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Nigeria, tan cerca de la piratería y tan lejos de los derechos de autor

LAGOS, NIGERIA. Con una sonrisa forzada, Seyi Shay, estrella musical de Nigeria, estuvo por horas bajo los ardientes reflectores de un estudio de cine para grabar un video. Tres cambios de guardarropa, dos pelucas y múltiples retoques después, ella seguía al pie del cañón, cantando trocitos de su tema una y otra vez.

“¡Mas energía!”, le pedía un productor detrás de las cámaras.

“¿Cómo cree que voy a estar contenta? Esta no es una canción feliz”, respondía Shay suspirando.

“Un poco más de actitud”, pedía el productor.

“¿Actitud?”, preguntó Shay.

“Sí, pues, atrevida, sensual… todo eso.”

Al otro lado de la ciudad, sus laboriosos esfuerzos por cultivar a sus seguidores a lo largo de los años estaban rindiendo frutos. Frutos para otros.

En un mercado a un costado del desagüe, docenas de clientes se formaban con sus teléfonos y sus unidades USB, entregando ansiosamente su dinero a unos piratas con computadoras portátiles para cargar las canciones de Shay. Ella, por supuesto, no gana nada de esas ventas.

“Aquí nadie se interesa por las reglas”, afirma Shay. “Todo es como en la época de los vaqueros.”

En todo el mundo, los artistas le restan importancia a la venta ilegal de sus obras. Pero el problema de la piratería en Nigeria está tan arraigado, que a los piratas les preocupa que les roben sus copias ilegales. Y así, los discos que venden llevan una etiqueta que advierte que “no está permitido prestarlos”.

En Lagos, la ciudad más grande de África, las tiendas de música legítima son raras, los servicios de difusión por Internet no se han afianzado y los fans acuden en masa a los mercados como Computer Village, con sus hileras de sombrillas amarillas a la sombra de las cuales se venden descargas ilegales.

Por toda la ciudad se producen miles de discos compactos piratas todos los días, y algunos artistas incluso pagan por aparecer en ellos, con la esperanza de que esa difusión valga la pena.

Pero ahora, la industria de la música del país está tratando de ponerle un alto a todo ese robo, con la esperanza de sacarle provecho a la creciente popularidad de la música nigeriana.

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Piratería

La música nigeriana –y en particular la afrobeat– está viviendo una edad de oro. Suena a todo volumen en el vestíbulo de los hoteles, en las salas de espera de los aeropuertos, en los centros nocturnos y en docenas de estudios improvisados donde los jóvenes sueñan con el estrellato en esta atestada y recalentada ciudad.

Mientras que en muchos países existen tribunales y juristas dedicados a casos de propiedad intelectual, los artistas de Nigeria apenas recientemente empezaron a buscar la protección de sus derechos. Se quejan de que las leyes que los protegen se invocan tan pocas veces que algunos jueces ni siquiera saben que existen.

Los cantantes están presionando ahora a las compañías de teléfonos celulares para que les paguen más dinero por usar sus canciones. Asimismo, el gobierno anunció recientemente una campaña para proteger la propiedad intelectual y la comisión encargada de los derechos de autor estableció un instituto para capacitar a músicos y jueces sobre los derechos de los artistas.

“Estamos tratando de cambiar el concepto público del uso de la música”, afirma Chinedu Chukwuji, director general de la Sociedad de Derechos de Autor de Nigeria. “La música está en todas partes pero nadie sabe que tiene dueño.”

Los ejecutivos de la industria están tratando de aprovechar el malestar económico de Nigeria como grito de batalla, alegando que las ventas legítimas no solo benefician a los músicos, sino que también podrían ayudar a una economía que se ha hundido en la recesión a causa de la caída de los precios del petróleo.

“Ya no estamos recibiendo ingresos por el petróleo, así que sostenemos que la música es el nuevo crudo”, señala Aibee Abidoye, gerente general del Grupo Chocolate City y 5ive Music, que busca el pago de regalías a nombre de tres disqueras de Lagos.

Es evidente la demanda por la música nigeriana. Disqueras internacionales como Sony Music Entertainment se están estableciendo en Lagos. Y cantantes como Shay, que pasó gran parte de su infancia en Gran Bretaña, se sienten atraídas a regresar.

El año pasado, Wizkid, uno de los artistas más populares de Nigeria, llegó al primer lugar de las tablas de sencillos en Estados Unidos con una canción afrobeat en colaboración con el rapero canadiense Drake. Este año lanzaron otra canción.

Pero, para muchos artistas, mientras más populares son, más se roban su música. La música nigeriana ilegal se apila al lado de miles de otros discos pirateados en el mercado internacional de Alaba en Lagos.

“No existe una estructura adecuada para que nosotros ganemos dinero”, señala Falz, rapero y compositor nigeriano.

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Nigeria

Apple Music ofrece streaming en Nigeria, pero el servicio se ha visto acosado por problemas debido a la crisis de divisas del país. Incluso los conciertos, que son lucrativos para los artistas de cualquier parte, aquí se han recortado pues los patrocinadores sienten la punzada de una economía amarga.

En Nigeria, los músicos rara vez buscan que se les paguen regalías. Los artistas se quejan de que incluso la industria fílmica del país sistemáticamente usa sus obras sin permiso y, por supuesto, sin pagarles.

“Cuando uno crea una obra y después la saca al público, esta se desperdiga”, señala Harrysong, cantante nigeriano conocido por su éxito “Mandela”.

La Sociedad de Derechos de Autor de Nigeria ha presentado demandas, organizado protestas, celebrado conferencias y distribuido volantes para explicar a las empresas la ley de derechos de autor. Su presidente, Chukwuji, señala que su organización está combatiendo a la principal compañía de telefonía móvil del país, MTN, que les paga a los artistas por usar trocitos de sus canciones.

El uso de teléfonos celulares ha estallado en Nigeria en los últimos años y los repiques de canciones –los compases por lo que los usuarios pagan para que se escuchen cuando entra una llamada– son enormemente populares.

Como resultado, MTN, con oficinas centrales en Lagos, se ha convertido en una de las principales fuentes de ingresos para los artistas nigerianos. De hecho, los repiques de música nigeriana, como “Mandela” de Harrysong, son mucho más populares que las canciones de Snoop Dog o cualquier otro cantante estadounidense, según MTN.

“La música siempre ha sido parte del tejido de Lagos. Lo que ha cambiado es la posibilidad de ganar dinero con ella”, explica Richar Iweanoge, gerente general de mercadotecnia de consumo de MTN, considerada el distribuidor de música en línea más grande de Nigeria. “Para nosotros, como compañía nigeriana, es un privilegio apoyar a los artistas locales.”

Pero la sociedad de derechos de autor ha acusado a MTN de no darles a los artistas la proporción justa de las ventas. Funcionarios de MTN reconocieron que recientemente la compañía renegoció los contratos de repiques pata favorecer a los artistas.

“Las cosas cambian”, afirma Iweanoge. “Siempre nos conviene que los artistas reciban una participación justa.”

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nigeria pirata

En la próspera isla Victoria de Lagos, artistas famosos se preparaban para presentarse en el lujoso hotel Eko. Algunos de las mayores estrellas de la música nigeriana se reunieron en la sala verde: Harrysong, Falz, Lil Kesh, vector y el dueto de hip-hop Skuki.

A ninguno de ellos se les iba a pagar, pese a que los asistentes habían pagado su boleto. Pero los músicos aceptaron presentarse sin cobrar, con la esperanza de darse a conocer a un nuevo mercado.

En una habitación del hotel, pisos arriba, una maquillista le aplicaba base a Shay. Ella estornudó dentro de una pequeña nube de polvo de maquillaje.

Shay les ha pagado a varios blogs de música para ser escuchada. En una ocasión permitió que una de sus canciones se usara gratis como fondo de un popular juego de video.

Pero ahora los fans la cubren de elogios cuando llega a un centro nocturno. Ella vive en un departamento dentro de un fraccionamiento cerrado y su chofer la lleva a todos lados.

En su séquito hay un asistente personal y una peinadora. Recientemente fue a Sudáfrica para presentarse y obtuvo un acuerdo de patrocinio con una compañía china de telecomunicaciones. Su rostro aparece en las carteleras de Pepsi en Lagos. Y no hace mucho fue contratada por la disquera británico-estadounidense Island Records.

Tratando de relajarse en un restaurante Tex-Mex en Lagos después de una presentación, Shay bebía una margarita cuando un cantinero la interrumpió para preguntarle cómo podía mostrarle su música. Ella le dijo que le enviara una demo por correo electrónico.

“Hay que hacer el trabajo uno mismo”, le aconsejó. “Nadie lo va a hacer por ti.”