Inicio México El nuevo aeropuerto de la CDMX, ¿otro “regalo” más para Carlos Slim?

El nuevo aeropuerto de la CDMX, ¿otro “regalo” más para Carlos Slim?

Fuente: Félix Vásquez

Casi todos sabemos el verdadero origen de la gran fortuna de Don Carlos Slim, ya que bajo la complacencia (¿y complicidad?) de nuestras autoridades gubernamentales, después de prácticamente haberle regalado Telmex, le permitieron operar un monopolio que le redituó pingües ganancias, llegando a figurar como uno de los hombres más ricos del mundo, producto de tarifas y prácticas monopólicas, en un país subdesarrollado, donde casi la mitad de la población se cataloga como pobre. Absurdo, No?

Bueno, el asunto es que la construcción del nuevo aeropuerto es un “negocio” que FINANCIERAMENTE nace “muerto”, ya que literalmente con “saliva” lo quieren financiar, y es cuestión de simples matemáticas para entender que la Tarifa de Uso de Aeropuerto (TUA) no puede ser la piedra angular del financiamiento a esta inversión, veamos.

La TUA es el principal ingreso que recibe el concesionario del aeropuerto, y con este dinero sufraga los gastos de operación y mantenimiento, es decir, NO es ingreso de libre disposición, pues es la fuente principal de pago de los gastos propios del negocio.

Al momento de decidir la construcción del nuevo aeropuerto, en 2013, los ingresos por TUA le reportaban al AICM, operador del actual aeropuerto, unos dos mil 700 millones de pesos al año, que complementados con los ingresos adicionales, de servicios aeroportuarios y comerciales, eran incluso insuficientes para sufragar los gastos del aeropuerto, y de hecho, en ese año reportaban pérdidas por 30 millones de pesos.

El actual aeropuerto Benito Juárez, se concesionó YA CONSTRUIDO a la empresa AICM, (la cual es 100 por ciento paraestatal), por lo que los ingresos por TUA solo se aplicaban a la operación, no a la inversión inicial.

Si bien es cierto que la Terminal 2 se construyó dando en garantía el TUA, es necesario señalar que esa inversión fue de solo 400 millones de dólares, cuando el dólar estaba a 10 por uno y equivalía al TUA cobrado en menos de 3 años, nada que ver con los SESENTA Y TRES AÑOS de TUA que representaba la inversión del nuevo aeropuerto, al arranque en 2013. (169,000/2,700).

Aun y cuando la T2 fue una inversión relativamente “modesta”, el pago de este adeudo absorbía el 50 por ciento del TUA cobrado, y 10 años después de construido, todavía se debían 98 millones de dólares, mismos que fueron pagados con la primera disposición del crédito simple con la que arrancó el nuevo aeropuerto.

Las matemáticas son contundentes, aun y con los aumentos decretados al TUA, de 72 por ciento en 2014 y de 28 por ciento en este año, es IMPOSIBLE servir y pagar una deuda como la que se requiere para construir el nuevo aeropuerto, la cual ya va en seis mil millones de dólares, sin considerar el rendimiento “objetivo” de 10 por ciento real que ofrecieron a los Aforados.

Es decir, al igual que las carreteras concesionadas, que terminaron siendo rescatadas por el Gobierno, el nuevo aeropuerto tendrá, necesariamente, que ser “Rescatado” por insolvencia financiera, y aunque Grupo Aeroportuario NO es el titular de los adeudos, el gobierno no permitirá que los tenedores de la deuda, nacionales y extranjeros, pierdan su dinero, (menos los Aforados) y entrará al rescate, como lo presumieron las calificadoras al darle a los bonos “grado de inversión” y procedería a quitarle la concesión a Grupo Aeroportuario, para otorgarla ahora a un particular, pero con el nuevo aeropuerto ya construido, sin deuda, y con un TUA por los cielos, es decir, un verdadero manjar, altamente productivo.

Si Carlos Slim (y su Yerno) son los padrinos de este proyecto, tanto del diseño como de la mayor parte de la construcción, no resultaría nada descabellado que la nueva concesión recayera en Don Carlos, y el aeropuerto fuera ahora la nueva joya de su corona, financiada la inversión, de nuevo, con el dinero de todos los mexicanos.

Es decir, Slim ganaría por partida DOBLE, primero con la construcción del nuevo aeropuerto, y luego con la Concesión para su operación.

Dicen que cuando el río suena, agua lleva. Veremos y diremos.

El autor es especialista en estudios económicos y de finanzas públicas. Actualmente ocupa el cargo de Socio en Economía en Pérez Góngora y Asociados.

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