Inicio México Inicia el ciclo político presupuestal

Inicia el ciclo político presupuestal

Fuente: Cortesía

Durante los dos primeros meses de 2018 el gasto corriente del gobierno federal se incrementó a una tasa anual de 13.8 por ciento, de acuerdo con información del Banco de México. Esta es la tasa más alta que se registra desde marzo de 2015.

Las alzas más fuertes fueron en gastos de operación, 20.8 por ciento, los subsidios y transferencias en 8.2 por ciento y en los gastos de capital, que subieron 7.2 puntos porcentuales (pp). Los gastos de capital incluyen infraestructura y obras públicas.

El comportamiento de las variables económicas en tiempos electorales es estudiado por la teoría del ciclo político económico (CPE) y una de sus variantes, el ciclo político presupuestal (CPP).

La teoría establece que en tiempos electorales, los gobiernos intentan “mejorar” la economía, aunque sea de manera transitoria, para aumentar sus probabilidades de seguir en el poder.

Uno de los principales instrumentos para lograr esta “mejoría” es el alza del gasto público, en especial, el llamado “gasto visible”, que es el que es directamente perceptible por la gente.

No hay que olvidar que el gasto público es ingreso de alguien, y frecuentemente, este incremento se transmite al resto de la economía, a través del efecto multiplicador.

Actualmente, todavía no se tiene mucha información sobre el comportamiento de las variables económicas en lo que va del 2018, sin embargo, se pueden detectar algunos indicios del efecto del aumento del gasto en la actividad económica.

Por ejemplo, el consumo privado se incrementó en 3.2 por ciento en enero de 2018, impulsado principalmente por el consumo de bienes importados, que se incrementó en 13.4 por ciento en el primer mes del año.

La inversión fija bruta registró un incremento de 2.2 por ciento en enero, en especial la inversión en maquinaria y equipo, que creció a una tasa de 4.1 por ciento en el primer mes del año.

La actividad industrial creció a una tasa de 0.8 por ciento en el primer bimestre de 2018, impulsada principalmente por la construcción, que se incrementó 4.4 por ciento, y la industria manufacturera, con una tasa de 1.1 pp en el periodo.

La mejoría en la actividad económica se puede observar no sólo en los datos duros, sino también en los indicadores cualitativos disponibles para el país.

El Índice de Confianza del Consumidor (ICC) sunió 2.3 por ciento en marzo, impulsado por la situación económica del país esperada dentro de doce meses, que creció 7.6 pp.

Los Índices de Confianza empresarial (ICE) mostraron crecimiento en marzo en los tres sectores involucrados: manufacturera, construcción y comercio.

Como se comentó, este patrón de comportamiento de la economía en años electorales se ha detectado en México desde hace más de 70 años.

Desafortunadamente, esta expansión artificial de la actividad económica tiene que ajustarse con la entrada del nuevo gobierno, lo que da lugar a la llamada “maldición del primer año”, la desaceleración (o contracción}) que se registra durante el primer año del nuevo sexenio.

Será importe observar el comportamiento del gasto público y la actividad económica en los próximos meses, para comprobar si el comportamiento observado en el pasado se mantiene una vez más.

Sigue creciendo inseguridad

En la primera quincena de marzo, el 76.8 por ciento de la población mexicana de 18 años y más consideró que vivir en su ciudad es inseguro, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), realizada por el INEGI. Este porcentaje es el más alto desde que se elabora la ENSU, que inició en septiembre de 2013.

En el caso de Monterrey, la proporción de la población adulta que manifestó sentirse insegura fue de 73.4 por ciento, inferior al promedio nacional..

El crecimiento de la sensación de inseguridad, así como la corrupción y la impunidad, en los últimos años está muy presente en el ánimo de la población mexicana y seguramente formará parte del “voto de castigo” en las próximas elecciones.

El autor es economista dela UANL, con Doctorado en la Escuelade Graduados de Administración y Dirección de Empresas (EGADE) del ITESM. Es profesor de la Facultad de Economía de la UANL y miembro del SNI-Conacyt.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.