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Votar o no votar

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A poco menos de cuatro meses de que tenga lugar la elección más grande en la historia de México, el gran dilema para muchos mexicanos no es elegir una opción que sea convincente sino decidir si realmente es necesario hacer el esfuerzo de salir a votar.

No cabe duda que de las opciones que se nos presentan en la elección más importante para muchos -a efecto de elegir presidente de la República- entre los escándalos de corrupción de unos y de otros, las acusaciones y descalificaciones recíprocas, los representantes de las tres coaliciones no parecen ofrecernos alternativas convincentes.

Los candidatos independientes tampoco parecen ofrecer algo diferente. Lejos de aprovechar el momento histórico que representan y, en lugar de sacar provecho de la crisis de credibilidad de los partidos así como de los políticos en general, parece que prefirieron entrar al mismo juego de los reproches y, para colmo, la bien o mal ganada fama de las autoridades electorales de no ser del todo parciales, abona al descrédito de las futuras elecciones.

Bajo el escenario que se plantea, se vislumbra que no ganará el candidato que pueda ser más popular, o el que presente una propuesta tal que convenza a la ciudadanía; desafortunadamente, se percibe que ganará el partido o candidato que tenga la mejor posibilidad de movilizar a sus huestes y, entonces, no obtendría una aplastante mayoría sino apenas el número de votos suficientes para vencer a sus adversarios, cargando consigo el descontento y el estigma del fraude aunque no lo haya y la inconformidad popular porque la gran mayoría, no lo elegirá.

Entonces surge la pregunta, votar o no votar, es necesario recordar que poco antes de la caída del esquema de partido hegemónico, en nuestro país la democracia ha venido ganando terreno y se han construido instituciones que poco a poco la fortalecen, en gran medida gracias a las decisiones populares.

Desde la ciudadanización de los órganos electorales y la incorporación de autoridades jurisdiccionales especializadas en materia electoral, así como de la implementación de mecanismos que obligan a los entes púbicos a transparentar la información pública y a la rendición de cuentas, de la posibilidad de las candidaturas independientes, de las fiscalías especializadas en delitos electorales y del combate a la corrupción y de la incorporación a las leyes de diversos mecanismos de participación ciudadana como el plebiscito y la consulta popular; se hace patente que los mecanismos democráticos ganan terreno, aportando cada vez más espacios de participación ciudadana.

Es importante tomar conciencia que la democracia va más allá de ir a marcar la boleta el día de la jornada electoral, nuestro derecho a tomar decisiones inicia en la casilla pero nos permite que los mecanismos democráticos progresen y, entonces, nos abre la posibilidad a los ciudadanos de tener una participación cada vez más activa en los asuntos públicos, favoreciendo la ampliación de los espacios de participación ciudadana, permitiéndonos también exigir a quienes ocupan un cargo de elección o de representación popular, el cabal cumplimiento de sus deberes y obligaciones. En consecuencia, sí merece el esfuerzo salir a votar, pues de lo contrario estaríamos contribuyendo al estancamiento de la democracia.

*Catedrático de la Licenciatura de Derecho Universidad Mondragón México.

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