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¿Explicar? ¡Para qué!

Fuente: Cortesía

Aunque muchos empresarios familiares son inteligentes, visionarios y precavidos, pocos comparten información sobre sus negocios, asuntos legales o estrategias patrimoniales con la familia. Razones hay muchas. Sin embargo, la más recurrente es el cansancio—más que la desconfianza, el ego o el deseo de poder. En efecto, el día a día consume, la energía se agota y lo que menos anhelamos hacer cuando llegamos a casa es “explicar”. Al final de cuentas estamos haciendo las cosas bien, ¿no? “¡Qué necesidad de reportar!”

Los años pasan, y nosotros seguimos haciendo,…solos. Los miembros de la familia se acostumbran, y aunque capaces, no aprenden a tomar decisiones. Entonces, por desconocimiento, ingenuidad o comodidad, suceden eventos desagradables.

POR DESCONOCIMIENTO: Familias que al faltar uno de sus miembros no reclaman cuentas bancarias, inmuebles, seguros o joyas guardadas en cajas fuertes porque no sabían que existían; deudas que se multiplican porque nadie les dio seguimiento; apoyos que dejan de otorgarse porque se realizaban a título personal; propiedades que terminan invadidas porque no estaban “en el radar”.

POR INGENUIDAD: Familias que al no saber cómo tomar decisiones de negocio o patrimoniales contratan gestores que abusan; profesionales poco éticos que ven por su beneficio personal y que merman el patrimonio. Y es que, cuando no se prepara a los miembros de la familia para que tengan las herramientas financieras, legales y de negocio requeridas, difícilmente sabrán controlar.

POR COMODIDAD: Familias que por no dar seguimiento a sus inversiones se conforman con rendimientos mínimos. El empresari@ debe enseñar a los miembros de la familia a auditar, a pedir cuentas… A ser dueños. Si no se realiza un esfuerzo para cuidar y nutrir el patrimonio heredado, no se valorará lo que se tiene.

¿Qué hacer para evitarlo?

1.- Fórmalos y enséñales a pedir cuentas.

Educar a los miembros de la familia en temas de negocio, legales, financieros y patrimoniales es siempre una buena inversión. Enseñarlos a que sepan ganarse y administrar el dinero, manejar los inmuebles y ordenar sus propias finanzas garantiza la sustentabilidad de la riqueza forjada. Hay que dedicarles tiempo. Aún y cuando no administren directamente su patrimonio, deben estar enterados, cuestionar, evaluar y controlar. Si ellos no son buenos dueños, no tendrán buenos gestores.

2.- Ordena tus papeles.

No tenemos la vida comprada. Por ello, una buena práctica personal es tener todos nuestros asuntos en regla: contratos, cuentas bancarias, inversiones, escrituras, estatutos, acciones del negocio, testamentos, litigios, etc. Es importante asegurarse de contar con un lugar especial para guardar estos documentos—ordenados, con notas y actualizaciones. Igualmente, es recomendable tener un set de copias idéntico, al día, en otro espacio.

3.- Comparte información. Juzga a quién o quiénes.

Los valores de la prudencia y la discreción son fundamentales, especialmente entre los miembros de una familia empresaria. En este sentido, se sugiere que en el proceso de transmitir información delicada, el empresari@ sea cuidadoso y selectivo. Cada padre o madre conoce a sus hij@s, cada uno sabe hasta dónde guardan o divulgan.

4.- Delega algunos asuntos e involúcralos—SIEMPRE con los candados adecuados.

Solicitar apoyo para manejar ciertos asuntos es el inicio. Mentorear y corregir, el camino. Delegar y solicitar resultados, la finalidad. Es un proceso. En el inter, el empresari@ deberá ir estableciendo los candados adecuados, negociando las pautas de actuación y evaluando los niveles de responsabilidad o irresponsabilidad (y transparencia) de los potenciales dueños.

¡Nunca es tarde para empezar!

La autora es socia de Trevinyo-Rodríguez & Asociados, Fundadora del Centro de Empresas Familiares del TEC de Monterrey y miembro del Consejo de Empresas Familiares en el sector Médico, Petrolero y de Retail.

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