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La Secretaría de Transportes de México conocía la “mala calidad” del Paso Exprés donde murieron dos personas

La madrugada del pasado 12 de julio Juan Mena López, de 56 años, y su hijo Juan Mena Romero, de 36, salieron a trabajar y cayeron en su coche en un socavón que se abrió el kilómetro 93 de la autopista que conecta a la Ciudad de México con Cuernavaca (Morelos). Los elementos de Protección Civil tardaron más de ocho horas en sacar el auto del hoyo de cinco metros de ancho. Y la autopsia confirmó que no murieron por el golpe, sino por asfixia, intentando escapar de aquel infierno. El suceso indignó a todo México por las probables negligencias que iban desde la construcción de la obra —a cargo de la Secretaría de Transportes —, su elevado costo, hasta el rescate tardío de las víctimas. Un informe de la Auditoría Superior de la Federación pone en evidencia aquellas sospechas: la Secretaría conocía la «mala calidad» de la construcción.

Entre una lista de observaciones realizadas por el órgano de control, se señala que en las pruebas de calidad durante la colocación de la carpeta asfáltica, la Secretaría de Transportes no se aseguró de que las empresas contratistas —entre ellas la española Aldesa y Epccor— emplearan la cantidad de cemento por el que se pagó, que constaba de 145 kilos por metro cúbico. La Auditoría advierte en ese informe que «existía una diferencia de volúmenes entre la dosificación pagada y la obtenida en las pruebas de control de calidad».

La Auditoría alertó en ese mismo documento, enviado a la Secretaría, de que el organismo estatal de Transportes «no vigiló ni controló el desarrollo de los trabajos, lo que trajo como consecuencia que se autorizaran pagos a las contratistas y servicios por diferencias de volúmenes entre lo pagado y lo realmente ejecutado, incorrecto análisis de precios unitarios extraordinarios, pagos por servicios de obra que no cumplieron con el alcance en los términos de referencia, mala calidad en la ejecución de los trabajos, otorgamiento de anticipos fuera de lo pactad o en el contrato, trabajos pagados anticipadamente a su ejecución, así como la falta de autorización para la ejecución de los proyectos».

Otro de los puntos polémicos de la obra es acerca del aumento sospechoso de más del doble del costo inicial. La Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) en Morelos dio a conocer el 31 de marzo, un día antes de inaugurar la vialidad, que el costo de la obra se había duplicado. En un principio se había anunciado que costaría 1.045 millones de pesos, aunque la Auditoría había informado que el costo inicial realmente era de 976 millones, pero terminó elevándose a 2.213 millones. Un presupuesto que, dadas las características irregulares de la construcción, además de los retrasos, pagos no justificados y modificaciones al proyecto original señalados por el órgano de control, aviva las sospechas en la ciudadanía de un posible desvío irregular de los fondos.

Pero además de las cuestiones fiscales, el derrumbe de la carretera ha generado una serie de preguntas a las que todavía las autoridades no han dado una respuesta: ¿Por qué se produjo un hoyo de ese tamaño en una de las autopistas más importantes y nuevas del país? ¿Se podría haber evitado? Los expertos e implicados señalan que hay un peritaje multidisciplinar en marcha para «deslindar responsabilidades». Aunque los expertos han planteado algunas hipótesis: si se hubiera cambiado la tubería vieja antes de la ampliación de la carretera, se podría haber evitado la formación del socavón.

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Hacer ‘click’ para ver el gráfico completo. Por ALMA RODRÍGUEZ

Desde que ocurrió el suceso, Aldesa, la constructora española a cargo de la obra, reconoció que el socavón «fue ocasionado por la erosión de una alcantarilla afectada por el exceso de basura y una acumulación extraordinaria de agua provocada por las intensas lluvias (…) El drenaje se colapsó por el exceso de agua y provocó la grieta en la carpeta asfáltica».

El sistema de drenaje del agua que discurre por la zona, situada sobre una de las barrancas que expulsan el agua proveniente del centro de Cuernavaca, se basaba en un tubo de alrededor de 1,50 metros de diámetro y de más de 40 años de antigüedad. Hasta la ampliación de la carretera, una de las más importantes y grandes del país, que conecta la capital con las playas de Acapulco, no había sucedido ningún incidente. Pero la ampliación hasta 10 carriles, conocida como el Paso Exprés, para facilitar el paso a los turistas que se quedaban atorados en el tráfico local de Cuernavaca, aumentó considerablemente las toneladas que el viejo tubo podía soportar. Y colapsó, según explica a este diario el presidente del Colegio de Ingenieros de Morelos, Alejandro Rosas.

El ingeniero cree que una posible explicación es que el agua que circula bajo la carretera, y que ya no se econtraba entubada por el colapso de la tubería, se filtró por las capas de relleno de la autopista y reblandeció todo el material que la sostenía. Incluso el muro de contención, de 15 metros, hecho de concreto armado.

Los vecinos contaban a este diario cómo unos días antes de la tragedia se había abierto una cueva en la parte más baja del muro, junto a sus casas, provocada por la cantidad de agua que circuló en las primeras semanas de la temporada de lluvias. «Habían tapado el hueco inyectando concreto. Pero el agua tenía que encontrar una salida», añade Rosas. Y, como si se tratara del desagüe de un grifo, por ahí se pudo ir colando la tierra de la carretera provocando el hueco desde arriba, por donde pasan los coches. La Coordinación Nacional de Protección Civil había alertado al Gobierno de Morelos, encabezado por el gobernador Graco Ramírez, de estos riesgos en marzo, abril y mayo.

En estos momentos, se está construyendo un puente sobre la barranca, a cargo de las mismas empresas contratistas. Tendrá 48 metros de longitud y una sección transversal de 36 metros. Y las autoridades calculan que esté lista en unas 10 semanas, aunque creen que se podría prolongar. Las obras comienzan este viernes.