Entre los temas nuevos que incorporará la Semana Nacional del Emprendedor a partir del 11 de septiembre próximos está a la atención a una temática que se había relegado de este evento importante que cumple su decimoctava edición: el emprendimiento entre los jóvenes de experiencia acumulada.
Unos nos definen muy equivocadamente como «viejos».
Emprender después de los cincuenta años, en México, no es un juego, es un ejercicio de sobrevivencia. No se trata de ese entusiasmo que llega a los jóvenes de incipiente experiencia. Se trata de una apuesta mucho más seria y grave si tomamos en cuenta que un porcentaje muy alto de emprendedores de más de 50 años no lo hacen por curiosidad o por moda sino por necesidad.
La inmensa mayoría de estos emprendedores que peinan canas inician un proyecto emprendedor porque lo que tienen como pensión no les alcanza para atender sus necesidades más elementales.
Los que hayan sido liquidados por una empresa tendrán que reconocer que lo que recibieron como finiquito o liquidación de sus anteriores y último trabajo no es suficiente ni para atender un año de vida a un ritmo de sobrevivencia.
Y entonces con ese poquito dinero se la juegan iniciando un proyecto emprendedor.
Esta situación es mucho más frecuente de lo que se puede llegar a pensar y será mucho más habitual en lo sucesivo. La población comienza a ser predominantemente alta en años conforme pasa el tiempo.
En la década de los cincuenta sólo el 5 por ciento de la población mexicana rondaba una franja de edad superior a los 50 años. Pero al cierre del 2015 ya el 10 por ciento de la población mexicana estaba en ese rango de edad: entre los 50 y los 80 años.
En el 2000 la población en México con 65 años y hasta 79 años sumaba 3 millones 752 mil 678 personas. Para el 2050 sumarán 18 millones 566 mil. Habrá crecido esa población de manera muy relevante.
Independientemente de lo que es una necesidad ahora, emprender a edades mayores de los cincuenta no es un sinónimo inequívoco de fracaso. Diríamos que en otras economías es común e incluso puede llegar a garantizar un ejercicio empresarial mucho más estable e incluso con mayores posibilidades de éxito. Los movimientos estratégicos pueden ser mucho más prudentes y más certeros arraigados en una experiencia que no tienen los jóvenes.
La Fundación (Norteamericana) Ewing Marion Kauffman asegura en un estudio que el desarrollo del espíritu emprendedor es más alta en población con edades superiores a los 45 y hasta los 54 años.
Esta misma Fundación, durante una investigación entre 652 empresarios norteamericanos con posiciones de CEO en el ecosistema empresarial de ese país encuentra que el 50 por ciento de los casos iniciaron su negocio actual luego de haber cumplido 50 años. Y todos prácticamente valoraron en alto el que hayan tenido una experiencia acumulada importante como parte de la explicación de su éxito.
El Founder Institute señala en otro estudio que incluso el potencial innovador es más alto en edades superiores a los 55 años. Antes del éxito rotundo, cierto, los emprendedores de experiencia acumulada se han anotado contundentes fracasos.
Entre los empresarios con mayor relevancia mediática en la Unión Americana se encuentran «empresarios viejos» como David Murdok (Dole Food), Ollen Bruton Smith (Speed Ways Motors), Warren Buffet (Berkhire Hathaway), Rupert Murdoch (News Corporation). Para pasar a otro asunto mencionando al Coronel Harland David Sanders de los pollos hiperfritos, KFC.
El «Coronel del Pollo» fue capitán de un barco, granjero, agente de seguros, bombero de trenes. Tuvo suerte con una receta que le abrió las puertas al éxito, patentada en 1940 y que contaba como hasta ahora con 11 especies distintas. Su negocio fue vendido por este Coronel de Kentucky en dos millones de dólares y un sueldo vitalicio de 40 mil dólares anuales para ser embajador de la marca. Regaló el negocio.
Pero ese no es el punto relevante. El caso es que la atención de la política pública mexicana ya no puede concentrarse principalmente en el emprendedor joven sin considerar que conforme pasen los siguientes años, diez en adelante, el emprendimiento entre jóvenes mayores de 50 años será cada vez más frecuentes y tendrá que atenderles y conceder tanto apoyo como en su momento ha articulado sus palancas de apoyo entre los muchachos con pocos años de experiencia.
El tema no es menor y será no solo atendido durante la Semana Nacional del Emprendedor sino merecerá un espacio en la exposición así como apoyo de las instituciones con las que el Inadem acostumbra asentar sus políticas públicas. Es la administración de Alejandro Delgado Ayala, Presidente del Inadem, el que primero pone el dedo en el renglón en los emprendedores de más de 50.
Si el Estado mexicano carecerá de recursos suficientes como para atender las necesidades elementales de la población de más de 60 años, tendrá que prestar atención a los requerimientos de apoyo que les planteen los emprendedores de experiencia acumulada.
Finalmente el éxito de un emprendedor no está en su escasa edad sino en la actitud que preste en la vida. Este columnista ha conocido viejos de 18 años y jóvenes de 80 como seguramente usted lo ha comprobado también.
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