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Crecimiento económico: un panorama adverso

Gabriela Siller Pagaza.Fuente: Cortesía

La información económica más reciente no es favorable. En Estados Unidos, la nómina no agrícola de febrero mostró la creación de 20 mil empleos, siendo el menor nivel desde septiembre de 2018, cuando los Huracanes Harvey e Irma impactaron Texas y Florida. Además, la tasa de desempleo bajó, pero por el regreso de personas a ocupar sus puestos después del cese parcial del gobierno.

Por el lado del consumo, que explicó el 72 por ciento del crecimiento en la segunda mitad de 2018, los indicadores tampoco son alentadores. Las ventas minoristas de diciembre bajaron a una tasa mensual de 1.6 por ciento y las de enero se recuperaron a una tasa de 0.2 por ciento. Finalmente, la inflación ha bajado de un promedio de 2.4 por ciento en 2018 a 1.6 por ciento en enero de 2019, en parte a una mayor holgura de la actividad económica.

Para México el panorama también es desfavorable. Por un lado, la desaceleración de Estados Unidos representa un riesgo a la baja, pues cerca del 80 por ciento de las exportaciones mexicanas van a ese país. También existen riesgos internos que ya se han visto reflejados en algunos indicadores.

La inversión fija bruta muestra una fuerte tendencia a la baja, al crecer a una tasa anual promedio de 0.6 por ciento en 2018, lo que se divide en un crecimiento promedio de 2.1 por ciento en la primera mitad del año y una contracción promedio de 0.9 por ciento en la segunda mitad del año, luego de que concluyó el proceso electoral. La inversión mostró una caída en los últimos dos meses de 2018, al caer una tasa de 2.3 por ciento en noviembre y una de 6.4 por ciento en diciembre, la caída más pronunciada desde septiembre de 2013.

En el mediano plazo, la menor inversión implica un menor crecimiento del empleo, lo cual a su vez, limita la capacidad de consumo de la población hacia 2019 y 2020. Los datos de consumo al cierre de 2018 tampoco son alentadores. En diciembre, el indicador mensual de consumo privado creció a una tasa anual de 0.6 por ciento, el avance más débil desde noviembre de 2013, creciendo en promedio 2.1 por ciento durante el año, su menor ritmo de expansión también desde 2013.

Cabe señalar que el año pasado, el consumo explicó el 79 por ciento del crecimiento económico de acuerdo a las cifras de demanda agregada disponibles al tercer trimestre, dando sustento a la expansión del sector servicios que en 2018 explicó el 92.4 por ciento del crecimiento del PIB. En otras palabras, una fuerte caída de la inversión y una subsecuente desaceleración del consumo, comprometen el crecimiento del sector servicios y la capacidad del país para crecer a tasas positivas al comienzo del 2019.

Dado que en periodos cortos de tiempo la economía sigue una tendencia y que el desempeño que han tenido el consumo y la inversión en los últimos meses, se espera que la economía siga mostrando una desaceleración. Utilizando un análisis de series de tiempo, arroja un crecimiento esperado de 1.3 por ciento para 2019 y de 1.9 por ciento para 2020. Las previsiones de crecimiento pueden ser revisadas en función del desempeño de la actividad económica, la cual podría mostrar una mejoría si baja la incertidumbre y si el gasto público incentiva un mayor consumo.

Vale la pena mencionar que la confianza del consumidor está en niveles máximos históricos, pero esto no se ha visto reflejado aún en el consumo, el cual podría repuntar por los programas sociales de la actual administración, para los cuales se contemplaron 229 mil millones de pesos que representan 3.9 por ciento del presupuesto total y 0.95 por ciento del PIB de México. Estos programas pueden hacer crecer la economía sólo en el periodo que se están otorgando, ya que no mejoran la productividad ni se estima que tengan un efecto multiplicador que genere mayor crecimiento en el lago plazo.

La teoría económica dicta que para que haya un mayor crecimiento se debe tener una mayor creación de empleo y/o mayor productividad. Por el lado de la productividad, se consigue con una mayor inversión. Así, si la inversión no crece en el corto plazo, México está destinado a crecer a bajas tasas de crecimiento en el largo plazo. En el corto plazo la inversión va a la baja la incertidumbre que surge de temas internos y externos.

La autora es economista en Jefe de Grupo Financiero BASE y profesora de economía en el Tec de Monterrey.

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