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La Habana: 40 años de un festival de cine que aún llena las salas

Cuando cada día son menos los que abandonan la comodidad del hogar para ir a una sala de cine, La Habana marca la excepción cada diciembre durante los diez días que dura su festival, iniciado hace 40 años y que hoy continúa, tratando de adaptarse a los tiempos.

Puesto en marcha como Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano hasta este año que devino Festival de Cine de La Habana –dicen los organizadores que el cambio es solo un problema de marketing-, el evento tuvo como objetivo fundacional promover el séptimo arte en esta parte del mundo, cuando la producción latinoamericana era solo cosa de un grupito. Ahora, sin perder ese norte, se trata de acercar a los cubanos al mejor cine de todo el mundo.

Aunque del 6 al 16 de diciembre próximos se exhibirán unas 373 películas de 40 países, la parte competitiva estará dominada, como siempre, por obras latinoamericanas: 20 largometrajes de ficción, 22 cortos y mediometrajes, 18 óperas primas, 25 documentales, 26 animados, 19 guiones inéditos y 24 carteles.

Fuera de competencia y en una de las secciones más esperadas, Galas, en la que se muestran las películas con mayor cantidad de premios en el último año, atrae la atención de los cinéfilos la cinta Roma, de Alfonso Cuarón, ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia y seleccionada para representar a México en la próxima edición de los Premios Óscar. El crítico cubano Joel del Río aseguró que es el mejor filme del cine latinoamericano del 2018.

Como se trata de cuatro décadas de evento, esta edición estará repleta de homenajes. El festival está dedicado a Tomás Gutiérrez Alea (Titón), para muchos el más genial director del cine cubano, y también se rendirá tributo al Sundance Institute, el cual “ha apoyado durante muchos años el Festival, enviando delegaciones y obras, y ayudando en la formación de cineastas”, explicó Ivan Giroud, presidente del evento.

Asimismo, será homenajeada la productora mexicana Bertha Navarro, quien obtuvo un premio británico BAFTA por El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006) y la producción de Reed, México insurgente (Paul Leduc, 1973), una de las primeras películas del cine independiente.

Pese a que las salas de cine se han reducido significativamente en Cuba y la tecnología disponible tiene varios años de atraso, para esta ocasión se han puesto a punto los cines más céntricos y se contrató a un equipo técnico de España, con experiencia en festivales como el de San Sebastián.