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¿A quién creerle en la era de la incoherencia?

Alejandro Zertuche FuenteFuente: Cortesía

En medio de esta nueva experiencia que enfrentamos en nuestro entorno diario con una basta información, noticias y lleno de opinólogos, cada día se vuelve más difícil entender la realidad. La pregunta es: ¿A quién creerle?

Uno de los retos mas importantes que enfrentamos hoy, tiene que ver con la forma en que atendemos la información que recibimos o con la que nos topamos a cada momento dentro de las redes sociales, chats y medios informativos. Aunque parece fácil decidir creer algo de acuerdo a lo que nuestra experiencia pareciera indicarnos que es verdad, se vuelve un obstáculo de precisión lo que creemos que sabemos por lo estudiado o lo experimentado en la vida, ya que proviene del ego que nos opera con paradigmas y miedos que no vemos por permanecer en piloto automático

Estamos tan inmersos en este inconsciente colectivo, que reaccionamos con la información o las noticias convirtiendo cada evento en un espacio para encontrar a un culpable de lo que nos sucede. Con esto, hemos llegado a convertir a México en el país del “nunca jamás”. Vivimos en una ilusión creyendo que la solución se encuentra lejos de nosotros y que nos absuelve de la responsabilidad propia.

Hoy podemos ver políticos que se quejan de las cosas que no suceden, cuando ellos tampoco las hicieron realidad. Vemos ciudadanos que se enojan porque no pasa nada y ninguno de ellos hace algo mas allá de quejarse para resolverlo. Vemos empresarios preocupados por la economía del país cuando ellos han sido parte del contexto de lo que se vive hoy. Vemos expertos en temas especializados que han fallado una y otra vez metiendo miedo en el presente. Vemos padres de familia pidiendo a sus hijos vivir con valores mientras ellos no lo hacen. No cabe duda de que estamos en la era de la incoherencia.

Si nos observamos en autoreferencia, podemos ver como en diferentes ocasiones hemos enjuiciado a personas por cosas que nosotros también hacemos. Podemos reconocer como con la emoción de descubrir un concepto nuevo y actuamos como maestros sin haberlo experimentado. Observemos esos momentos en dónde, por lo menos en una ocasión, hemos mentido por cubrir lo que realmente somos, sentimos o pensamos. Nadie se salva. Podríamos decir que se convierte en un comportamiento cultural y de naturaleza humana.

Entender el contexto de este comportamiento nos puede ayudar a descubrir como es que estas experiencias de “incoherencia” vienen a mostrarnos un gran aprendizaje. El reto es descubrir como dar un “salto cuántico” para no seguir viviendo esto y tener que esperar a que vengan situaciones mas fuertes para poder “darnos cuenta” de que estamos viviendo de forma incoherente.

En México hemos tenido diferentes experiencias políticas. Hemos vivido en la derecha, ahora en la izquierda y en algunos estados como en Nuevo León en la política independiente, y sin importar cual de ellas esté a la cabeza, seguimos percibiendo de forma colectiva que ninguna resuelve nuestros problemas. No importa si alguno haya gobernado por décadas, años o solo por unos meses; no hemos dejado de buscar desde el miedo, un culpable que se haga responsable por esta incoherencia que vivimos en lo colectivo. Esto sin importar en la realidad lo que haya sucedido.

El primer filósofo en tomar en serio la pregunta por la incoherencia fue Aristóteles. En su libro 4 de Metafísica, Aristóteles observa que si creemos que hay un precipicio, y no hay un precipicio en el camino, no podemos decidir si caminar o no. Es decir, un pensamiento contradictorio nos genera una parálisis en la acción. Si nos detenemos a observar esto que parece tan básico, nos daremos cuenta que es así como vivimos hoy de forma recurrente.

Como dijo Carl Gustav Jung, precursor del estudio del inconsciente, “Aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de sus vidas, fuerzan a la consciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como sea necesario para aprender”.

Por lo tanto; vivir mas conscientes desde la coherencia individual nos mantendrá en el mejor camino posible para no creer en el precipicio que no existe, no tener que sacarle la vuelta o sentir que nos paralizamos. Ni siquiera buscar al culpable que creemos que lo hizo. Si queremos encontrar la respuesta a nuestra pregunta inicial: ¿A quién creerle en esta era de la incoherencia? En autoreferencia seria; a la coherencia de uno mismo.

El autor es emprendedor por más de 20 años en la industria de la consultoría y servicios. Hoy es asesor de Liderazgos públicos y privados dónde implementa el modelo y tecnología propia llamado Liderazgo Convergente. Influencer en temas de consciente e inconsciente

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