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No es lo mismo ser borracho, que ser cantinero

Fuente: Cortesía

Un buen amigo comentó el otro día acerca del encontronazo con la realidad que está teniendo el equipo de AMLO y él mismo; lo dijo de manera muy coloquial y divertida (¿gráfica también?): “No es lo mismo ser borracho, que ser cantinero”

No es lo mismo estar en campaña que ser ahora el Presidente electo y que además, para efectos prácticos, ya está despachando. Se ha escrito mucho acerca de este tema y sobran los ejemplos. Veamos uno: Sí al aumento de pensiones para los adultos mayores…solo que la edad de retiro será mayor. ¿Se imagina si el todavía Presidente Peña Nieto hubiera propuesto esta reforma y sale con que a Chuchita la bolsearon? No se la hubiera acabado y se le hubiera acusado de seguir queriendo explotar a los adultos mayores.

El mismo hecho o política propuesta es aceptable si es pronunciada por un personaje político, pero si es propuesto -a la letra- por otro más, sería inaceptable para la gente. ¿Quién está mal, entonces? ¿los políticos o nosotros? Nos gusta que nos mientan y casi no son buenos en eso los políticos.

El tan mentado ahorro por combatir la corrupción resulta que no es como que -supongo que así se lo imaginaban- se tendría un depósito a la vista por miles de millones de pesos y se tomarían los recursos para hacer frente a las promesas de campañas. Ya se están dando cuenta de que no es así, pero no les importa. La justificación se ha presentado a manera de meme: “AMLO no dijo eso. Y si lo dijo, no se refería a eso, entonces tú no entendiste. Y si entendiste, entonces no es tan malo. Y si es tan malo, otros han dicho cosas peores”.

El combate a la corrupción ciertamente es muy importante, pero quizá la eficiencia de los servicios y entidades públicas sea más importante. Este tema se tocó en un panel que me pareció muy interesante en la Residencia Americana del OneMBA en Washington, DC. Se trató de cómo algunas agencias de servicios sociales (entre ellas la del famoso Obama Care) trabajan y resuelven problemas de lo que uno piensa de “el gobierno” como un monolito. Mire que hablamos del país o uno de los países más eficientes del mundo.

Una pregunta que hizo uno de los alumnos, fue de ¿cómo lograr la eficiencia en el sector público, si es un monopolio en muchos de los servicios? Se mencionó una respuesta evidente: el outsourcing. En Estados Unidos se tiene un ratio de cinco “contractors” a un empleado público.

Pero aún así no es la panacea. Comentaron el caso de la privatización de algunas prisiones en USA, y que los presos estaban peor ahora que cuando las prisiones estaban en manos de los gobiernos. Un punto que destacaron fue que el sector público si se equivoca, aparece en las noticias de la noche, pero las ineficiencias o defectos del sector privado quizá nunca salgan a la luz.

Un “takeaway” es que no porque sea más barato no será mejor para el bien social y que tendría que haber servicios y situaciones que responden hasta a temas de compasión, además de que hay actividades inherentes al Gobierno. Se requiere voluntad política para aceptar que no es tan fácil cuando se está del otro lado de la barra.

El autor es Doctor en Finanzas por la Universidad de Tulane; cuenta con la Maestría en Alta Dirección de Empresas, en el IPADE. Se desempeñó como Director General de entidades del área Internacional en Santander Serfin. Es Director del programa OneMBA.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.