FARC y la ONU por la falta de información, pero afirma que ahora la confianza de las personas es más evidente.

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Desde la ONU

La llegada de Mauricio y Eduardo a la misión en Colombia se llevó a cabo de una forma distinta.

Mauricio, de 34 años, trabajó con Naciones Unidas en Sudán del Sur y Somalia, luego de ser consejero para la delegación de Costa Rica en la sede de Nueva York. En enero del año pasado, se encontraba visitando a unos amigos en Colombia cuando le ofrecieron el trabajo para empezar a planificar la misión , el cual comenzó un mes después.

Mauricio Artiñano (der.) y José Gómez en la sede de la ONU, en febrero, en Bogotá. (Mauricio Artiñano para LN)

La mayor parte del tiempo sus funciones las efectúa en Bogotá. Le ha correspondido desde participar en el proceso para elegir el edificio de la sede del grupo, hasta diseñar los programas de entrenamiento para los observadores.

Mientras Eduardo, bachiller en Relaciones Internacionales, supo del reclutamiento de voluntarios para la misión, mientras realizaba una pasantía en la ONU.

El 26 de enero empezó la experiencia de Eduardo (28 años) en Colombia. Su trabajo consiste en verificar el cese del fuego y colabora con algunas tareas del equipo de observadores y es enlace con comunidades.

El Consejo de Seguridad avaló el envío de una segunda misión para supervisar la reintegración política de los excombatientes que empezará a desempeñarse en setiembre.

Un grupo de armas que entregaron los exguerrilleros de las FARC. (AFP)

Entrevista con el canciller, Manuel González: ‘Su condición no es de soldados’

– ¿Por qué Costa Rica decide participar en este momento en una misión de Naciones Unidas?

– Buscábamos una oportunidad y se dio en este caso de Colombia, pues es un  país cercano y que se facilitaba por el tema del idioma. Además,  es un proceso muy importante en el que se  puso fin a 52 años de guerra. Este programa inicialmente se aprobó por una resolución del Consejo de Seguridad por un año y recientemente se renovó por un año más. Cualquier misión de este tipo pone  en riesgo la vida de cualquier persona, pero en este caso más bien era la solución, la terminación de un conflicto.  

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– ¿Por qué se enviaron tres personas? ¿Cómo se define la cantidad de observadores de cada país?

– Es según las capacidades del país. Originalmente era solo un observador nada más, más bien ha habido un aumento importante  de uno a tres. Nunca ha estado en  nuestra capacidad enviar un número significativo por la carestía de personal que hay acá. Me sorprende, pero también me alegra que hayamos podido pasar de uno a tres. 

– ¿Evalúa enviar más representantes  a otras misiones?

– ¡Claro!, eso es importante porque es el nombre del país el que está dando vueltas.  Costa Rica está inmerso en el mundo. Estas personas de alguna manera son nuestros embajadores y además es un tema también de solidaridad con el fin de un conflicto armado, el único que quedaba en la región. Me siento orgulloso de los costarricenses que están en esta etapa y que están adquiriendo conocimientos valiosos. Es importante destacar que estas son misiones de paz y no de guerra; su condición no es  de soldados; eso no lo haríamos. Y probablemente, también por eso no hemos participado antes. En este caso estamos participando en un posconflicto, en otros casos,  con  los Cascos Azules,  es cuando todavía  está el conflicto.