Inicio México No debemos dejar que lo urgente cancele lo estratégico

No debemos dejar que lo urgente cancele lo estratégico

Pablo de la Peña Sánchez.Fuente: cortesía

En días pasados un buen amigo y yo estuvimos repasando los últimos acontecimientos políticos y económicos del país. Iniciando, como era de esperar, por el análisis de las razones expuestas por Carlos Urzúa en su carta de renuncia a la Secretaría de Hacienda, coincidimos en que esa carta es un resumen conciso de lo que se observa desde afuera, particularmente la toma de decisiones de política pública sin el suficiente sustento.

El presidente López Obrador dejó ver en la presentación de Arturo Herrera como nuevo Secretario de Hacienda, que las decisiones del gobierno federal responden a una estrategia de transformación y cambio de régimen. Sin embargo, para otros ojos menos crédulos nos parece que son decisiones voluntariosas cuyos efectos serán negativos para el balance público y potencialmente para la competitividad del país.

Sin lugar a duda, el modelo económico mexicano ha sido inefectivo en su tarea de reducir la excesiva brecha económica y educativa que tenemos en el país. El problema social en México no se particulariza meramente por la diferencia entre los que ganan mucho y los que ganan poco por el producto de su trabajo; sino también por la escasa, y en muchas ocasiones nula, educación de calidad que tenemos a lo largo y ancho del país.

La deficiencia educativa genera distorsiones en las oportunidades económicas de los individuos y si no se resuelve puede perpetuar la diferencia social a lo largo de la vida de las personas. Sin embargo, esta deuda social – a mi parecer – no es culpa exclusiva del modelo económico de las últimas décadas en nuestro país; sino por el enquistamiento de una estructura política perversa alimentada por la corrupción desde hace más de 5 décadas.

No importa cuál sea el sistema o modelo económico, la corrupción es el veneno para el funcionamiento efectivo de cualquier modelo económico. No importa que se implemente un cambio de régimen con la 4T, si la corrupción persiste tampoco tendrá los resultados deseados. Es muy loable poner más atención en resolver las necesidades sociales del país, es indispensable eliminar las fugas económicas causadas por la corrupción, y es necesario llevar educación de calidad a quienes carecen de ella, pero no podemos perder de vista que México está inmerso en un mundo cada vez más competido, más demandante y más interdependiente.

Justo discutíamos esto cuando mi compañero de reflexión me dijo – precisamente por eso, no podemos dejar que lo urgente cancele lo estratégico. La frase resonó fuertemente en mi porque justo había estado revisando el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 recientemente publicado en el Diario Oficial de la Federación, mismo que apareció en la Gaceta Parlamentaria de la Cámara de Diputados el 30 de abril, en el cual se enfatizan dos cosas; una crítica al modelo económico neoliberal, pero sin reconocer que dicho modelo fue resultado de la ineficiencia del modelo centralista, paternalista y presuntamente de bienestar que nos dejó el PRI; y dos, una enfática ideología política rescatista sin congruencia económica y mucho menos con visión de futuro.

Es indispensable atender las necesidades sociales de nuestro país, sin duda; pero hay que hacerlo mirando hacia el futuro y no con la vista en el espejo retrovisor; y más importante aún, hay que asegurar tener recursos económicos suficientes para no menguar la capacidad productiva y competitiva de nuestro país.

El autor es Decano de la Región Norte de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno, del Tec de Monterrey.

Opine usted: [email protected]

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.