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T-MEC está en el ‘limbo’ y las dudas por el sindicalismo mexicano crecen

Fue un momento histórico para México: la primera vez que trabajadores tenían derecho a votar sobre un contrato laboral negociado por su sindicato bajo una nueva ley.

La votación, celebrada una tarde de principios de septiembre en una fábrica propiedad del gigante del cemento Cemex, también tenía como objetivo demostrar a funcionarios del partido demócrata en Estados Unidos, y a los líderes sindicales que los apoyan, que México estaba cumpliendo sus promesas de fortalecer las reglas de representación sindical bajo la nueva propuesta al antiguo Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Sin estándares laborales más estrictos, los demócratas de la Cámara de Representantes amenazaron con rechazar el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, conocido como T-MEC, poniendo en riesgo los esfuerzos por modernizar un acuerdo que ya cumple 25 años.

La votación final de ese día fue abrumadoramente a favor, 165 contra 2, pero hubo una trampa: algunos trabajadores de Cemex no entendían completamente sobre qué estaban votando. Además, algunos dijeron que su sindicato había hecho falsas afirmaciones de que podrían perder sus beneficios si rechazaban el contrato.

Para algunos sindicatos estadounidenses, la votación fue una prueba más de que el acuerdo comercial no contiene suficientes medidas de ejecución para ganar su apoyo, que es fundamental para la aprobación del mismo. Señalan, irónicamente, que los sindicatos de México representan el mayor obstáculo.

Durante mucho tiempo criticados por no representar las necesidades de los trabajadores, los sindicatos locales presionan rápidamente los votos sobre los contratos laborales antes de que surjan competidores más fuertes.

«Ciertamente no creo que vaya a satisfacer a los sindicatos en EU», señaló Ben Davis, director de asuntos internacionales de United Steelworkers, una afiliada de AFL-CIO.

“Existe un riesgo real de que efectivamente se convoque a los trabajadores, entreguen un contrato y se les pida que voten a favor de esto o perderán sus beneficios”.

El acuerdo comercial permanece en el limbo en Washington. Demócratas se han reunido con funcionarios de la administración Trump para tratar de llegar a un acuerdo para su ratificación, lo que el Congreso en México ya ha hecho.

La presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, ha elogiado las recientes reformas laborales de México, aunque ha expresado preocupaciones ante su implementación. Si el líder de AFL-CIO, Richard Trumka, da su aprobación, el voto del T-MEC podría ser un hecho antes de Navidad, indicaron demócratas el martes, señal de la importancia de las fuerzas laborales estadounidenses en la evaluación del acuerdo.

Sin embargo, Trumka destacó más temprano en el día que se necesitaba más trabajo.

EU quiere que el nuevo tratado aumente eventualmente los salarios mexicanos, que son en promedio una quinta parte de los del territorio estadounidense, para que menos empresas de esa nación pasen la frontera para ahorrar costos. Para lograrlo, el pacto comercial propone reforzar los derechos de los trabajadores eliminando lo que se conoce en México como “contratos de protección”.

Es una práctica en la que líderes sindicales mexicanos cercanos a la gerencia negocian contratos sin tener que obtener la aprobación de los trabajadores. En muchos casos, de hecho, los trabajadores ni siquiera sabían que estaban sindicalizados.

El sistema se convirtió en ley después de la revolución mexicana de 1910 para dar a los sindicatos más poder y aparentemente para ayudar a los trabajadores. Las empresas lo han apoyado como una forma de evitar los paros laborales que cualquier sindicato puede solicitar.

En mayo, México promulgó una medida de reforma laboral que requiere que los trabajadores “validen” en votos secretos cada contrato que se estableció bajo el antiguo régimen, son cerca de 550 mil.

También requiere un voto secreto para que los trabajadores elijan sus sindicatos y para futuros contratos. El presidente, Andrés Manuel López Obrador, prometió 900 millones de dólares para la ejecución de las reformas.

Pero los sindicatos locales luchan vigorosamente contra los cambios en varios frentes. La CTM, la mayor confederación sindical de México, junto con otros sindicatos que se han beneficiado del antiguo sistema, han presentado más de 400 solicitudes de órdenes judiciales para bloquear la ley, indicando en su mayoría que infringe su derecho de autogobierno. Pocos han tenido éxito.

Tomando el voto de Cemex como ejemplo, los sindicatos internacionales dicen que los locales no se están adhiriendo al espíritu de la ley que requiere los votos de validación. En cambio, obligan a votar antes de que grupos laborales verdaderamente independientes puedan representar una verdadera competencia, sostienen los críticos.

“No nos dieron casi previo aviso de que se acercaba la votación”, indicó Alejandro Badillo, quien trabaja en la cantera de la planta de Cemex en Hidalgo.

Mencionó que sus representantes laborales le comentaron que otro sindicato más alineado con los intereses de la compañía estaba tratando de organizarse, lo que lo asustó e hizo que votara a favor de su contrato.

“El sindicato nos dijo que si votábamos por otro sindicato, perderíamos todo lo que habíamos ganado”.

De hecho, un voto negativo en contra del contrato no eliminaría ningún beneficio, refirió la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), que envió una copia de la boleta electoral a Bloomberg donde se indica todo esto, y los trabajadores pueden verla.

La dependencia federal está diseñando campañas de información y capacitación para preparar a los empleados para los votos, y dice que por ahora ha estado enviando inspectores para supervisar.

Juan Carlos Reyes explicó que tuvo tiempo suficiente para revisar el contrato. Pero él también fue advertido por el Sindicato de Trabajadores de la Industria del Cemento de que votar en contra sería “botar por la ventana 25 años de lucha sindical”.

Los trabajadores deben ser informados de que votar en contra de sus contratos es una oportunidad única para renegociarlos y cambiar fácilmente de sindicato si así lo desean, aseguró Gladys Cisneros, directora del Centro de Solidaridad, el grupo de defensa laboral de la AFL-CIO en México.

El problema principal, agregó, es que los mismos sindicatos que han mantenido a los empleados fuera del proceso de organización durante décadas no deberían ser los únicos que deciden cómo y cuándo celebrar la votación. Así se correría el riesgo de convertir el proceso en otra forma de aprobación maquinal.

Alfonso Cruz, representante del Sindicato de Trabajadores de la Industria del Cemento, indicó que el sindicato eligió celebrar la votación tan rápido en la planta de Cemex porque había estado representando adecuadamente a los trabajadores desde el principio.

Si bien sindicatos rivales han estado compitiendo para organizarse en otras plantas de Cemex, reiteró que ninguno se ha acercado a la fábrica en el centro de México donde trabaja Badillo.

“No tenemos nada que ocultar”, puntualizó, señalando el abrumador voto por el sí. “Los contratos laborales siempre se publican en lugares donde todos pueden verlos”.