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No regalo privacidad

Hace dos meses tomé una decisión que ha tenido buenos resultados en mi vida: cerré mis cuentas de Facebook. Tenía dos. Más de cinco mil contactos. Imagínese usted la cantidad de información que aparecía en mi muro, de gente de quien ya no me acuerdo de dónde salió, o que tiene mucho que no veo.

Quiero compartir algunos datos que encontré: El número de usuarios de la red es de mil 400 millones de personas a nivel global. Cada segundo hay 20 mil personas publicando algo; 79 por ciento de los usuarios accede a través de un teléfono. Cada ocho segundos hay un nuevo usuario en alguna parte del mundo. Cada minuto se envían 150 mil mensajes, y cada 15 minutos hay 49.3 millones de publicaciones.

Según el GlobalWebIndex, en promedio las personas pasamos dos horas diarias en cualquier red social. Eso equivale a pasar un mes al año pegados a las redes. Sólo en Facebook, el promedio es de 21 minutos al día. Hay gente que pasa más, mucho más tiempo.

De una muestra de 33 países, México ocupa el décimo lugar de uso de redes sociales. Por el contrario, países como Japón, Alemania y Francia, los cuales cuentan con una más robusta red de accesibilidad a internet, se encuentran entre las naciones cuyos ciudadanos pasan menos tiempo en redes sociales.

Si lo anterior le parece poco, debe saber que Facebook recauda 1.4 millones de ganancia por minuto. Eso se genera vendiendo publicidad diseñada a la medida de empresas, organizaciones, gobiernos, etcétera.

¿A qué me refiero con publicidad hecha a la medida? A la información que nosotros, los usuarios, proporcionamos. Cada “like”, cada que compartimos o comentamos algo, esos datos se van guardando en un archivo. Facebook puede saber cuánto tiempo pasan nuestros ojos viendo la pantalla. Saben si leemos o no los artículos. Saben si tenemos pareja y si la engañamos.

Toda esa información la tienen guardada y la procesan a través de complejos algoritmos que permiten desarrollar estrategias muy eficientes de publicidad. En resumen, venden nuestras vidas, y como todos estamos ávidos de interactuar, pues tienen mucho que vender.

No te invito a cerrar tu cuenta, como yo. Pero sí te invito a reflexionar seriamente acerca de lo que implica estar en Facebook.

*Profesor del Tecnológico de Monterrey Campus Querétaro

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