Inicio México La ignorancia e indolencia saldrán muy caras

La ignorancia e indolencia saldrán muy caras

Lluvias

Las lluvias tan intensas sobre gran parte del territorio nacional permiten pensar que todo es derivado del enojo Tláloc en una época de huracanes. Es muy posible aunque en las inundaciones que padecemos, especialmente en la CDMX juega un papel muy relevante el manejo responsable de los desechos, los que genéricamente clasificamos como «la basura».

A partir del 2015 fue autorizada la NORMA NADF 024 que obliga a particulares y empresas a dar un uso adecuado, responsable de los desechos que se generan en un territorio como el de la CDMX donde 9 millones de personas generan 13 mil toneladas de basura al día. El 15 por ciento de esa cantidad acaba simple y sencillamente en la calle.
En la CDMX se recicla acaso el 5 por ciento de esa «basura».

Desde que fue publicada oficialmente, en 2015, en la norma aludida se generó una pausa en la aplicación de sanciones administrativas por su incumplimiento. Pero la pausa se ha cerrado y ahora estas sanciones administrativas pueden aplicarse, de acuerdo al daño ambiental que la irresponsabilidad en el manejo de la basura signifique, en un rango de entre los 71 mil 467 pesos hasta el millón 433 mil pesos.

El problema no es este, en realidad; lo grave deriva de varios elementos que pueden sintetizarse en el siguiente concepto: pocos involucrados, que somos todos de una manera u otra, queremos realmente comprometernos de manera seria en un reto que es mayúsculo y que tiene que ver de manera muy estrecha con las inundaciones y los socavones que ahora se incorporan como parte del escenario capitalino.

Tomemos el caso de los restaurantes. Datos estiman entre 400 y 500 mil los restaurantes que dentro de la CDMX son reconocidos y registrados legalmente ante la autoridad. Todos ellos, no importando su tamaño y éxito, deben de manejar sus desechos bajo los parámetros que marca la norma NADF 024.

No obstante, más del 75 por ciento de los restaurantes desconocen sus obligaciones, ni idea tienen de la Norma y mucho menos sienten compromiso por cumplirla y contribuir a reciclar, reducir Y reutilizar.

Los muy pocos que conocen las nuevas dinámicas en el manejo de desechos sienten que el proceso es una piedra más que se le ha ocurrido a la autoridad capitalina para «joderlos».

Esa es la impresión general, por ejemplo, que comparten la inmensa mayoría de responsables de restaurantes en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. No entienden las recientes inundaciones en el puerto aéreo como consecuencia de que al drenaje llegue de todo, incluso sustancias que pueden ser tóxicas y que pudieran contaminar y saturar de manera importante el cárcamo de la sede aérea.

Un alto funcionario de la Secretaría del Medio Ambiente de la CDMX reconoció ante este columnista que la gravedad del problema es muchísimo más grave de lo grave que ellos llegaron a contemplar en función de estudios preliminares.

Pero la gravedad no la entienden los locatarios de estos restaurantes que pudieran estar produciendo desechos entre los 200 y 350 kilogramos por semana. Más lo que derive del desecho de aceites o grasas por ejemplo.

Empresa mexicana responsable en el manejo de desechos, con el RAMIR concedido por la autoridad -el permiso que ahora se requiere para recoger desechos, transportarlos, confinarlos o depositarlos en lugares autorizados- señala al columnista que más del 90 por ciento de sus clientes, cuando se les hace una limpieza de sus trampas de grasas, evidencian que no manejan adecuadamente sus desechos a decir por la comida, los plásticos, y papel o cartón que sin justificación alguna se encuentran en esas trampas.

Es evidente que quienes tiran los desechos toman a las trampas de grasa como ductos para deshacerse de cualquier desecho y eso finalmente implica propiciar problemas cuya solución no solo será muy compleja conseguir sino también particularmente costosa.

La Secretaría del Medio Ambiente expidió en septiembre del 2015 más de 750 invitaciones a empresas que tienen que ver con procesos de recolecta de desechos para explicar la norma y los trámites para recibir la certificación de capacidades para realizar estas tareas. De todas las invitadas solo 30 se presentaron a informarse. Hoy día hay menos de 80 las empresas que tienen el RAMIR famoso para realizar sus labores.

Pero ni aún así puede decirse con certeza de que todas ellas quieren llevar hasta sus últimas consecuencias sus responsabilidades porque hay negocios que ya con la autorización se resisten a ofrecer asesoría o servicios agregados a sus clientes o posibles clientes quienes solicitan consultoría para obtener información de lo que debe de hacerse para cumplir con la norma.

Mantenernos en la ignorancia, o peor aún, en la indolencia hará crecer el problema y las inundaciones y socavones serán cada día más frecuentes, incorporando los eventos como parte del escenario capitalino.

No se trata de una norma burocrática con la que hay que cumplir para no recibir una sanción administrativa. Se trata de un compromiso serio que lamentablemente no todos entienden en esa dimensión. 

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