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Rosalía ‘se mueve’ entre los tablaos de Madrid y los hipsters de Coachella

Hay quien dice que Rosalía es tan postiza como sus uñas. El crítico Alberto Vogel no tiene duda: “nos están vendiendo humo”.

La realidad es que sólo unas cuantas personas pueden jactarse de tener el mundo a sus pies con 26 años. Rosalía es una de ellas. Un día puede pasearse por los tablaos de Madrid y otro conquista a hordas de hipsters en Coachella.

Sus canciones pueden sonar desde Times Square hasta los rincones más gitanos de Jerez de la Frontera.

En entrevista con El Financiero, reconoce que así se mueve ella: entre espacios vernáculos y globalizados; tradiciones y mainstream. Mundos aparentemente irreconciliables que aprehendió desde su adolescencia en el área metropolitana de Barcelona, donde disfrutaba por igual las fiestas al ritmo de Don Omar que la salvaje voz de Camarón de la Isla emergiendo de un coche tuneado.

Es así que Rosalía sorprendió al mundo con una fusión de flamenco, trap y hip hop, que ha dividio opiniones. En todo caso, las casi 79 millones de reproducciones de Malamente en Spotify y otras 69 millones en YouTube muestran que el pop ya no tiene prejuicios contra la lengua de Cervantes.

“La música no tiene dueño”, argumenta la cantante, poco antes de posar frente a las cámaras con una actitud de diva que parece nata, pero a la que todavía no está tan acostumbrada; hace dos años ni siquiera tenía disquera.

El mal querer (2018), su segundo álbum, lo hizo en un pequeño estudio, con un par de computadoras, en colaboración con El Guincho, su productor. Después Sony Music la fichó como su mayor apuesta del año, pero el concepto ya lo tenía ella en la cabeza desde mucho tiempo atrás, cuando egresó de la Escuela Superior de Música de Cataluña con un objetivo: llevar una novela del siglo XIII, Flamenca, a lo que más le apasiona del pop: su capacidad incluyente.

Con una postura a favor del aborto legal y el empoderamiento de la mujer, pronto se convirtió en un fenómeno comercial y ganó dos Grammy. En las últimas cuatro semanas conquistó los festivales de Coachella (EU), Ceremonia (México) y Lollapalooza (Chile y Argentina).

La música no tiene dueño
Rosalíacantante

Rosalía Vila Tobella cuenta que creció en el polígono industrial del Baix Llobregat de Barcelona, una región conocida por haber sido el bastión de los movimientos obreros antifranquistas de los años 70 y adonde en los 90 llegó una gran ola de trabajadores marroquíes, tunecinos y argelinos. De hecho, es la segunda comarca de Cataluña con mayor cantidad de inmigrantes extranjeros, según la Generalitat.

Allí, dice, descubrió que ninguna cultura es homogénea y que en la música “todo se ha inventado ya”. El reto, afirma, consiste en contar las mismas cosas, de diferente manera. Por eso hace caso omiso a las críticas que recibe en su país por apropiarse de una cultura flamenca que no es suya.

“Crecí en una parte de Cataluña en la que hay una mezcla muy grande de culturas; la cultura andaluza está muy presente. Cualquier persona que sea de ahí te lo puede decir. Eso me condicionó mucho a nivel personal, musical y visual. Se puede notar no sólo en mis canciones, sino en la iconografía de mis videos, en los que hay elementos tradicionales de mi país como los toros o la religión, pero también símbolos más contemporáneos y urbanos, como los autos deportivos o los tráileres de la zona industrial donde crecí. Y me encanta que todo eso se vea reflejado en mi trabajo. Creo que ninguna música le pertenece a nadie”, comenta.

Cuando quiere defenderse de sus detractores, Rosalía arguye que estudia flamenco desde los 13 años. Pero no por ello, dice, se impondrá fronteras. Asegura que aprende por igual de Bach o la Paquera de Jerez que de Leonard Cohen, Héctor Lavoe o Kendrick Lamar. Sin prejuicios hacia la música urbana, hace un par de semanas lanzó Con altura, en colaboración con J Balvin, un reguetón que se ha colado con gran fuerza en Estados Unidos, donde este estilo ocupa el número uno en reproducciones digitales, de acuerdo con datos de Spotify y Nielsen Music.

“En enero trabajé en un estudio de Los Ángeles con Billie Eillish, quien sin duda es mi artista favorita de esta generación”, comparte. Y es que, cada que visita un país, busca un estudio y se mete a trabajar el tiempo que pueda. Así se nutre con los sonidos y los músicos locales de cada lugar que visita.

Rosalía es una ciudadana del mundo y el pop es su mejor arma.

Malamente.El mal querer.