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Perder dinero fácil, aquí la fórmula

Leyva

¿Avaricia, desinformación, necesidad, falta de educación financiera? Son algunas de las interrogantes que se hacen las autoridades y usuarios de los servicios financieros cada vez que se presenta un fraude en el sector financiero, sobre todo cuando se destapa algún problema donde, ya sea ahorradores o solicitantes de crédito, ven afectadas sus finanzas.

Ya es común que cada diciembre estallen casos en donde pueden conjugarse diversos elementos que terminan afectando no sólo a los usuarios de servicios financieros, sino también a la industria y a las autoridades financieras.

El caso más reciente es el que se vive en el norte y occidente del país, en donde desde junio la Condusef advertía a los habitantes de Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Baja California y Jalisco que no había forma de que, si pedías un crédito y ‘donabas’ o ‘regalabas’ la mitad a un tercero, estaban obligados a pagar el crédito ante la entidad financiera, que el único responsable era él.

Se dice que son miles de afectados, pero aquí llama la atención cómo fue muy fácil para la empresa Apoyo Emprendedor Sonora, AC (Aempreson) convencer a las personas, particularmente pensionadas o jubiladas, a solicitar un crédito a una institución financiera. Se tiene detectado que eran principalmente clientes de Bancomer, Santander y Banorte, a los cuales les ofrecían el beneficio de que la empresa pagara total o parcialmente las deudas que contraían, a cambio de que el solicitante donará la mitad o más de dicho préstamo, y la gente, sin pensarlo mucho, lo hacía.

Veamos: pides un crédito, das la mitad y no pagarás nada. ¿Eso no es sospechoso? Se cree que la empresa estaba conjugando lavado de dinero y fraude, porque los primeros pagos sí los hizo, como en todo fraude o pirámide.

Es correr la voz de que sí pagan y funcionan para que más personas entren, además del extra de que las reuniones eran realizadas en una universidad pública, en el caso de Sonora, en el auditorio que les prestaban. Las autoridades habrán de investigar por qué y a quién le prestaban o rentaban el auditorio universitario en donde se convencía a los pensionados.

Hoy, la autoridad financiera poco podrá hacer, ya que el crédito fue solicitado por la persona que, creyó, hacia un buen negocio: pedir prestado y no pagar, ya que Aempreson decía también que lo pagaban con programas federales, lo cual tampoco es cierto.

Otro caso se dio en la Universidad Autónoma de Guerrero, en donde, confiados en la caja de ahorro del sindicato, más de 600 trabajadores desde el año pasado siguen a la espera que se les regrese su dinero ahorrado. Ya ni pensar en los intereses, al menos lo ahorrado. Ahí confiaban que, por ser el sindicato y descontarlo de su nómina con el apoyo de las autoridades universitarias, además de ser una ‘caja de ahorro’, estaba garantizado. Pero estas cajas no tienen ningún tipo de respaldo legal ni financiero.

Y en la Ciudad de México, en el corredor del World Trade Center (WTC) continúa el engaño a las personas por parte de una empresa que se cambia constantemente de nombre, en donde ninguna autoridad ha podido actuar. Ofrecen gestionar un crédito a cambio de que la persona pague por la ‘gestoría’, cobran, y la persona no obtiene el crédito. Muchas veces dan sus escrituras y es engañada totalmente. Al ser una empresa, en teoría es la Profeco quien debería actuar. Condusef ha emitido alertas, pero ahí siguen defraudando.

Altos rendimientos por encima del mercado; ofrecimientos de no pagar nada; sin consultar al Buró de Crédito; invertir en la última revolución tecnológica, como el bitcoin o en una empresa Fintech como inversionista. En todos los casos más vale analizarlo bien.

Para ello, como recomiendan los especialistas, “nunca hay que meter todos los huevos en una canasta”. Por lo pronto, la moneda está en el aire.

Twitter: @JLeyvaReus

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