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‘El pozo, la flauta y los tres cuervos’: teatro de sombras para niños

El día que en palacio se celebraban los 15 años de su hija, la reina madre cayó enferma de
gravedad. En su lecho de muerte, la reina bendice a sus hijos tocando su preciada flauta, así, la
familia real enfrenta al oscuro poder que los acecha. El rey, que pierde su corona, los hijos
convertidos en cuervos y la princesa, recluida en un calabozo y condenada a muerte, libran todos
los peligros gracias a la música.

A partir de un cuento tradicional alemán de principios del siglo XIX, la compañía Inimandi Títeres
escribió una historia alrededor de la música, que es el hilo que va tejiendo la trama de El pozo, la
flauta y los tres cuervos
, un montaje para toda la familia que se presenta en el Foro La Gruta del
Centro Cultural Helénico
los sábados y domingos a las 13:00 horas.

“La música es el hilo conductor de toda la historia y es interpretada en vivo por el Quinteto de
Alientos S.R., que toca fagot, flauta, corno, clarinete y oboe. Es muy común que los niños conozcan
los títeres de guante, las marionetas y los bocones, sin embargo, decidimos montar esta obra en
teatro de sombras, porque nos parece que son mágicas, las sombras provocan que los niños
imaginen los gestos, los colores y hasta la profundidad de los paisajes”, cuenta Carmen Solís,
directora de Inimani Títeres.

En el montaje, los músicos se integran al teatrino y conviven con las sombras. “Interactúan con los
personajes, sobre todo con el narrador de historias que es el único títere tridimensional. Buscamos
hacer atractivo el montaje de la historia que nos pareció interesante por los valores que exalta y
presenta de una manera práctica, como una herramienta de sortear los peligros o simplemente los
problemas cotidianos: la valentía, la solidaridad, la amistad, la perseverancia”.

La compañía tiene en su repertorio un montaje de La flauta mágica con marionetas y varios
espectáculos con títeres de guante; trabaja las técnicas de acuerdo a las historias que quieren
contar. En el caso de este estreno, dice la actriz y directora, “queríamos que la música tuviera un
realce, formara parte y le diera color a la obra, las sombras, aunque son siluetas en negro, se
colorean gracias a la música, obviamente también la imaginación de los niños, pero la música se
integra fácilmente a la historia”.

Carmen Solís trabaja con títeres hace más de veinte años. Su primer montaje fue una biografía de
Nahui Ollin en teatro de sombras lumínicas que describe como vitrales en movimiento. “Empecé
con la maestra Mireya Cueto (la fallecida decana de los titiriteros en México), yo tenía varios años
de actriz, pero siempre me llamaron la atención los títeres porque son muy cercanos a los niños; lo
que ellos ven son muñecos, como los que tienen para jugar, o se inventan con cualquier objeto, es
una manera muy cercana de entretenerlos, con historias que tengan un contenido que les sea útil
y además divertido”, concluye.