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A la vuelta de un año

Fuente: Cortesía

Esta columna me ha sentado a la mesa con la vida, la que a veces me ha ofrecido un café, me ha acercado a la niña que me habita y a la bruja que me protege. Me ha llenado de energía y es para agradecer.

Van 52 artículos publicados en El Financiero Monterrey, esta maña de cerrar plazos inevitablemente lleva a recuentos. El primero es la atención a mi presente, algo del entorno, pero más que nada a esas ideas fugaces que dejaba ir sin dedicarles el tiempo.

Me di cuenta que me gusta hablar de libros, que me emociona hablar de lo que sí podemos hacer, que creo que el poder es de la sociedad, que confío en una buena cantidad de instituciones o al menos, algunas me han llenado de esperanza y que hay mucha gente creyendo lo mismo.

Aprendí y sigo aprendiendo que las palabras sencillas transmiten más que las complicadas, que la generación Millennials tiene una capacidad de síntesis mil veces desarrollada, que muchos hombres ya son feministas, que las emociones necesitan transformarse en palabras para describirse así mismas antes de emitir un juicio, que las malas prácticas tienen un rostro pero este es sólo el reflejo del sistema, que las amistades y las alianzas están en cada esquina, que moldear una idea siempre es mejor cuando las reboto contra otras opiniones.

Que las personas públicas tienen tan buenas ideas como las invisibles, que no hay verdades absolutas, que no hay mentiras simples, que las malas intenciones son las menos, y que las buenas tienden a callar.

Me deja este año con hambre de leer más, de comprender el todo o acercarme a ello; con ganas de soltar la pluma a ratitos-para ponerme a hacer más por mi cuadra o mi colonia; de copiar la amabilidad de mi vecina, de darle tiempo a los desvalidos y donar a las OSCs que trabajan para hacer con su entorno un lugar mejor para los demás.

Me asumo utopista, sólo que ahora ya no me lo guardo, tampoco escondo el ser creyente o feminista, de pronto liberal o liberada, a veces obsesiva, y en casos izquierdista, de rudeza matizada o de una candidez contagiosa.

Y todo porque un día Rafael me puso a escribir, Manolo me lanzó el reto de publicar, Enrique se lo compró, lo que pareció muy bien a Alberto, Arturo me contactó y desde entonces cada martes peleo con Edgar el título de esta publicación.

La autora es Consejera Electoral en el estado de Nuevo León y promotora del cambio cultural a través de la Educación Cívica y la Participación Ciudadana.

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