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¿Nuevas presiones inflacionarias?

Fuente: Cortesía

La inflación es la tasa de crecimiento de los precios y por lo tanto depende de varios factores, entre los que se encuentran el tipo de cambio y los aranceles. Debido a la guerra comercial en donde Estados Unidos impuso aranceles a las importaciones de México de acero y aluminio, y México respondió en represalia imponiendo aranceles a un grupo de productos, se espera que la inflación suba. Además de lo anterior, el peso ha seguido depreciándose y existe la posibilidad de que se observen choques de oferta ante incrementos en el precio de algunos energéticos.

Aunque la inflación ha descendido por cinco meses consecutivos, la tendencia a la baja se ha desacelerado y podría revertirse a partir de junio. Al interior de la inflación subyacente, el subíndice de mercancías subió a una tasa quincenal de 0.22 por ciento, siendo la tercera más alta en lo que va del año. Si bien a final de mayo la evidencia de un traspaso no es tan evidente, a partir de junio es altamente probable que se comiencen a observar mayores presiones inflacionarias. Cabe señalar que la evidencia de un traspaso de la depreciación cambiaría a la inflación suele reflejarse en la inflación subyacente.

Por su parte, la inflación no subyacente de mayo estuvo explicada en su mayoría por los precios de los energéticos. El incremento quincenal del subíndice no subyacente de energéticos fue de 1.42 por ciento, siendo el más elevado desde enero. Al interior, el precio del gas doméstico LP registró un incremento quincenal de 5.37 por ciento, el mayor aumento desde la primera quincena de enero de 2017, así como un incremento interanual de 21.18 por ciento. Por su parte, el precio de la gasolina de bajo octanaje subió a una tasa quincenal de 0.64 por ciento, mostrando un incremento interanual de 14.74 por ciento.

Aunado a lo anterior, se espera que los aranceles que México impuso a diversos productos de importación provenientes de Estados Unidos, generen presiones inflacionarias adicionales a las asociadas a la depreciación del peso. Con base al valor de las importaciones de México en 2017, se calcula que el costo de las importaciones de los productos gravados por México se podría elevar en 12.2 por ciento. Debido a lo anterior, se espera que la inflación al productor se ubique en una tasa mensual de 0.4 por ciento y una tasa interanual de 6.85 por ciento durante junio, la mayor desde mayo de 2017.

Cabe notar que junio es un mes en el que se espera que el peso se deprecie, por lo que se estima que el tipo de cambio cierre el mes en un nivel superior a los 21 pesos por dólar. Considerando el efecto de traspaso que existe de los precios al productor hacia los precios al consumidor, bajo el supuesto de que serán los consumidores quienes pagarán el aumento en los precios en los productos gravados, se espera que la inflación de junio se ubique en una tasa mensual de 0.58 por ciento y una tasa interanual de 4.84 por ciento.

Estas distorsiones comerciales provocarían que la expectativa de inflación al cierre del año incremente de 3.98 por ciento, nivel estimado previamente bajo un escenario en donde no existían aranceles a la importación de varios bienes por parte de México, a 4.57 por ciento al considerar los efectos de estos aranceles y de una mayor depreciación del peso.

Cabe agregar que, debido a que existe un déficit comercial de acero y aluminio amplio con Estados Unidos, es decir México importa aproximadamente el doble de lo que exporta de esos productos a ese país, se espera que dichos productos continúen siendo importados, pese a que la aplicación de aranceles por parte de México eleve sus precios. Lo anterior explica el incremento en los precios al productor en el corto plazo.

La probabilidad de que Banco de México siga aumentando su tasa de interés se ha incrementado, dados los riesgos al alza para la inflación. Se estima que existe una mayor probabilidad de que el alza ocurra en la reunión del 2 de agosto, luego de las elecciones federales, debido a que el tipo de cambio podría ajustarse a la baja si al mercado “le gusta” el candidato ganador.

La autora es economista en Jefe de Grupo Financiero BASE y profesora de economía en el Tec de Monterrey.

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