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El líder

Fuente: Cortesía

¿Qué hace que un líder sea realmente un líder? ¿Que tenga muchas y muchos seguidores o que los guíe a un estadío mejor? ¿Que les ofrezca gratificación mediata e inmediata sin ningún esfuerzo o que, si es el caso, en las malas saque lo mejor de la gente aún a base de sacrificios?. De ninguna manera pretendo hacerme pasar por experto en la materia, pero se vale hacer la reflexión.

Las y los mexicanos estaremos escogiendo al próximo Presidente por los siguientes seis años -espero que no por más tiempo- y si bien el Presidente no es la causa incausada -o al menos se supone que habríamos evolucionado y no lo era todo hasta ahora- todo apunta a que los estilos de quienes están en la boleta en son radicalmente diferentes: el yo absoluto contra otros, estilos inclusive hasta llegar al líder “piñata”.

En el caso del yo absoluto, dice él, que logrará todo lo que se proponga siempre que su grey lo siga fielmente. Adiós a la oposición o disidencia que muchas veces fue el estandarte de lucha hasta llegar a victimizarse a veces hasta por años. Claro, ese afán opositor les dura hasta que se hacen de las sillas grandes y no las sueltan. Y no aceptan otros puntos de vista.

A lo largo de la historia hemos visto como los lideres absolutistas acaban por aferrarse al poder “no más otros seis o doce años pa’ que asienten los cambios” lo hemos sufrido muchas veces.

En el caso del líder piñata, a este lo hacemos culpable de todos los daños y males habidos y por haber. Se le hace responsable hasta de lo que la naturaleza hace o deja de hacer. Posiblemente dicho líder pase a la historia como un reformador -que tanto hace falta- o visionario pero pesan más, mucho más, sus errores y lo que es peor, las percepciones de que cometió errores. Es innegable que se meten en escándalos propios, pero hay otras veces que, aunque se confirme y se vuelve a confirmar que algo paso sin que estuvieran involucrados, las agendas propias de algunos grupúsculos se tratan de imponer. Y la gente se las compra.

Winston Churchill fue un líder que sacó lo mejor de los ingleses en lo que quizá fue el momento más sufrido de la historia de Inglaterra. Él les prometió lo siguiente: “I have nothing to offer but blood, toil, tears and sweat”, en traducción libre: “No tengo nada más que ofrecer que sangre, sacrificio, lágrimas y sudor”. Había quien buscaba que Inglaterra se sometiera a la Alemania nazi, pero él logró que la gente se uniera a pesar del sacrificio que implicaba. ¿A cambio de qué? A cambio de la libertad de Inglaterra.

Quizá la pregunta no es qué tipo de líder es un determinado personaje, sino más bien, que tipo de líder es el que buscamos e inclusive que es lo que queremos como sociedad. ¿Lo fácil y sin complicaciones? Peor aún, ¿lo frívolo? A juzgar por las encuestas, estamos buscando al que nos dice justamente lo que queremos escuchar nos convenga o no. Cuidado porque lo que deseamos se nos puede convertir en realidad.

El autor es Doctor en Finanzas por la Universidad de Tulane; cuenta con la Maestría en Alta Dirección de Empresas, en el IPADE. Se desempeñó como Director General de entidades del área Internacional en Santander Serfin. Es Director del programa OneMBA y tiene su Despacho asociado con Crowe Horwath para proporcionar asesoría en temas de Finanzas Corporativas.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.