Inicio Internacional Los talibanes son los amos y señores de la heroína en Afganistán

Los talibanes son los amos y señores de la heroína en Afganistán

Kabul

Desde la adormidera a la heroína, los talibanes controlan ya toda la línea de producción de esta droga, de la que obtienen un mayor beneficio que del opio no transformado, denuncia un funcionario  estadounidense.

Afganistán produce 80% del opio mundial y no hay nada, salvo las vicisitudes meteorológicas, que frene este lucrativo cultivo que en el 2016 generó $3.000 millones  de ingresos, según Naciones Unidas, para 200.000 hectáreas y 4.800 toneladas de adormidera.

Los talibanes prohibieron el cultivo de adormidera en 2001, cuando dirigían Afganistán. Pero dieron marcha atrás y ahora recaudan impuestos de los productores y los traficantes para financiar su yihad contra el gobierno afgano.

Peor aún es, según William Brownfield, responsable desde el 2011 de la lucha antidroga en el Departamento de Estado estadounidense, que «los talibanes ahora transforman toda la adormidera cosechada en morfina y heroína«.

«El opio recolectado se transforma aquí», insistía en julio en Kabul. «Reciben mucho más dinero si transforman el opio antes de que salga del país».

El opio se extrae de la amapola y puede transformarse en morfina y, luego, heroína

 

Precio en alza. En mayo del 2017, con la última cosecha, el opio   (la resina negra obtenida de la amapola real) se vendía a $163 por kilo  y la  heroína,   a entre $2.300 y $3.500  en el mercado regional.

«Cuando llega a Europa, alcanza 40.000 euros por kilo» ($45.000), destaca un experto europeo en lucha contra las drogas que confirma las sospechas estadounidenses.

Él también cree que el modelo cambió y cita las espectaculares incautaciones realizadas en Afganistán de precursores químicos, necesarios para transformar el opio en morfina, etapa previa a la heroína.

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Estas fueron de 50 toneladas en el primer semestre del 2017, frente a las 66 toneladas en todo el 2016, enfatizó.

Un agricultor afgano laboraba en extraer savia de la amapola para producir opio en un sembradío en Surkh Rod, provincia de Nangarhar. (AFP)

Los decomisos de morfina también se multiplicaron: 57 toneladas en seis meses del 2017, frente a 43 toneladas en el  2016.

El experto recuerda que «en materia de estupefacientes, se incauta alrededor de 10% de lo que realmente existe».

«Es fácil montar un laboratorio rudimentario: muros de adobe, techo de paja y, cuando termina la operación, se evacua», cuenta.

Entre enero y junio los servicios afganos desmantelaron 46 laboratorios clandestinos, mientras que en el primer semestre del 2016 fueron 16, según sus datos.

Policías afganos arrojaban combustible sobre envases llenos de ácido acético que fueron confiscados en las afueras de la ciudad de Herat. (AFP)

Según la agencia estadounidense para el control de drogas, la DEA, estos decomisos privaron a los traficantes de unos $300 millones  en ingresos desde inicios de enero.

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«Son cifras aproximadas», matiza Brownfield, pero «los talibanes perciben un porcentaje sustancial».

Según la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (UNODC), que publica cada año un informe sobre Afganistán, el opio representaba en 2016 «alrededor de la mitad de los ingresos de los talibanes».

Según un alto responsable occidental, serían más bien «dos tercios». «Helmand es una inmensa fábrica de droga», denuncia.

Helmand, bastión talibán del sur del país, proporciona 80% de la adormidera afgana, que siempre o casi siempre se produce en zonas bajo influencia talibán, remarca la UNODC.

Los expertos de la ONU expresan dudas,  no obstante. «A pesar de la implicación probada de algunos comandantes talibanes en la fabricación de opiáceos, esto no prueba que los talibanes, como movimiento, sean responsables», considera David Dadge, uno de los portavoces de la ONUDC, con sede en Viena.

Pero el Ministerio afgano de Interior matiza: «Los talibanes necesitan dinero para hacer que su maquinaria de guerra funcione, y por eso han tomado el control de los lugares de producción», afirma el portavoz del departamento antidrogas, Sayed Mehdi Kazemi.

Estados Unidos dedicó $8.600 millones  desde el 2002 a la lucha contra las drogas en Afganistán, con unos resultados mediocres.

En tanto, el consumo de opiáceos explotó en Estados Unidos, con una epidemia de sobredosis sin precedentes (33.000 muertes en el 2015, 13.000 de ellas por heroína).

«La heroína consumida en Estados Unidos procede de México, pero igualmente es un problema para nosotros, porque el 90% de la heroína consumida en Canadá procede» de Afganistán, insiste Brownfield.