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Al cliente lo que pida

Fuente: Cortesía

Ésa es la máxima –regla de oro– que aplica a los negocios. Es particularmente importante para los establecimientos y para quienes viven -vivimos dijo el otro- de ofrecer servicios. Aplica ya sea en un restaurante o para otro tipo de servicios. Casi siempre.

Si Noroña decide que no al aeropuerto, va: hay que hacerle caso. Habrá que cancelarlo en base a que indica que es un “ecocidio y una locura” además da las siguientes razones, de acuerdo a un artículo que leí en la prensa (fifí pero no supe de algún desmentido por su parte): “la proliferación de minas de donde se extrae material pétreo, la ausencia de aves migratorias que han dejado de llegar a la cuenca del lago de Texcoco y la advertencia del posible desecamiento del Lago Nabor Carrillo.” Aderezado además de lemas de campaña como “Peña quiere el aeropuerto, yo prefiero el lago ¿y tú?”. Convincentes sus razones y razonamientos.

Entiendo que entre los varios “colectivos” que acudieron -siempre de acuerdo a la nota- y que probablemente sí existan, lo acompañaron los pobladores de Atenco -no sabría decir que proporción de la población se presentó y si es que fuera representativa- dado que también se sienten afectados. Sólo que, de acuerdo a Google Maps, el NAICM se encuentra a 46 o 50 minutos (hay dos rutas) en carro. Si se fuera a pie, la mínima distancia indica 2 horas y veinte minutos caminando. A mi leal saber y entender, está situado en terrenos federales para evitar lo que pasó en el sexenio de Fox. Supongo que se quejarán de que pasen los aviones cerca de su ciudad, sólo que hoy por hoy los aviones vuelan sobre buena parte de la Ciudad de México, cosa que además sucede en muchas de las ciudades del mundo.

¿Por qué tanta animadversión a ese proyecto? ¿Por qué fue un proyecto de Peña Nieto? ¿Por qué hay un jugoso proyecto asignable a quien se perfila como el contratista de este sexenio? ¿No al AICM como puerta de arribo de millones de turistas y hombres y mujeres de negocios que crearán empleos en México, pero sí al Tren Maya, que seguramente también traerá turistas? Yo no lo entiendo.

En alguna ocasión ya había referido el síndrome del tamal: cuando un jefecillo nuevo llega a lo que serán sus nuevos dominios (probablemente un escritorio de uno1 por 1.5 meetro) indica que “eso está mal, eso otro también está mal” hasta que ya nada más repite “’ta mal, ‘ta mal”.

No considero que México se tenga que reinventar cada sexenio al son, no de la negra, pero sí de la ideología del gobernante en turno. Estar sujetos al cortoplacismo, ciertamente no va a sacar al país adelante. Los americanos tienen un dicho: “fail to plan is plan to fail” (“Fallar en planear es planear para fallar” en una traducción libre). Si eso aplica a actividades menores, con mayor razón debería aplicar a planear el futuro de todo un país. Deberíamos tener planes de largo plazo que sean transexenales y no poner al país al servicio casi que de capricho personal de los gobernantes en turno. Aunque no lleguen aves migratorias.

El autor es Doctor en Finanzas por la Universidad de Tulane; cuenta con la Maestría en Alta Dirección de Empresas, en el IPADE. Se desempeñó como Director General de entidades del área Internacional en Santander Serfin. Es Director del programa OneMBA.

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