Inicio México Trump condena crímenes de odio y… hace redadas

Trump condena crímenes de odio y… hace redadas

Ayer, mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, visitaba a las víctimas del crimen de odio en El Paso, Texas, un grupo de agentes migratorios realizaba la mayor redada de inmigrantes en los últimos 10 años, en Mississippi.

El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) realizó una macrooperación en siete plantas de procesamiento de alimentos en el estado de Mississippi, donde se detuvo a 680 inmigrantes y que, según contó el director interino de ICE, Matthew Albence, a la agencia AP, es la mayor que se ha registrado en una década.

Los reflectores estaban puestos en Texas, en la visita del presidente Donald Trump a los hospitales en los que se encuentran los heridos del tiroteo ocurrido el sábado pasado a manos de Patrick Crusius, un joven de 21 años, a quien se le atribuye un manifiesto en el que aseguraba que los latinos eran su objetivo.

De acuerdo con las autoridades, tras su detención, Crusius señaló que su objetivo era “matar tantos mexicanos como fuera posible”.

Esas circunstancias generaron críticas al discurso antiinmigrante del presidente estadounidense, quien ha exigido la construcción de un muro para evitar el paso de “ilegales” a ese territorio. Ese discurso, dicen opositores del mandatario y habitantes de Texas, impulsó a Crusius a disparar contra inmigrantes, en un lugar donde ocho de cada 10 personas son de origen hispano.

En ese contexto se dio la mayor redada laboral de la historia, la cual se realizó luego de una amenaza, en junio, del mandatario estadounidense para hacer una oleada de redadas que dejaran fuera de su país a unos dos mil extranjeros que ya tuvieran orden de deportación.

Esa advertencia se aplazó con el objetivo de ver “si demócratas y republicanos pueden juntarse y trabajar en una solución”; es decir, una reforma migratoria para reducir el ingreso de indocumentados.

De esta manera, Trump reanudó las redadas laborales, poco frecuentes, ya que necesitan meses de preparación y muchos recursos. Por ejemplo, el año pasado el gobierno hizo una redada en una empresa de jardinería cerca de Toledo, Ohio, y en una planta procesadora de carnes en el oriente de Tennessee.

Ahora, la estrategia en Mississippi fue desplegar a 600 agentes en siete plantas procesadoras de alimentos, cercando los perímetros de las locaciones para evitar que los trabajadores escaparan.

Ellos quedaron encerrados en sus centros laborales ubicados en Bay Springs, Cartago, Cantón, Morton, Pelahatchie y Sebastopol, en Mississippi, donde la mayor fuerza laboral es de inmigrantes latinos.

Los indocumentados fueron trasladados en autobuses y después fueron llevados a un hangar militar para ser procesados por violar leyes migratorias.

La detención se dio en medio de la jornada laboral, por lo que familiares y amigos intentaron evitar el arresto con gritos de “¡suéltenlos!, ¡suéltenlos!”, hasta que llegaron más autobuses para seguir la detención en las siguientes plantas.

De acuerdo con AP, la operación fue otra muestra de la manera en la que el gobierno de Donald Trump realiza su política nacional para combatir la migración irregular.

Trump reiteró que la inmigración irregular en su país “no es buena”, por lo que enfatizó la necesidad de avanzar rápido en la construcción del muro fronterizo.

“Pienso que la inmigración ilegal es algo terrible para este país, me parece que tienen que entrar legalmente, idealmente tienen que entrar por méritos. Pienso que las fronteras abiertas es algo muy malo para nuestro país y lo vamos a parar, estamos haciendo un muro”, dijo.

En la Casa Blanca, antes de partir a Dayton, Ohio, y a El Paso, Texas, el presidente estadounidense aseguró que lo que se necesita para reducir la inmigración irregular son “leyes muy fuertes de inmigración”, ya que admitió que los migrantes son necesarios, “pero de forma legal”, ya que muchas plantas extranjeras en su territorio necesitan de mano de obra.

Pese a sus comentarios, el mandatario desestimó a los críticos que afirman que su retórica sobre la raza y los inmigrantes ha alimentado el extremismo violento.

Aseguró que le “preocupa el surgimiento de cualquier grupo de odio”, “cualquier otro tipo de supremacía”, pero negó que él sea quien alimente esos grupos.

Además, hizo referencia a la compra de armas, para lo que propuso fortalecer la verificación de antecedentes penales para quienes las compran.

Sin embargo, subrayó que no hay un apoyo político para endurecer el control sobre los rifles de asalto, los cuales han sido utilizados en al menos tres tiroteos en las últimas dos semanas.

Trump aseguró que tanto él como los líderes del Congreso apoyan un cambio en la legislación para impedir que “personas con problemas mentales” porten armas, imponiendo mayores controles.

“Creo que la verificación de antecedentes es importante. Yo no quiero poner armas en las manos de personas que son inestables mentalmente o de personas con rabia o con odio, personas que están enfermas. Estoy a favor de eso”, afirmó.

Tras su arribo a Dayton, Ohio, donde el fin de semana murieron nueve personas a causa de un tiroteo, el presidente de la Unión Americana fue recibido con una manifestación para controlar la venta de armas. Lo mismo sucedió cuando llegó a El Paso, Texas.

Con frases como “haz algo” y “no armas”, varias personas se manifestaron afuera de los hospitales donde el presidente de Estados Unidos se reunió con las familias de las víctimas del tiroteo del fin de semana.