Inicio México Rosa Nelly Trevinyo: Límites para… ¿Socios?

Rosa Nelly Trevinyo: Límites para… ¿Socios?

En la columna pasada comentamos por qué establecer límites—esas normas de comportamiento que ponemos a la gente con la que convivimos—es necesario y saludable para la dinámica familiar. En esta columna, les comparto por qué establecer límites con nuestros socios, ya sean familiares o no, también es esencial en la dinámica empresarial.

Cuando fijamos un límite, le estamos indicando a los demás lo que toleraremos y lo que no; lo que queremos de un socio y lo que no. Así que, antes de fijarlo, lo primero a tener en cuenta es, ¿por qué queremos entrar en, o continuar con, la sociedad empresarial? ¿Queremos lo mismo a nivel de negocio? ¿Tenemos valores similares? ¿Qué aporto yo? ¿Qué me aporta mi soci@? ¿Somos complementarios?… En el mundo de los negocios, lo que no suma, resta.

Luego de entender nuestras fortalezas y cómo éstas aportan valor a la empresa, hay que revisar o establecer—siempre por escrito—las reglas del juego. ¿Qué participación accionaria le pertenece a cada uno? ¿Quién es responsable de qué? ¿Qué gastos serán compartidos y cuáles no? ¿En qué asuntos decido yo mismo y en cuáles decidimos juntos?

También es importante determinar cómo se calculará la compensación; quién gestionará las finanzas de la empresa y cómo; quién atenderá los asuntos legales; cómo se informarán los resultados, y cómo se dividirán las ganancias.

Finalmente, es crucial definir y comunicar cuáles son esos límites que marcarán la pauta para continuar unidos o no, y cuáles serán las consecuencias de “romperlos”. Pregúntate: ¿Qué no estoy dispuesto a tolerar? ¿Qué quisiera que pasara si estos criterios no se cumplen?

Como asesora de dueños de empresa y consejera de negocios nacionales e internacionales, he comprobado, a lo largo de mi trayectoria, que existen 4 Límites Esenciales para que las relaciones societarias funcionen y sobrevivan:

1. No Abusarás de la Confianza de los Demás Socios… Ni los Defraudarás.

Lo que se traduce en… no incurrirás en robo, fraude, conflicto de interés, desvío de recursos, manejo “discrecional” de préstamos empresariales para uso personal, etc… Un buen socio, no pasa por encima de los demás, ni se los lleva de encuentro. Un buen socio, entiende que las decisiones unilaterales causan conflicto. Y es que, al final, mi derecho como socio termina donde comienzan los derechos de mis demás socios.

2. No Actuarás como un Ente Tóxico… Ni Causarás Conflicto Intencionalmente.

Lo que quiere decir que no recurrirás al chantaje o a la manipulación para causar conflicto o paralizar decisiones—con tal de lograr tus propios objetivos. Un socio tóxico discute inagotablemente, se opone consistentemente a lo que los demás proponen (“no estoy de acuerdo”, “no creo que funcione”, “háganlo Ustedes, a mí no me convence”) y vende su voto al mejor postor (tal cual un mercenario). Por el contrario, un buen socio se compromete a aceptar e implementar las soluciones que más beneficien a la empresa, y no utiliza presiones ni amenazas para sacar provecho a título personal.

3. No Ignorarás los Deseos de los Demás Socios… Ni Impondrás tu Poder Ciegamente.

La indiferencia causa desunión; y la desunión, separaciones patrimoniales. Justamente por ello, debemos tener la humildad para escuchar y la inteligencia para cambiar la propia opinión. Ser dueño implica no sólo tener poder legal, sino también autoridad moral. Y ésa sólo se gana con respeto, mesura, participación y comunicación. El poder sin autoridad es una bomba de tiempo. Tarde o temprano, los sentimientos de injusticia y revancha aparecen, provocando un golpe de estado por parte de los “demás socios”.

4. No te Sentirás Más Dueño que los Demás… Ni Querrás Apropiarte de sus Derechos.

Trabajes o no en la empresa, la propiedad legal es la propiedad legal. Entender que la propiedad psicológica no otorga más derechos patrimoniales de los que ya tienes, es un “must” de los buenos socios. A veces, quien lidera el negocio se siente más dueño que los demás, se comporta de forma controladora y autoritaria, toma decisiones sin informar a nadie y gestiona el patrimonio de todos a su criterio y conveniencia. ¡Cuidado! Pensar que puedes hacerlo porque eres el único que trabaja en la empresa es una falacia… O qué, ¿acaso no cobras sueldo?

En conclusión: Entre socios, el respeto al patrimonio ajeno es la paz. La lealtad y el compromiso a un sueño empresarial compartido (sociedad) sólo se mantienen cuando comunicamos nuestras expectativas; acordamos por escrito el tipo de relación societaria que queremos; y establecemos claramente los límites que definirán nuestra convivencia. ¡No dejes de hacerlo!

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