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Ultras de AfD abuchean a Merkel en un mitin electoral

Lejos de arredrase, la canciller alemana encaró ayer a los que «creen que los problemas de la gente en Alemania se pueden solucionar y vencer con gritos»

El gobierno alemán celebra este fin de semana sus jornadas anuales de puertas abiertas, por lo que en lugar de enfrascarse en los agrios debates que cabría esperar en una campaña electoral, de cara a las generales de 24 de septiembre, los miembros de la gran coalición, cirstianodemócratas (CDU) y socialdemócratas (SPD) llevan dos días celebrando juntos parrilladas en las sedes de los ministerios o asistiendo codo con codo a sesiones de cine de verano, rodeados de electores que difícilmente distinguen entre el programa electoral de unos y de otros en esta no-campaña.

Martin Schulz, que apenas arrastra al SPD hasta el 22% según la última encuesta semanal de ZDF, critica más en sus mítines a Donald Trump y a Recep Tayyip Erdoğan, el presidente turco, que a Merkel, a la que solo reprocha que vaya a aumentar el gasto en seguridad y defensa, mientras promete que, si gana las elecciones, hará retirar las armas nucleares que EE.UU. mantiene en sus bases militares en suelo alemán. Y todo el mundo sabe que es poco probable que eso llegue a ocurrir, teniendo en cuenta que a un mes de las elecciones la misma encuesta da a Merkel el 39% de los votos.

«Merkel debe irse»

Así las cosas, con la economía viento en popa y Merkel poniendo sentido común en el plano internacional, todo ello del brazo del SPD, los únicos que están haciendo algo de ruido son los ultras de Alternativa para Alemania (AfD), partido anti euro y anti extranjeros que propone abandonar la moneda única y enviar barcos del ejército alemán al Mediterráneo para interceptar allí refugiados y devolverlos directamente a África. Unos quince seguidores de este partido, que en las encuestas obtiene el 7%, abuchearon ayer a Merkel a su llegada a un acto electoral en Quedlinburg, portando pancartas de «Merkel debe irse» o «Gracias Merkel» junto a manchas de sangre.

AfD insiste en asociar directamente terrorismo y refugiados y culpa a Merkel de haber abierto las puertas de Alemania

AfD insiste en asociar directamente terrorismo y refugiados y culpa a Merkel de haber abierto las puertas de Alemania, dando lugar a una crisis que, al menos oficialmente, ya ha sido superada con éxito porque solo queda la integración, que es cuestión de tiempo. Esta misma semana ha sido publicado un estudio de la Fundación Bertelsman según el cual un 60% de los inmigrantes musulmanes termina encontrando un empleo a tiempo completo y que el 73% de los hijos nacidos en Alemania de padres inmigrantes musulmanes hablan el alemán como primer idioma. El estudio llevaba por título «Musulmanes en Europa: ¿integrados, pero no aceptados?» y destaca a Alemania como gran país integrador en el contexto de la UE.

Cualquier víctima de abusos, como las más de mil mujeres agredidas sexualmente en la Nochevieja de Colonia, sabe que eso no es del todo cierto, pero un alto porcentaje de alemanes entiende que, precisamente en esta coyuntura, Merkel sigue siendo el valor más fiable. Lejos de arredrase, en respuesta a los gritos y las pancartas, la canciller alemana encaró ayer en el mitin a los que «creen que los problemas de la gente en Alemania se pueden solucionar y vencer con gritos. No soy de ese tipo de personas y creo que la mayor parte de la gente que está hoy aquí tampoco». Y volvió a prometer estabilidad y crecimiento, arrancando al público una ovación.

Campaña en las redes sociales

Ante la insuficiencia de estas escaramuzas, AfD ha contratado a la agencia Harris Media, que ha trabajado para Trump y para el partido UKIP británico. Su primera iniciativa ha sido inundar a los usuarios de Twitter y Facebook con la perturbadora imagen de unos neumáticos que dejan un rastro sangriento con el lema «La huella de la canciller mundial a través de Europa». Suyos son también los carteles en los que unas señoritas en tanga se enorgullecen: «Nosotras no llevamos burka».

Al margen de estos argumentos, solo el diésel parece por ahora abrirse paso como tema de campaña, tras el escándalo del trucaje de los motores por parte de Volkswagen y otras automovilísticas alemanas. Más a la izquierda se carga más contra la industria. Más a la derecha se cierran filas justificándose en los cerca de 800.000 empleos que dependen del sector. El presidente de Baviera y socio de Merkel desde la CSU bávara, defiende a las empresas y se propone combatir la «caza de brujas contra el automóvil», tranquilizando a los propietarios de coches diésel que quieren seguir conduciéndolos y a los que aterrorizan los planes de prohibición de circulación en el centro de más de 60 ciudades alemanas. Al menos hasta después de las elecciones.

Por lo tanto, a menos que algún hecho totalmente inesperado irrumpa en la campaña, se diría que estas elecciones están cantadas y que la intriga se limita al color que Merkel elija para la coalición con la que gobernar en la próxima legislatura. El hecho de que los liberales del FPD y Los Verdes obtengan un 9% en las encuestas abre nuevas y frescas posibilidades, aunque la relación con el SPD es ya tan sólida que cuesta imaginar un divorcio. Lo único que está claro, lo volvió a repetir Merkel anoche, es que en ningún caso volverá su rostro hacia los ultras de AfD, por gran tentación que suponga para algunos en su partido.

«AfD no puede ser un socio para nosotros en ningún tipo de cooperación», dijo, llamando a los suyos a «intentar recuperar a cada uno de los votantes con los que cuenta AfD». «Esto requiere paciencia con las preocupaciones de la gente y abordar problemas concretos con soluciones concretas», agregó, criticando indirectamente que, el pasado jueves, en el Parlamento regional de Sachsen-Anhalt la mayoría de diputados de la CDU votase a favor de una propuesta formulada por AfD que sirvió para poner en marcha una comisión de investigación sobre la extrema izquierda. La estrategia ha de ser, según la canciller alemana, seguir acudiendo a hablar con la gente, «incluso en aquellos lugares en los que abunden los gritones».