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Pakistán venga la matanza en el templo sufí con una operación con más de 100 muertos

Pakistán lanzó hoy una operación antiterrorista en la que han muerto más de 100 supuestos insurgentes, un día después del atentado suicida contra un templo sufí en el que murieron 80 personas, una acción por la que el Ejército prometió una «venganza inmediatamente».

Las operaciones comenzaron de madrugada, horas después de que un suicida hiciese explotar las bombas que portaba en el templo sufí Lal Shahbaz Qalandar, en la provincia meridional de Sindh, cuando un gran número de fieles celebraba una ceremonia religiosa.

La matanza fue reivindicada por el grupo yihadista Estado Islámico (EI), que ya en el pasado asumió acciones terroristas en suelo paquistaní.

Tras el ataque, el jefe del Ejército paquistaní, Javed Bajwa, juró venganza. «Cada gota de sangre de la nación será vengada inmediatamente», escribió en la red social el militar.

Hoy diferentes fuentes han ido confirmando operaciones en todo el país. El mayor número de víctimas se produjo en la provincia de Sindh, donde ocurrió ayer el ataque, con 18 muertos en dos acciones contra insurgentes, indicó el portavoz del cuerpo militar Rangers, el mayor Sibtain, en un comunicado.

Tropas guardafronteras realizaron una operación en las zonas tribales de Orakzai (norte), en la que murieron cuatro supuestos terroristas, y otra en Quetta, capital de la provincia sureña de Baluchistán, con otros dos muertos, indicaron a Efe dos fuentes oficiales.

En Sargodha, en el centro del país, dos presuntos terroristas murieron en una operación del Departamento de Lucha Antiterrorista de la Policía, informó a Efe una fuente de esa dependencia que pidió el anonimato.

En la norteña provincia de Khyber Pakhtunkhwa murieron tiroteados siete individuos en dos operaciones de madrugada, mientras que otros cuatro murieron en un ataque insurgente contra un puesto de control, informaron a Efe tres fuentes policiales y gubernamentales que solicitaron no ser identificadas.

En otro incidente registrado anoche, cuatro agentes y un civil perecieron en un ataque insurgente contra una patrulla de la Policía en Khyber en el que también murieron tiroteados cuatro terroristas, dijo a Efe una portavoz de las fuerzas de seguridad.

Sehwan, la ciudad donde ocurrió el atentado, vivió hoy la primera de las tres jornada de luto, con banderas a media asta, la mayoría de los comercios cerrados y una fuerte presencia policial, indicó a Efe el jefe de policía de la zona, Rasool Bakhsh.

La fuente señaló que el número de muertos se elevó en las últimas horas a 80, mientras que 210 personas continúan heridas, de ellas unas 30 en estado crítico.

Las televisiones paquistaníes mostraron imágenes de fieles rezando y protestando fuera del templo sufí, comunidad que ha sufrido numerosos ataques.

Mientras tanto, el Ejército paquistaní convocó a diplomáticos afganos a su cuartel general, y pidió que Afganistán tome medidas y entregue a 76 terroristas que se esconden supuestamente en su territorio, escribió en Twitter el director de la oficina de comunicación de Ejército (ISPR), Asif Ghafoor.

Poco después, Sartaj Aziz, asesor de Asuntos Exteriores del primer ministro Nawaz Sharif, mantuvo una conversación telefónica con el consejero de seguridad nacional afgano, Hanif Atmar, en la que le trasladó la preocupación de su Gobierno por los grupos terroristas que supuestamente se cobijan allí.

La petición se efectúa después de que Bajwa señalase al país vecino por el atentado y las autoridades paquistaníes cerraran ayer la frontera con Afganistán «por motivos de seguridad».

Ante los nuevos ataques, la provincia sureña de Baluchistán prohibió todas las manifestaciones y protestas durante un mes por motivos de seguridad, según una circular a la que tuvo acceso Efe.

Por su parte, el Ejército puso en alerta y lanzó operaciones de búsqueda en el distrito de Rawalpindi, que acoge su cuartel general.

El de ayer fue el sexto ataque esta semana en Pakistán, en un repunte de la violencia que se produce tras una gran disminución de los ataques desde que a inicios de 2014 las autoridades lanzaran una operación militar en las zonas tribales, que continúa en la actualidad, y que había envuelto al país en cierto optimismo tras una década de continuos atentados.