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Ellas fueron a India para iluminar Oaxaca

En una remota aldea ubicada en la costa del Pacífico de México, un pescador de 62 años, José Barriento, se relaja después de la cena en una hamaca hecha a base de cuerdas en una habitación oscura con paredes de bloques de hormigón y techo de metal corrugado. La única luz provenía de la pantalla parpadeante de un televisor, un lujo que era imposible en esta comunidad hasta que su esposa, Norma Guerra, se convirtió en una «mamá solar».

Barriento y Guerra son residentes de toda la vida de Cachimbo, una población empobrecida de alrededor de 60 personas ubicada en un islote en el estado de Oaxaca, donde abundan las palmeras, hay pocos caminos y la lluvia escasea. Tampoco había electricidad, por lo que todos usaban velas o lámparas de queroseno. Guerra, de 52 años, dejó de ir a la escuela después del cuarto año de primaria y pasa la mayoría de los días ayudando a su esposo a preparar y vender pescado que, en una buena semana, puede llegar a generarles unos 3 mil pesos de ingresos.

Norma Guerra y su esposo José Barriento cenan en su casa en Cachimbo, Oaxaca.Yael Martínez

En 2013, Cachimbo dio un pequeño paso hacia la modernidad. Bajo un peculiar programa diseñado para empoderar a las comunidades rurales más marginadas de todo el mundo, Guerra y otras tres mujeres de la localidad fueron a India durante seis meses para capacitarse como técnicos eléctricos. A su regreso se dedicaron a instalar docenas de paneles solares, paquetes de baterías y cables que ahora funcionan para encender las luces y los electrodomésticos en todo el pueblo.

«Cachimbo fue difícil, muy feo y siempre oscuro«, afirmó Guerra, mientras se sentaba en una silla de plástico verde bajo el techo de palma de su patio. «Si no tienes luz, te caes. Ahora cambió bastante con los paneles, porque te puedes acostar más tarde, los niños pueden hacer sus tareas en la noche. Para las mujeres, más que nada es bueno porque uno trabaja en la cocina, en la casa y los hombres pueden hacer sus trabajos. Con la luz todo es más fácil ahora que hay iluminación”.

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86% del territorio nacional es apto para energía solarFoto: Yael Martínez

La falta de electricidad sigue siendo una barrera para el desarrollo de muchas de las comunidades empobrecidas del mundo, que no tienen acceso a las herramientas esenciales de la economía moderna como los teléfonos móviles o la refrigeración. Se estima que alrededor de 4 mil millones de personas no están conectadas a internet, según un estudio conjunto de Bloomberg New Energy Finance (BNEF) y Facebook.

Alrededor de mil 100 millones de personas viven sin electricidad y cientos de millones más tienen suministros de energía poco confiables, dijo Itamar Orlandi, un analista de BNEF en Singapur que estudia sistemas de distribución eléctrica a pequeña escala en mercados emergentes. Tan solo en India se estima que 240 millones de personas viven en la oscuridad, o casi un quinto de la población, según estimaciones de la Agencia Internacional de Energía (AIE).

«En los últimos años parece haber una creciente apreciación en la comunidad de desarrollo de que la electricidad es crucial para otros resultados deseables, como la salud, la productividad o la conectividad», dijo Orlandi.

Si bien la mayoría de los mexicanos tiene electricidad, muchas de las áreas menos pobladas del país no están conectadas a una red de distribución, y llevar los cables de conexión a lugares remotos como Cachimbo puede ser sumamente costoso de instalar y mantener. El gobierno revisó la política energética en 2013 para alentar la inversión privada en la industria antes controlada por el Estado y apunta a métodos independientes y renovables como la energía eólica y solar para casi 2 millones de personas que viven sin electricidad.

4,800 millones de pesos
podrían invertirse en electricidad rural

Los primeros contratos para proyectos de energía rural a pequeña escala fueron otorgados por el gobierno el año pasado. Se planean dos más este año para obtener hasta 4 mil 800 millones de pesos en inversión, lo que elevará la tasa de electrificación de México al 99 por ciento.

El país necesita obtener hasta 12 mil millones de pesos en el mercado mayorista de electricidad para 2021, y así garantizar que toda la población esté conectada a la red eléctrica del país, detalló la Secretaría de Energía en un comunicado enviado por correo electrónico.

«Alrededor de 85 a 86 por ciento del territorio nacional tiene condiciones óptimas de generación solar porque el sol brilla la mayor parte del año”, dijo Héctor Olea, presidente de la Asociación de Energía Solar de México y director ejecutivo de Gauss Energia, un desarrollador de proyectos energéticos en la Ciudad de México.

Guerra no sabía nada sobre energía solar cuando Sanjit «Bunker» Roy se presentó en Cachimbo a fines de 2013. Roy fundó Barefoot College en Tilonia, India, hace cuatro décadas para proporcionar capacitación educativa y vocacional a personas pobres, sin educación y que habitan en zonas rurales. Uno de los programas más exitosos de la organización es uno al que Roy le gusta referirse como «Mamás Solares», que ha ayudado a la instalación de sistemas eléctricos basados ​​en energía solar en 96 países y que proporcionan energía a más de 650 mil personas.

Barefoot College apoya sus programas recaudando cerca de 4 millones de dólares al año de donantes, la mayoría del gobierno indio, según la presidenta de la universidad, Meagan Fallone. Las empresas también contribuyen a los esfuerzos de la organización, incluyendo Apple Inc., Goldman Sachs Group Inc. y el Banco Islámico de Desarrollo, dijo. Un partidario es el operador de servicios públicos con sede en Roma, Enel SpA, que tiene activos en México y avisó a Roy de que Cachimbo sería un buen candidato para «Mamás Solares».

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El programa es inusual porque se centra casi exclusivamente en proporcionar habilidades a las mujeres en lugar de hombres, a quienes Roy llamó a manera de broma «inentrenables», cuando explicó su filosofía en una TED Talk de 2011. «Este es el único programa de entrenamiento en todo el mundo donde una mujer analfabeta puede convertirse en ingeniera«, dijo Roy en un documental de 2013 sobre las «Mamás Solares».

«Él nos dijo que a los hombres no iba a dar una oportunidad porque van a regresar de la capacitación, se van a ir a otra ciudad a buscar trabajo y, entonces, el pueblo se va a quedar lo mismo, sin energía», dijo Guerra. «Las mujeres no, ya tienen raíces y sus niños y sus nietos. Entonces cuando vengan van a electrificar y van a permanecer aquí».

Cuando las cuatro “mamás solares» regresaron a Cachimbo desde India en octubre de 2014, instalaron más de 60 kits de paneles solares proporcionados por Enel, que opera turbinas eólicas en el país.

El gobierno mexicano dice que quiere que el 35 por ciento de su electricidad sea generada a partir de recursos renovables para 2024. Mientras que la energía solar representa menos del 1 por ciento en la actualidad, ésta podría saltar casi diez veces en los próximos dos años a 5 gigavatios de capacidad de generación, según Olea de Gauss Energía.

Para ello se podría requerir de una inversión de 5 mil millones de dólares, incluida alguna derrama en comunidades aisladas, explicó. Otras dos comunidades mexicanas también capacitaron a sus «mamás solares» después de Cachimbo. Cuatro mujeres indígenas Comcaac, en el estado de Sonora, fueron entrenadas en India el año pasado, luego de otro grupo de la península de Yucatán, detalló Rodrigo Paris, director de América Latina de Barefoot College.

Guerra, quien todavía recibe un pequeño ingreso de parte de Barefoot College cuando hace reparaciones a las unidades solares locales, hizo buen uso de su entrenamiento hace unos meses cuando el terremoto más fuerte que México ha registrado en el siglo pasado golpeó el estado de Oaxaca, matando a casi 100 personas y demoliendo la infraestructura en una de sus ciudades más grandes, Juchitán.

Ella cargó su bote con paneles solares e hizo el viaje de tres horas a la ciudad, a unos 96 kilómetros de distancia. Fue de puerta en puerta para instalar equipos en casas que perdieron energía, proporcionando la única iluminación disponible para muchos residentes durante varios días. «En el momento que la gente de Juchitán se sentía tan asustada e insegura, quedaron muy contentos de tener algo que les daba luz», relató Guerra. «Me dio mucha satisfacción ser capaz de proveerles de ella”.