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Tsunami en el gabinete

Con el triunfo de Rodrigo Chaves en las pasadas elecciones, surgió una fuerte expectativa con respecto a la conformación del equipo de colaboradores que asumirían la tarea de cumplir sus compromisos de campaña.

Antes de las votaciones, muy poco habló el entonces candidato del Partido Progreso Social Democrático (PPSD) sobre las figuras que ocuparían los puestos estratégicos en un posible gobierno suyo.

Tan curiosa opacidad alimentó las dudas sobre si la bisoña agrupación que llevó a Chaves al poder contaba entre sus filas con suficientes figuras calificadas para desempeñarse como jerarcas públicos.

El dilema quedó despejado cuando la nueva administración anunció la apertura de un proceso exprés de reclutamiento para recibir currículos de interesados en ser ministros o presidentes ejecutivos.

Al compás de una carrera contra el reloj para revisar hojas de vida y realizar entrevistas, el mandatario electo fue llenando poco a poco las plazas disponibles hasta completar el álbum de postalitas. Quedaba por saber si los elegidos se arroparían con los postulados de un programa que no confeccionaron y si tendrían la destreza técnica, política y humana para administrar una institución estatal.

Transcurridos poco más de cuatro meses, el gabinete está experimentando su primer remezón. En tan solo 16 días, dos jerarcas renunciaron y otros dos fueron destituidos.

El despido de la ministra de Comunicación Patricia Navarro fue seguido por las dimisiones del viceministro de Agricultura Edgar Mata y, posteriormente, de la titular de esa cartera, Laura Bonilla.

Por último, Álvaro Ramos fue cesado de la CCSS por un desacuerdo con el mandatario sobre el alza salarial retroactiva aprobada para los empleados de la entidad.

Aunque en todo grupo humano hay roces, el tempranero reajuste en el Consejo de Gobierno abre una interrogante sobre la cohesión de pensamiento, agenda y metodología que hay en su interior. Por otra parte, un reacomodo de piezas suele generar demoras en la toma de decisiones que resultan inconvenientes en tiempos en que el país necesita avanzar a velocidad crucero.

No cabe duda de que el tsunami que azota al gabinete de Chaves genera incertidumbre. Y, lo peor, es que da la impresión de que su onda destructora puede regresar en cualquier momento.

La destitución de Álvaro Ramos como presidente ejecutivo de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) se convirtió en la cuarta baja del gabinete de Rodrigo Chaves, en un lapso de 16 días.