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Análisis | ¿Por qué es importante para México su primera liga de fútbol femenino?

Una mujer se persigna luego de meter un gol, corre hacia la tribuna, lanza un beso con la mano, aprieta el puño, suda. Es Maribel Domínguez, la futbolista que de niña se cortó el cabello y se hizo llamar ‘Mario’ para poder jugar con los niños; la misma que no pudo jugar con los Toros del Atlético Celaya en el 2004. Se lo prohibieron. Cuestiones de género.

“Resultaría un buen atractivo para la gente, por el morbo, ver a una mujer en un equipo de Primera A”, dijo en aquel entonces el directivo del Celaya, Alberto García. Maribel quería entrar al equipo “porque no había liga femenil en México”.

Por muchos años, Maribel llevó el estandarte de las jugadoras que deseaban jugar al fútbol, tener su propia liga, ese espacio dominando por los hombres.

Hoy, el pasto está lleno de ilusión. Jóvenes futbolistas de todo el país podrán estrenar un equipo, un jersey propio, una organización, una cobertura. Parece un proyecto de avanzada en un entorno social que no acaba de comprender los distintos significados de ser mujer y más bien tiende a la sexualización. Aún no daba comienzo la Liga cuando ya había publicaciones en la web con títulos como: “¡Chuladas! Las 10 chicas más guapas a seguir en la Liga MX Femenil”.

La falta de respeto es una constante. El año pasado la Federación Mexicana de Futbol realizó una serie de videos para presentar a las jugadoras de la sub 17, que participarían en la Copa Mundial de Jordania. Cuando los subieron a internet, los comentarios de los aficionados fueron en su mayoría de corte sexista, críticas por aquello de si eran norteamericanas, pochas o no y los menos para dejar de un saludo o porras.

Los ataques, las críticas, vienen de todas partes. Hace unos meses, dos jugadoras de la selección nacional, Stephany Mayor y Bianca Sierra, declararon a The New York Times que mantenían una relación sentimental. Antes de abrirse, las jugadoras, que acabaron por emigrar a la liga de Islandia, tuvieron que aguantar el escarnio en Twitter y las políticas homófobas del exentrenador de la selección nacional y actual encargado del América femenino, Leonardo Cuéllar.

Definir su preferencia sexual les dio mayor visibilidad y una cobertura mediática inusual, más por tratarse de México, donde, como dice el libro Sport and Gender Identities, salir del clóset trajo “posibilidades de liberación, pero también nuevas opresiones de vigilancia y disciplina”.

Varios legales e inequidad

Poco más de una década después de los sueños truncados de ‘Marigol’, la FIFA comenzó a incluir más directivas en sus escritorios y empezó a recomendar a los demás países abrir espacios en la cancha para las niñas y mujeres amantes del balón. La campaña Live Your Goals llevada a cabo a nivel mundial, incluido México, arrancó durante la Copa Mundial Femenina de la FIFA, en Canadá 2015, con un ambicioso objetivo: aumentar el número de niñas que juegan “el deporte rey” y apostarle a crecer la cifra de 30 a 45 millones de practicantes, rumbo al Mundial femenil de Francia en 2019.

En América Latina, solo Colombia y Venezuela se habían plegado al mandato de la FIFA. La Liga de México es la tercera.

En México, los equipos tuvieron que salir a buscar jugadoras en los clubes del sector amateur. Lo hicieron por muchas vías, incluso por Facebook. La creación de la Liga MX Femenil fue anunciada en diciembre del 2016 y tanto las fechas para llevar a cabo la Copa MX, como la inauguración de la Liga misma, tuvieron que moverse un par de ocasiones para cuadrar el primer lanzamiento. En siete meses quedó resuelta.

Sin embargo, el cocimiento prematuro dejó vacíos legales, salarios inequitativos y procesos discriminatorios. Los dirigentes han tenido que salir a defenderse y a rechazar toda clase de acusaciones que no se parezcan a la búsqueda de la ‘igualdad’: “El surgimiento de la Liga MX Femenil obedece a la necesidad de reconocer el valor de las mujeres en nuestra sociedad y su gran aportación en el deporte, en especial al futbol organizado…”, dijeron en un comunicado.

A lo anterior se suman las condiciones de las futbolistas en México. Con excepciones, las jugadoras transitan una delgada línea entre el amateurismo y el futbol semi profesional. Distintas voces involucradas en el futbol formativo han dicho que los clubes siguen sin creer en el futbol femenil, que se niegan a invertir más allá de los grandes, caso de América, Tigres o Pachuca. Sin embargo, se habla de sueldos de 70 pesos al día en equipos como Morelia y de adolescentes que han dejado sus escuelas por cumplir el sueño de Primera División.

Ha habido varios intentos para el desarrollo del futbol femenino en México -cuya lucha lleva más de 40 años- mediante la creación de ligas no profesionales y, de las cuales, destaca la más reciente Liga Nacional Femenil del sector amateur por su organización, pero las mujeres han tenido que cargar con esos estereotipos o con ser estigmatizadas por sus desdeñables actitudes masculinas así sean niñas, adolescentes o adultas.

Los nombres de las legendarias María Eugenia ‘Peque’ Rubio o Alicia ‘La Pelé’ Vargas (entre otras jugadoras de la época de oro del futbol femenil en los años setenta), se unen al de Maribel Domínguez y al de todas las futbolistas mexicanas que tampoco tuvieron una liga respaldada por la Federación y menos una remuneración por patear el balón, el futbol practicado por mujeres no las olvida. La importancia de su lucha es abrazada por las nuevas generaciones que hoy reclaman también la cancha donde juegan ellos: Tijuana, Pachuca, Cruz Azul, Tigres y Monarcas son los cinco -de 16- estadios que dan el paso histórico al abrir sus puertas por primera ocasión para sus equipos femeniles. Los reflectores están prendidos. Hoy ya rueda el balón.

Olga Trujillo es periodista y responsable del portal Diosas Olímpicas dedicado al deporte femenino. Twitter: @diosasolimpicas