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Una luciérnaga entre la niebla

He Jia Xian tiene 12 años y quiere ser científica; Zhang Ying Rong, de 11, sueña con ser diseñadora. Ambas forman parte del grupo de 50 alumnos de 6 a 12 años que se alinean en el comité de bienvenida de la escuela primaria Yulong Town, en Xing Yang, en la provincia china de Henan. Con disciplina militar, homenajean a los visitantes con canciones y juegos. Sonríen poco: pesa la responsabilidad de haber sido los elegidos, de representar a los 720 estudiantes del centro, un internado distante unos 30 kilómetros de Zhengzhou, la capital provincial, una ciudad industrial al este del país que supera los cinco millones de habitantes.

Bajo una espesa capa que combina niebla y contaminación a partes iguales, los visitantes tardan más de una hora en recorrer en coche los escasos 30 kilómetros que separan la escuela del centro de la localidad. El director va mostrando las aulas, los comedores, las habitaciones donde duermen los pequeños… No hay agua caliente; no hay calefacción, pese al rigor de un invierno bajo cero. Finalmente, llega la joya de la corona y el motivo de la visita, a la que EL PAÍS fue invitado a comienzos de mes por la Fundación Obra Social La Caixa: el aula subvencionada por el proyecto Firefly (“luciérnaga” en inglés), una flamante sala llena de libros y de ordenadores en la que un grupo de estudiantes siguen atentos las palabras de su profesor. La luminosidad y el equipamiento contrastan con el resto de las instalaciones del internado.

El proyecto Firefly, en el que colaboran la Obra Social La Caixa y la Fundación Shanghai Soong Ching Ling del Bank of East Asia (BEA), la mayor entidad financiera independiente de Hong Kong, presente en el resto del gigante asiático, suma 12 aulas en una decena de provincias: seis construidas en 2015 y las restantes el año pasado.

Montserrat Buisán, directora del departamento de lucha contra la pobreza y humanización de la salud de la entidad española, detalla que el plan consiste en equipar por completo las aulas, desde lo más simple (los muebles) a ordenadores conectados a Internet, libros… También facilita la formación del profesorado para mejorar sus competencias. “Queremos ofrecer mayores oportunidades educativas a niños que viven en zonas rurales de difícil acceso y con temperaturas extremas para que dispongan de los mismos recursos educativos de los de zonas más desarrolladas”, destaca Buisán.

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Las alumnas, durante las clases. F. BEA

A la docena de libélulas existentes está previsto que se sumen otras seis más este año, precisa en Shanghái Lam Chi Man, director general del BEA para China continental.

Cada semana, 300 alumnos pasan por la clase de Yulong Town, que de otra manera tendrían muy difícil conocer el mundo exterior. Aquí no hay televisión, ni Play Station, ni móviles, dice Yang Hongwei, profesora de Matemáticas, una de los 40 docentes del internado.

Las dificultades económicas, climatológicas y de transporte imposibilitan en muchos casos la relación entre hijos y padres. Es un fenómeno muy extendido: el 70% de los menores que residen en las áreas menos favorecidas del país viven con sus abuelos. Sus padres trabajan a cientos —si no miles— de kilómetros de distancia, muchos de ellos en megalópolis como Pekín o Shanghái, asegura Tong Gou Hua, director de la Lukouxuegu Central School, un centro de primaria de la provincia de Anhui que cuenta con otra aula Firefly, por la que cada semana pasan 180 de sus 300 colegiales. Numerosas familias se pueden reunir solo una vez al año. Ahora están de enhorabuena, pues se acerca la celebración del Año Nuevo chino.

Formación docente

Isidro Fainé (izquierda), durante la presentación del proyecto Firefly
Isidro Fainé (izquierda), durante la presentación del proyecto Firefly

El BEA analiza junto a las respectivas autoridades locales la situación en que se encuentra cada colegio susceptible de sumarse a la iniciativa y se centra en los más necesitados, incide Xu Cao, ejecutiva del área de Comunicación del banco.

La Obra Social La Caixa colabora en este proyecto con la fundación asiática desde 2015. En estos dos años, la entidad española ha destinado más de 429.000 euros a equipar las libélulas y garantizar su mantenimiento. Al mismo tiempo, ha formado a más de 300 maestros rurales y a 50 directivos de los centros escolares.

Lam pone de relieve la importancia de contar con maestros bien preparados. “La formación continua de los profesores es fundamental para nosotros; es una garantía de eficiencia”, enfatiza. Y recalca que no se trata de caridad, sino de enseñanza y colaboración, un tipo de ayudas que el Gobierno chino ve con agrado. “Mientras no se mezcle con la política, todos felices”, remata entre risas.

Atención integral en Hong Kong a los enfermos crónicos

A. LORITE

Además del proyecto Firefly, la fundación de La Caixa desarrolla en Hong Kong un programa para la atención integral a enfermos crónicos, fundamentalmente ancianos. En este caso colabora, además de con el Bank of East Asia, con el Ejército de Salvación. La iniciativa, avalada por la Organización Mundial de la Salud, ofrece asistencia sanitaria y psicosocial, asesoramiento y apoyo integral tanto a los enfermos como a sus familias.

 

En Hong Kong, una de las zonas más densamente pobladas del mundo, se ha puesto en marcha un servicio de cuidados paliativos en residencias de ancianos. De sus más de siete millones de habitantes, un millón supera los 70 años. Con una esperanza de vida cercana a los 90 años, los ancianos hongkoneses se encuentran con que sus hijos también son de una elevada edad y en muchos casos deben hacerse cargo a la vez de sus padres y de sus nietos. Los enormes problemas de vivienda y su carestía y una ley que obliga a los enfermos a morir en los hospitales agravan el problema.

El programa busca que los crónicos puedan vivir sus últimos días bien atendidos y morir con dignidad. Junto a la atención a los enfermos, el plan destina amplios recursos a la formación de médicos, enfermeros y voluntarios. Otro objetivo es concienciar a la sociedad y conseguir que cambie sus ideas preconcebidas sobre los cuidados paliativos y su importancia, asegura Montserrat Buisán.

El proyecto, en el que Isidro Fainé, presidente de la Fundación La Caixa, se muestra especialmente interesado, según sus colaboradores, arrancó en 2010. “Tanto la infancia en riesgo de exclusión como los enfermos avanzados son colectivos prioritarios para la Obra Social. Queremos que el compromiso con los más vulnerables traspase fronteras”, destacó en su día Fainé cuando presentó a la prensa la propuesta.