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Alejandro Fernández, rey del pop

Dos horas tarde aparece repeinado hasta la coronilla Alejandro Fernández y lanza un beso al aire a quienes lo esperan. El que fuera El Potrillo, hijo de uno de los últimos ídolos de la música mexicana en su país, Vicente Fernández, sabe que nadie se moverá de ahí. Se mete en un camerino improvisado en una fábrica de cerveza para darle los últimos retoques a su meticulosa imagen de latin lover. Y si no fuera porque la escena sucede en Zapopan (Guadalajara, México), uno pensaría que quien va a salir a presentar su nuevo disco es la mismísima Madonna.

Alejandro Fernández ya no es El Potrillo, apodado así por su padre, Vicente Fernández, amante de la charrería, el rancho y los caballos. Quien estaba destinado a heredar el trono de las rancheras cuando Chente abandonó los escenarios el año pasado se parece cada día más a un divo del pop. Y como muestra, su nuevo disco, Rompiendo Fronteras, y su single, Sé que te duele, un primer sencillo azucarado a prueba de éxitos radiofónicos. El único con gancho de los once temas del álbum capaz de levantar al distinguido público de su asiento durante un concierto benéfico que dedicó este pasado sábado a los indígenas de Jalisco, su tierra natal. El tema está grabado a dúo con el grupo colombiano de moda: Morat.

Fernández lo explica: «El mercado ha cambiado muchísimo, no hay estaciones donde se toquen rancheras. Obviamente hay un público, pero a las compañías no les conviene sacar esto, por eso buscamos fusiones, para no dejar la música mexicana de lado y traerla al proceso pop que hacemos». Aunque la fusión hay que buscarla con lupa, asegura que está en marcha un proyecto —a parte de su disco— en el que participará su padre para retomar las canciones de siempre, las que se entonan con un trago de tequila.

Pregunta. ¿Cómo se siente más cómodo, vestido de charro o con vaqueros?

Respuesta. De las dos formas, la gente me abrió una ventana y me dio un permiso para poder explorar por la parte pop y ha tenido muy buenos resultados. Y aunque no he hecho canciones de música mexicana en los últimos años, sigo cantando con mariachis y en mi espectáculo salgo también vestido de charro y tiene una respuesta espectacular.

P. ¿Con la salida de su padre, cree que las rancheras se han quedado huérfanas?

R. No, me siento capaz de poder llevar el sombrero de charro con mucho porte y orgullo, siento que no me quedaría grande ese traje. Pero estoy bastante joven para seguir creciendo y evolucionando en este género de música y más que llenar los huecos, yo creo que el que da la pauta es el público.

En los locales del centro de Guadalajara, tierra de los Fernández, se repiten en bucle los temas más antiguos como No, Mátalas o Loco, interpretadas por Alejandro con guitarras y violines de fondo. En la cuna del tequila y los mariachis, Vicente sigue siendo un símbolo: «Aquí el grande de verdad sigue siendo Chente», explica uno de los camareros del Parián en Tlaquepaque, un barrio icónico de Guadalajara.

Además de defender su música «moderna» frente a un público tradicional y conservador que heredara de su padre, Alejandro Fernández tiene otro frente abierto con su eterno rival sobre las tablas: Luis Miguel. Antes de que El Sol entrara en una de las épocas más oscuras de su carrera, firmaron un acuerdo para cantar juntos. Lo que hace unos años hubiera sido la gira del siglo, llegó en el peor momento posible y ha acabado con una demanda millonaria contra Luis Miguel por incumplimiento del contrato. Y cuando se le pregunta a Fernández sobre este tema, parece divertido. «Tuve mucha paciencia», comenta entre risas.

En su cuenta de Instagram bromeó con el asunto al subir una foto en la que parece sujetar al sol: «Me encanta tener a el Sol en mis manos», puso de comentario a la imagen. Y las redes hirvieron con uno de los conflictos artísticos del año, la guerra abierta de una generación de fans que tuvo que elegir entre amar a uno y odiar al otro.. Parece que se está divirtiendo con el tema de Luis Miguel…

R. Es que yo no tengo ningún problema. No sé por qué se lo toman tan a pecho, no fue algo personal. Es como si otro artista se hiciera una foto con un potrillo y yo me enfadara. Mi padre me ha enseñado a tener mucho respeto a mis compañeros colegas. Si hubiera querido hacer daño, se hubiera notado.

En uno de los monumentos de Guadalajara, en el Hospicio Cabañas, Alejandro presentó este sábado su nuevo disco ante la élite local. Un asiento en las finas mesas de manteles blancos rondaba los 5.000 pesos, unos 250 dólares. Todo lo recaudado esa noche iría destinado a su fundación, que trabaja con las comunidades indígenas de la zona. Pero cuatro indígenas que fueron a colocar la artesanía en una pequeña exposición quedaron lejos de los volantes, las espaldas abiertas y del menú.