La educación, desde una visión social, es un proceso mediante el cual se transmiten los valores y formas de vida de una generación a otra. Los avances de las nuevas tecnologías y el impacto de las redes sociales en nuestra vida diaria nos hacen ver que esta comunicación de la cultura se ha transformado en un proceso complejo.
De hecho, sabemos que, con el impacto de las nuevas tecnologías, el aprendizaje humano tendrá un cambio permanente por los avances de las ciencias. Los desarrollos tecnológicos, la comprensión de las neurociencias y la medición de procesos de estudio crean la base para un cambio radical en la enseñanza. Entre las evidencias de estas transformaciones tenemos los procesos de realidad aumentada y virtual que generan oportunidades de entrenamiento activo.
Es curioso ver a niños y jóvenes atrapar un Pokémon que sólo existe en la pantalla de un celular y que les sirve de ventana a una realidad alterna. De la misma forma se han creado laboratorios de práctica con realidad aumentada y virtual que, lo mismo permiten desarrollar habilidades de manejo de un auto, como adquirir una competencia profesional por la práctica de una cirugía ocular con láser.
A pesar de los avances en inteligencia artificial y el desarrollo de capacidades intelectuales por implantes computarizados, el aprendizaje social y en colaboración permanecerá. La razón es básica: somos seres sociables por naturaleza. Desde el momento de la concepción interactuamos con nuestra madre y desarrollamos nuestras conductas, conocimientos y valores en comunidad. La familia, los amigos y la sociedad son núcleos sociales de formación. De hecho, la integración de personas de distintas perspectivas del conocimiento para resolver un problema común o desarrollar una nueva forma de hacer un proceso es más vigente que nunca.
Esta visión multidisciplinaria cambia la labor del profesor, no nos importará un maestro que conozca mucho, dado que la información tendrá un desarrollo exponencial y caduco. Nos interesará un docente inspirador que saque lo mejor de cada uno de nosotros; nos escuche y rete a desarrollar nuestros talentos; genere duda para construir certeza; fomente equipo y resalte nuestra individualidad; dirija al grupo y nos impulse a crecer; estimule nuestra mente y toque nuestro corazón; nos acompañe en los problemas y nos enfrente a resolverlos. En fin, un educador inspirador que nos vea a los ojos y marque su clase con su testimonio cambiando nuestra vida un día a la vez. Esto, profundamente humano, es educar transformando vidas, generando sociedad e impulsando a México cambiando al mundo.
*Rector Institucional de Aliat Universidades
