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La escasez de energía hace las noches más oscuras en Corea del Norte

Wonsan, Corea del Norte

En la sala de las turbinas de la central hidroeléctrica norcoreana Wonsan Número 5, una pancarta proclama: «Nación próspera y poderosa». La escasez de electricidad atestigua lo contrario.

Desde la llegada al poder de Kim Jong-un a finales del 2011, el programa nuclear y balístico de Corea del Norte avanza a pasos agigantados. Pionyang afirma haber probado recientemente una bomba H y lanzó misiles teóricamente capaces de alcanzar una parte de Estados Unidos.

Pero casi 70 años después de su fundación, el Norte sufre una penuria energética crónica, como se ve en las imágenes por satélite nocturnas del país, un cuadrilátero oscuro entre una China y una Corea del Sur luminosas.

Como capital, Pionyang es muy sombría. La luz tenue que emana de los apartamentos no compite siquiera con la de la Luna.

Los paneles solares reinan en los balcones. Por la noche, los estudiantes leen a la luz de los faroles.

En la central de Wonsan, la sala de la turbinas está presidida por un mosaico gigantesco del mítico lugar de nacimiento de Kim Jong-il, padre del dirigente actual, una cabaña en el monte sagrado de Paektu.

Wonsan suministra electricidad a una parte de la costa oriental. Tiene una potencia de 60.000 kW, explica  el ingeniero Choe Yong-Jun. «Hemos normalizado nuestra tasa de producción a 25.000 kW/h», dice.

Las autoridades reconocen una escasez. El primer ministro, Pak Pong-ju, citado por la agencia oficial KCNA, ha mencionado este año «la penuria severa de electricidad de la nación» en un acto de lanzamiento de la construcción de la nueva central hidroeléctrica de Tanchon.

No siempre fue así. Cuando era colonia japonesa, el norte de Corea se convirtió en un centro industrial, mientras que el sur era una zona agraria. En los años 1940, el Norte eligió como escudo uno en el que se ve la planta hidroeléctrica de Suphung, en el río Yalú.

«Entonces, tenían las mejores capacidades de Asia oriental, probablemente mejores que Japón», expresa Andréi Lankov, analista de Korea Risk Group.

Retroceso. Después del derrumbe de la Unión Soviética,  al comienzo de los años 1990, el Norte dejó de tener acceso a piezas sueltas a precio ventajoso y a los conocimientos técnicos soviéticos. La producción eléctrica se resintió.

Últimamente ha aumentado ligeramente, pero Lankov recalca: «Parece que su producción no representa más que la mitad de lo que era al comienzo de los años 1990».

Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la energía hidroeléctrica representaba 73% de la producción del Norte en el 2015, por delante del carbón.

Según el Banco Mundial, apenas uno de cada tres norcoreanos tiene acceso a la corriente.

La electricidad se raciona de una forma muy precisa. El personal de las fábricas importantes y de los proyectos prestigiosos como la cervecera Taedonggang o el parque de atracciones de Kaeson, en Pionyang, cuentan  que nunca estuvieron a oscuras.

La alimentación de la acería Chollima está garantizada, asevera  el ingeniero Kim Gil-nam.

«Nuestro complejo es primordial para el Estado y cualquier corte de alimentación eléctrica se consideraría un incidente nacional enorme. El plan del Estado nos suministra electricidad para que nuestra producción no sufra restricción alguna». Lo que deja a oscuras a los ciudadanos de a pie.

Los habitantes tomaron cartas en el asunto, instalando paneles solares de fabricación china, una de las mercancías más populares en los intercambios transfronterizos.

Los supermercados de Pionyang venden un modelo de 35 vatios por el equivalente de 45 dólares, asequible para los más privilegiados.

Al mismo tiempo, la tecnología de las bombillas LED de bajo consumo ha permitido iluminar las noches norcoreanas.

Los analistas coinciden en que la penuria actual acabará desapareciendo, pero hacen hincapié en que los paneles solares básicos solo pueden abastecer en energía a aparatos de poca potencia como los televisores.

Se necesita más energía para hacer funcionar una lavadora o una nevera. Y no digamos de  una fábrica.

«El Norte es probablemente número uno mundial en términos de energía solar», subraya Lankov.