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La hija secreta de Juan Gabriel

Cuando le preguntaban por su vida privada, Juan Gabriel alzaba sus afilados pómulos, extendía hasta los límites de la mandíbula sus labios gruesos y dejaba ver los dientes. Se reía porque creía que sus secretos se irían con él a la tumba. No contaba con la precisión de su ADN, que ventilaría después de muerto parte del misterio que lo hizo único. Durante mucho tiempo, tuvo a medio mundo entretenido con el juego ambiguo de su doble personalidad, en la que uno de los dos hombres se vestía con vaporosas camisas, deslumbraba con sus lentejuelas y movía como pocos las caderas. El otro escondía, para sorpresa de todos, media docena de hijos.

Y acaba de crecerle una niña. Claudia Gabriela Aguilera tiene 42 años y es, de momento, la única mujer de todos los descendientes del Divo de Juárez. Esta semana mostró a la cadena de televisión estadounidense, Telemundo, el documento que confirmaba el parentesco definitivo con quien había sido su padre todos estos años, pese a no haber tenido un hueco en el funeral ni mucho menos en el testamento. «Yo en realidad nunca dudé, siempre estuve firme en lo que yo sabía que era. Esto lo estoy haciendo por todas las personas que me juzgaron y me siguen juzgando. Siempre lo supe. Yo nunca mentí», señala Aguilera apuntando directamente al 99,99% de vinculación genética con Alberto Aguilera Valadez, el nombre real del artista. «¡Exclusiva! ¡Una hija más del cantante!», pregonaron los medios locales.

Desde que falleciera de un infarto a los 66 años el pasado 28 de agosto, no han dejado de crecerle hijos nuevos. Y todos, además, llevan el mismo nombre o derivados de él. Luis Alberto Aguilera y Joao Gabriel Alberto Aguilera, de 26 y 23 años, dieron un paso al frente al conocer que estaban completamente fuera del reconocimiento económico, pese a haber vivido a la sombra de sus hermanos durante todo este tiempo. Se hicieron las pruebas de ADN a través del hermano del artista, Pablo Aguilera, y se han erigido como los nuevos herederos de la corona del Divo de Juárez. «Y más hijos que le van a salir», espetaba Pablo en medio de la polémica.

«Él siempre había querido una hija y, como no se la pude dar, no descarto que se la haya dado a otra. Siempre conseguía lo que se proponía», contaba la madre de Joao Aguilera antes de conocer la identidad del nuevo miembro de la familia. Claudia Gabriela, que lleva levantando la mano del parentesco desde hace décadas, nunca había sido reconocida hasta ahora que, de la mano de la televisora —al igual que Joao y Luis Alberto, con la competencia: Univisión— se ha reivindicado como la única hija del artista, uno de sus deseos más íntimos.

De izquierda a derecha, los hijos de Juan Gabriel: Iván, Jean y Hans Aguilera.De izquierda a derecha, los hijos de Juan Gabriel: Iván, Jean y Hans Aguilera. EFE

Claudia Gabriela sin embargo, se desmarca de una de las luchas familiares más codiciadas por la prensa rosa latinoamericana: la herencia. En medio de una maraña de demandas entre los nuevos descendientes y los únicos reconocidos por el cantante, advertía durante la entrevista: «Yo respeto la decisión de mi padre de dejarle a una persona su dinero. Para mí lo más importante es acercarme a mis hermanos, el dinero no lo es todo».

Joao y Luis Alberto, los dos nuevos integrantes del intrincado árbol genealógico de Juan Gabriel han llegado dispuestos a pelear por un testamento que reconoce como únicos herederos a los hijos que tuvo el cantante con Laura Salas: Iván (de 28 años), Joan (27), Hans (26) y Jean Gabriel (25). La fortuna está valorada en (al menos) 30 millones de dólares, además de las ganancias de 60 discos publicados y decenas de mansiones repartidas entre México y Estados Unidos. Según el escrito, Iván es el principal beneficiado.

La familia que formó con Salas tuvo siempre un lugar preferente en la vida de Juan Gabriel, al menos de cara a la galería. El único fuera de la foto oficial era hasta ahora Alberto Aguilera Jr., el primer adoptado del cantante. Por eso cuando Joao y Luis Alberto reivindicaron su espacio en el tablero, tanto los Salas como la opinión pública sospecharon que se trataba de un montaje. Con las pruebas genéticas en la mano, la guerra por los millones del artista, no ha hecho más que empezar.

Funeral de Juan Gabriel, en Bellas Artes en Ciudad de México.Funeral de Juan Gabriel, en Bellas Artes en Ciudad de México. Cordon Press

Tanto es así, que Joao tiene una decena de demandas contra Iván Alguilera en una corte de Florida. En una de ellas a la que ha tenido acceso EL PAÍS incluso llega a cuestionar el parentesco del mayor beneficiario con Juan Gabriel y pide que, como ellos, se realice una prueba de ADN. Aquí nadie es hijo ni beneficiado, según parece, si no pasa antes por el laboratorio.

Además de los hijos, la muerte de Juan Gabriel ha destapado los misterios más ocultos sobre su vida privada. El grupo de personas que conocía los secretos de alcoba del artista era minúsculo. Hasta hoy. A la madre de Luis Alberto, Guadalupe González, le dijo: «Guadalupe, ¿tú nunca has pensado en tener un hijo?», recordaba ella en una entrevista a la cadena Univisión. Había llegado muy joven a la mansión del artista para trabajar en la cocina y se hizo íntima del cantante, tanto que un día le hizo semejante propuesta. Él se lo explicó así: «Mira Guadalupe, yo no te di solo un hijo, te di mi esencia. Yo me preparé física y espiritualmente para darte ese hijo, porque en él te di mi esencia. Tienes que cuidarla muy bien».  «Yo siento la esencia de él en mi hijo», contó la madre al borde del llanto.

A la madre de Joao, Consuelo Rosales —o Chelo, como él la llamaba— le explicó que para él hacer un hijo era como una creación más, como la creación musical. Con esa idea, le fue «regalando» hijos a sus amigas. Ninguna ha declarado que se desentendiera de los gastos o que fuera un mal padre y reconocen que cumplió lo que había prometido, sabían que no era un hombre de «ataduras».

Ahora todas esas mujeres y los hijos que comparten con Juan Gabriel son los que han dado un vuelco a la imagen póstuma del cantante. De aquel hombre que se movía entre brillos y sonrisas estridentes solo quedan sus canciones.