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El poder y la inmortalidad son de cuidado

La creación de un bloque de diputados con el único propósito de sacar al Partido Liberación Nacional del Directorio, y no con fines más nobles, como lo es la defensa de la institucionalidad, da razones bien fundamentadas para la preocupación.

Hasta ahora, los legisladores habían mantenido una “sana convivencia” frente a un oficialismo cuyas leyes presentadas cuando no rozan la Constitución, son redundantes o pretenden eliminar la fiscalización de órganos como la Contraloría a fin de saltarse las salvaguardas de la contratación administrativa. Pero esto cambió repentinamente.

La aspiración por el poder ofuscó el entendimiento de una mayoría, al extremo de negociar aparentemente sus votos con quienes no tienen reparos en cuestionar las vías democráticas. ¿A cambio de qué? No ha habido sorpresa.

La búsqueda del poder, si se está dispuesto a atropellar los principios personales y con ello entregar el país al mejor postor, es comparable con el ideal de la inmortalidad como lo describe Jorge Luis Borges en su cuento “El inmortal”.

Aunque al principio de su aventura el protagonista consideró monstruos y estirpe bestial a los trogloditas devoradores de serpientes, terminó bebiendo agua como abrevan los animales y perdiendo su humanidad.

Es decir, si ayer el juego de chapitas provocó indignación, es posible que mañana, cuando se lo vuelvan a espetar, se acomoden juntos a jugarlas. El cuento es corto, como el éxtasis del poder y los cuatro años de un gobierno o legislatura, y casi al final del relato, de conformidad con los mundos circulares borgianos, el antiguo tribuno empieza a buscar el río opuesto.

El cuento es corto, como el éxtasis del poder y los cuatro años de un gobierno o legislatura, y casi al final del relato, de conformidad con los mundos circulares borgianos, el antiguo tribuno empieza a buscar el río opuesto.

Las negociaciones en la Asamblea son la norma, no debería sorprendernos; sin embargo, tanto la aspiración del poder como el sueño de la inmortalidad implican un proceso en el cual los individuos se ven tentados sin medir las consecuencias, para terminar descubriendo cuán dificultoso es volver atrás. Al tribuno le tomó casi 2.000 años ver de nuevo “la preciosa formación de una lenta gota de sangre”.

Lord Acton dijo que el poder es en esencia una herramienta para la corrupción, y yo lo aplico en este caso de acuerdo con la segunda acepción en el Diccionario: el ansia de poder tiene el potencial de deteriorar los valores.

Es prudente, por tanto, mantenerse lejos de esas aguas antes del 1.° de mayo, indistintamente de cuáles mortales ocupen los puestos en el Directorio legislativo.

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La autora es editora de Opinión de La Nación.