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Me Retiro… ¿Y luego qué?

Fuente: Cortesía

Existe una realidad innegable: Hoy vivimos más y mejor que antes. Mientras en 1930 las personas vivían en promedio 34 años; en 2018, el estimado es de 75 años. Y aunque aún estamos lejos de países como Japón, Suiza y Singapur, donde se vive en promedio 83 años; podemos decir, sin temor a equivocarnos, que esta tendencia seguirá a la alza.

¿Cómo podemos pensar entonces que un hombre o mujer de negocios realmente puede jubilarse a los 65 años? Claro que es posible que cambie su rutina, pero definitivamente no podrá lidiar con la inactividad… Y si es fundador(a) de una empresa familiar, la probabilidad de que trate de organizar un golpe de estado para volver al poder es ¡Altísima!

Es cierto que existen personas de 65 años que se agotan al asistir a una reunión de tres horas y se olvidan de cosas importantes. Pero también hay otros que a los 85 conducen sin problema y responden un correo electrónico desde su celular. En efecto, han sido capaces de mantenerse activos física y mentalmente, de re-aprender y de actualizarse profesionalmente. Dicen que los 40s son los nuevos 30s… ¿Qué son entonces los 60s?

Claro que jubilarse es importante no sólo para poder otorgar espacio a las nuevas generaciones, sino también para re-enfocar nuestras actividades, tiempos, deseos y pasiones. Y es que ¡No es lo mismo jubilarse para hacer algo más enriquecedor, que para quedarse sentado en casa!

A la pregunta, ¿qué voy a hacer si me jubilo? Yo suelo responder: “Seguir trabajando,… de forma diferente y algo alejada de la operación del negocio familiar, pero trabajando a fin de cuentas”. ¿Cómo? Algunas opciones que propongo son:

1.-Nuevos proyectos personales; nuevos negocios.

Iniciar otro tipo de negocios (usualmente no-relacionados con la empresa familiar) suele ser una buena forma de utilizar nuestro tiempo. Y es que, si nos mantenemos saludables, tendremos por lo menos otros 20 años más para ejercer nuestro conocimiento y agudeza empresarial—un ciclo completo a nivel generacional. ¿Quién dice que uno de nuestros nietos no podría interesarse en esta nueva aventura empresarial?

2.- Actuar como “Business Angel” para las siguientes generaciones—familiares o no familiares.

Participar en proyectos empresariales como inversor y asesor puede ser un medio para mantenerse al día en temas tecnológicos y de desarrollo de negocios. De la misma forma, es una manera de contribuir al ecosistema emprendedor y de formar empresarios. Obviamente se tiene que analizar el proyecto, encontrar una buena forma de estructurar la propiedad de la nueva empresa, aclarar los derechos con que se cuenta y definir los tiempos de salida del capital (entre otros).

3.-Participar como Consejero de nuestra propia empresa, o de otros negocios u organizaciones no lucrativas.

Continuar en activo como Consejero es estimulador, atractivo y permite seguir aprendiendo. Y es que, tomar decisiones conlleva un esfuerzo intelectual. Lamentablemente, no siempre somos conscientes de que podemos estar perdiendo capacidades. En este sentido, debemos confiar en que alguien nos valore regularmente, nos aconseje y nos ayude a estructurar el futuro.

Sin duda alguna, la jubilación—estando sano y con voluntad de tener actividad profesional—provee nuevos comienzos, nuevos proyectos e ilusiones y muchas satisfacciones. Y es que, “dejarles hacer” no quiere decir que “yo no haga” ¿O sí?

Moraleja: ¡Sí hay vida después de la empresa familiar!

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.