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Las 5 reglas del éxito del yucateco que recién llegó a Grandes Ligas

Luis Borges supo desde los tres años que el béisbol sería su vida y durante tres décadas y media ha hecho hasta lo imposible para que ese sueño de infancia no termine.

El yucateco ha sido siempre un hombre de metas y la terquedad ha sido la virtud que lo ha llevado a ser uno de los pocos desarrolladores de talento contratados por las Ligas Mayores, apenas diez meses después de su retiro como profesional.

Borges Burgos fue un jugador que se acostumbró a no ser el centro de la atención, pero siempre dejó su sello a lo largo de 18 temporadas en el béisbol nacional.

Ya instalado en su nueva faceta con los Piratas de Pittsburgh, Luis Beltrán Borges Burgos tiene claro que solo se llega al éxito como profesional con preparación, trabajo y sacrificios, y el exbeisbolista de Leones de Yucatán y Saraperos de Saltillo comparte en cinco pasos cómo lo ha logrado.

Desde que tocó un bat, Luis se enamoró del deporte, pero como él mismo lo acepta, la fuerza siempre fue una limitante para convertirse en bateador de poder. Por eso enfocó su entrenamiento en aprender las técnicas de bateo y evitar poncharse lo más posible, además de ser un excelente guante en las paradas cortas.

Explotar esas fortalezas lo hicieron indispensable en los equipos que jugó y según dice su mánager con los Leones de Yucatán, Lino Rivera, lo calificaba como el pelotero que no debe faltar en ningún equipo.

“Yo tengo que enfocarme en lo que hacía bien, tenía que dar hits, embasarme, hacer doble play, todo eso”.

Por eso, aunque en casi dos décadas bateó solo 13 home runs, mantuvo un promedio de .311 de por vida y fue de los jugadores que menos se ponchó en toda la liga.

Volverse indispensable, hacer las cosas pequeñas, hace que el éxito esté al alcance.

Fuente: Cortesía Luis Borges

Cuando llegas a un nivel alto, ya sea como jugador, empleado, político o cualquier profesión, es común que la misma rutina te absorba y dejes de mejorar.

Para Luis Beltrán esto siempre ha sido un indicador de cambio obligado y un impulso para lograr más y mejores cosas. Aun siendo un niño la mentalidad fue un factor de cambio.

“Yo ya sabía, porque yo tenía otro enfoque, ya sentía que lo que hacía no era suficiente, me sentía igual que la mayoría”.

Por eso su rutina en la secundaria y prepa era muy diferente a la del resto de sus compañeros. Levantarse a las 5:00 de la mañana a correr, volver, bañarse, ir a la escuela y terminar la tarea temprano solo para entrenar más tiempo, eran la constante en la vida del joven originario de la colonia Esperanza en Mérida.

El pelotero profesional debe ver a su cuerpo como herramienta de trabajo, cuidarla es indispensable, lo mismo que un abogado, un ingeniero o un contador, deben hacer con su mente.

Para Luis, volver a casa no fue una opción; enamorado del béisbol como era, decidió dedicar su atención a la preparación al 100 por ciento, porque sabía que su éxito vendría del deporte.

Pero en cualquier aspecto de la vida, ser el mejor es lo único que debe importar.

“Mi abuelo y mi madre me pidieron entregarles la prepa y luego dedicarme al béisbol, pero si fracasaba, tenía que volver a estudiar una carrera. Ya nunca regresé”.

El camino hacia el profesionalismo no fue fácil. Primero fue rechazado por el equipo de sus amores, los Leones de Yucatán, pero siguió peleando y logró cabida en un club pequeño, los extintos Langosteros de Cancún.

De ahí fue enviado a los Reales de Kansas City y, guiado por Luis Silveiro, buscó un lugar en el mejor béisbol del mundo, pero de nuevo sufrió un retroceso al ser enviado de vuelta a México.

Borges siempre vio hacia MLB y México no era su principal opción, pero de nuevo luchó por lograr su fin.

Tras una buena temporada como short stop de Cancún, la recompensa llegó al ser llamado a los Leones, donde por 12 años fue insignia, coronado como campeón y un héroe local. Luego en Saltillo con los Saraperos, logró en cuatro temporadas ser el consentido de la afición.

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Cortesía: Luis Borges 11

Desde su abuelo y madre, de quienes aprendió la importancia de la familia, hasta sus excompañeros de profesión a quienes copió disciplina, trabajo y esfuerzo, Borges sabe que ir detrás de los que hacen bien las cosas es básico para ser exitoso.

Luis tuvo muchos ejemplos de sus mánagers a lo largo de su carrera, pero menciona a su compañero en el cuadro de los Saraperos, José Manuel “Manny” Rodríguez, como uno de los más importantes.

“Nunca se cansa, siempre está entrenando”, dice del pelotero que por años ha mantenido excelente números y es constantemente buscado por los mejores equipos.

“Obviamente cuando eres joven sales a los antros, te la pasas viajando, pero llega un momento cuando sabes que eres bueno y llegaste a nivel que tienes que decidir”.

Borges sabe que esa elección de llevar una vida limpia y siempre llegar antes a las prácticas lo llevó a donde está ahora y lamentablemente no fue el ejemplo que siguieron muchos de sus excompañeros.

“Yo tenía otro enfoque, ya sentía que lo que hacía que no era suficiente, me sentía igual que la mayoría”

Luis BorgesExpelotero profesional

“Con esto te digo todo, una temporada estaba bateando arriba de .300 y llegaba antes que todos a la práctica”, dice el meridano, “un compañero me dijo que yo no lo necesitaba porque estaba mejor que todos, pero lo corregí, le dije que yo quería batear .400”.

Esa clase ambición fue la que lo llevó a siempre ser titular en todos sus equipos, llegar a ocho juegos de estrellas y ganar una nombramiento como Jugador Más Valioso, y luego de su retiro, ser reclutado por una organización de Grandes Ligas.

Luis Borges usó el número 11 en el dorsal durante sus 18 temporadas en la Liga Mexicana de Béisbol; sus ídolos, los también yucatecos Géner Rivero y Juan José Pacho usaban el 1 y así rindió homenaje a quienes lo inspiraron a dedicarse a la pelota profesional.

Pero más allá del homenaje, estos dos personajes que lo inspiraron a jugar las paradas cortas también fueron protagonistas de su primera gran oportunidad.

“El Vampiro”, como lo llamaron en su etapa con Saltillo, creció viendo jugar a Géner cuando su abuelo empezó a llevarlo al estadio y luego a Pacho cuando la mamá de un compañero de equipo lo invitó a vender refrescos en el Parque Kukulcán.

“Yo vendía refrescos porque así podía pasar a ver el juego, ahí vi a Pacho, tremendo jugador”, recuerda el joven que luego pisaría el terreno como pelotero.

Cuando el retiro de Pacho fue anunciado, Borges sabía que la oportunidad se abría para jugar en su equipo de la infancia y no la desaprovechó. Por 12 temporadas fue referente y logró un campeonato en 2006.

Otra ventana importante se abrió hace poco, cuando preparado para una nueva temporada con Saraperos, una llamada llegó mientras estaba con su familia en Mérida.

En buena forma física, sin lesiones, pero aún sin contrato firmado, la propuesta de ser buscador de talento para los Piratas de Pittsburgh estaba en puerta. Dejar ir esa oportunidad no era una opción.

Ahora, a base de trabajo y preparación, el nuevo nombramiento como entrenador de infielders ha llegado y con él un paso más a la meta final.

“Yo quiero ser coach de Grandes Ligas, es mi meta y ¿por qué no?, el primer manager mexicano”.

Como hombre de retos, Luis Beltrán Borges Burgos sabe que con trabajar de la misma manera que lo ha hecho y con el apoyo de su esposa e hijos, esa meta llegará tarde o temprano, siguiendo siempre su guía a base de esfuerzo, constancia y siempre ganas de ser el mejor en todo.

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Fuente: Cortesía: Alejandro Rodríguez