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Ciudadanía digital

La Propia Política Sara Lozano Fuente: Cortesía

La angustia también sucede en tiempo real, el incendio en la Catedral de Notre Dame detuvo al mundo ese mediodía a la vez que en Wikipedia ya se construía la historia. Y casi al mismo tiempo se quemaba una mezquita en Jerusalén, lo que generó más historias. Relatos, interpretaciones, coincidencias de mensajes divinos; las profecías se replicaban más que nada para invitar a la reflexión, para exaltar la culpa o el terror de lo que significa perder reliquias y las lecturas astrales que confirmaban conjunciones y entradas de planetas en cuadraturas.

A una semana de los incendios se hace patente la liquidez de los tiempos de la que habla Baumann. ¿Es más denso el sentimiento de tristeza cuando se vive en tiempo real o simplemente se trasladó a la cadena de muertes violentas en el país lo que no deja sentir la alegría de la Pascua?

Más me llama la atención lo efímero del debate digital, parece que la opinión pública en cuestión de horas resuelve lo que tomará años. Si ya se donaron millones para reconstruir Notre Dame o si sacaron las gárgolas a tiempo, o si el altar quedó intacto, si todo esto sucede entonces ya no hay más por hacer. El incendio de la mezquita fue menor, quizá no hubiera sido nota si no se hubiera dado la coincidencia con la tragedia de París y las innumerables afirmaciones de mensajes divinos.

Quizá es que en Nuevo León estamos viendo en las noticias menos de lo acostumbrado, se incrementó un 70 por ciento la participación ciudadana en la consulta para el Plan Estratégico del estado. Esto tendría que ponerme en un estado jubiloso, pero no lo siento y tampoco encuentro eco en mis redes sociales. Encuentran más espacio lo que hacen los regios en sus vacaciones, la visita de un oso en Chipinque y gente que muere por la violencia social aquí. Noticias de muertes que tristemente se han normalizado.

En las redes descubro el barullo digital sobre un bebé baleado junto con otras personas. ¡La imagen! Parece que muchos quieren que la vea, si digo que no, me presionan o se justifican de porqué sí debería verla. Como si todo se volviera más terrible de lo que ya es.

Esta digitalización de las relaciones humanas no puede ser buena ni mala, sólo es inexorable. Tiene ventajas incuestionables y sus contrapartes vale traerlas a la reflexión. Más que si Dios envía mensajes a través del fuego en el que arderá el pecado o la realidad de la violencia social -la morbosa-, me gustaría reflexionar sobre esta tendencia al debate digital de manera reactiva, apoyada en imágenes sórdidas y completamente líquidas.

Notre Dame, la mezquita, las familias de los muertos de Minatitlán y de las muertas en Tabasco, la visita del oso en Chipinque, el incremento de la participación ciudadana en el estado, todos tienen más fondo del que estamos explotando en las redes. La angustia compartida en tiempo real puede ser catártica, pero no banalicemos el debate porque sólo reduce el potencial de una verdadera ciudadanía digital.

La autora es Consejera Electoral en el estado de Nuevo León y promotora del cambio cultural a través de la Educación Cívica y la Participación Ciudadana.

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