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Los peligros de la creciente deuda de Estados Unidos

Fuente: Cortesía

La deuda de un país es la suma de la deuda de su gobierno federal. En el caso de Estados Unidos, ha excedido los 21 billones de dólares en el primer trimestre de 2018, según el US Debt Clock, y se considera como la mayor deuda soberana del mundo, igualable a la de la Unión Europea. Este déficit supera al PIB; es decir, el país podría tener problemas para pagar su deuda, lo cual resulta preocupante tanto para Estados Unidos como para los tenedores de deuda.

Dos terceras partes de la deuda está colocada con inversionistas —personas, compañías y gobiernos extranjeros en forma de T-bills, notas y bonos del Tesoro. El Departamento del Tesoro le debe a divisiones como el Departamento de Seguridad Social y otros fondos fiduciarios, mismos que han obtenido rendimientos durante años. El gobierno federal utiliza estos rendimientos para pagar las deudas de otros departamentos, pero dichos valores vencerán a medida que las personas en edad de retiro opten por su derecho de jubilación en los próximos años.

Hay cuatro causas del tamaño de la deuda. Primero: la acumulación de déficits presupuestarios federales. Cada nuevo programa y reducción de impuestos se agrega a la deuda. El mayor déficit es el del presidente Obama, quien agregó el paquete de estímulo de la Ley de Recuperación y Reinversión Estadounidense y los recortes de impuestos, iniciativas que detuvieron la crisis financiera de 2008, y se añadieron 600 mil millones de dólares al año en gastos militares.

Segundo: cada Presidente ha recibido préstamos del Fondo de Seguridad Social, mismo que obtuvo más ingresos de los que necesitaba a través de los impuestos a la nómina. Idealmente, este dinero debería haberse invertido para estar disponible cuando los empleados comiencen su retiro; sin embargo, el Fondo fue “prestado” al gobierno para financiar un gasto mayor. Este préstamo sin intereses ayudó a mantener bajas las tasas de interés de los bonos del Tesoro, lo que permitió un mayor financiamiento de la deuda, pero debe pagarse mediante el aumento de impuestos cuando los retiros vayan ocurriendo.

En tercer lugar, países como China y Japón compran bonos del Tesoro para mantener sus monedas bajas en relación con el dólar. Están felices de prestar a Estados Unidos, su mayor cliente que seguirá comprando sus exportaciones. Aunque en este último año China ha reducido su posición en deuda de Estados Unidos, siendo alrededor de 1.17 billones de dólares en enero de este año.

Por último, el 9 de febrero de 2018, Trump suspendió el techo de la deuda hasta el 1 de marzo de 2019, de lo cual se estima que la deuda ascienda a 22 billones de dólares para marzo 15 de 2019.

A corto plazo, la economía y los estadounidenses se benefician del gasto deficitario gracias a que impulsa el crecimiento económico. El gobierno federal paga los equipos de defensa, la atención médica y la construcción de edificios, contrata empresas privadas que, a su vez, contratan nuevos empleados, gastan sus salarios en gasolina, comestibles y ropa, impulsando la economía.

A largo plazo y a medida que aumenta la relación deuda/ PIB, los tenedores de deuda percibirán un mayor riesgo y exigirán una mayor tasa de intereses, lo que disminuiría el crecimiento de la economía americana.

La menor demanda de bonos del tesoro, dado el riesgo percibido, ejercerá una presión bajista sobre el dólar y, a medida que su valor disminuye, los tenedores extranjeros reciben un reembolso en una moneda que vale menos. Esto reduce más la demanda de los bonos del Tesoro y los Estados Unidos deberán pagar altos montos por el interés. La cantidad de gasto federal de hoy apunta a altos pagos de intereses sobre la deuda en el futuro cercano.

El Congreso se está dando cuenta de que enfrenta una crisis de deuda. En los próximos 20 años, el Fondo Fiduciario de la Seguridad Social no tendrá suficiente para cubrir los beneficios de jubilación prometidos. Esto podría significar impuestos más altos una vez que la alta deuda de los Estados Unidos excluya otros préstamos de otros países, siendo más probable que el Congreso reduzca los beneficios a que aumente los impuestos, lo cual afectaría principalmente a los jubilados menores de 70 años e incluso a quienes no dependen de la Seguridad Social para financiar su jubilación.

La autora es Profesora del Departamento de Finanzas y Contabilidad y Directora de Proyectos Académicos, Escuela de Negocios, Región Norte.

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