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Acción frenética, extrema y muy distinta a lo habitual en una secuela que llega en exclusiva a Netflix

Puede que recuerdes la fantástica generación de películas de acción francesas que se dio en Francia hace unos cuantos años. Heredando la tradición del polar frances de los sesenta y mezclándolo con desprejuiciadas dosis de comedia, encabezadas por salvajadas como ‘Dobermann’ y el cine de estilo internacional Luc Besson, el cine de persecuciones y trompazos galo se ganó al mundo. Triunfaron a finales de los noventa. así, películas como ‘Taxi’, ‘Yamakasi’ o ‘Distrito 13’.

El eco se extinguió poco después, aunque en Francia nunca se ha dejado de hacer buen cine de acción (buena parte de las peliculas de Luc Besson que nos siguen llegando están producidas en el país de origen del director). Una de las últimas muestras llega ahora en exclusiva a Netflix: ‘La bala perdida 2‘. Si no conoces la primera entrega, no te preocupes: también puedes disfrutarla en la plataforma.

Si la primera ‘La bala perdida’ era una historia de falso culpable en la que un mecánico tenía que limpiar su nombre tras ser acusado de un crimen que no cometió, esta secuela es su venganza. Decidido a encontrar a los dos policías corruptos que han matado a su hermano y a su mentor, nuestro antihéroe inicia una persecución sin freno. Un argumento convencional para una película que, si nunca has profundizado en el cine de acción de Francia te puede sorprender más de lo que esperas.

La brillantez con la que filman la acción los franceses se despliega aquí en persecuciones frenéticas, peleas estupendamente coreografiadas y ejecutadas y humor y cameos en los momentos más inesperados (y, a menudo, desconcertantes). Con una pulcritud visual que deja en evidencia a películas diez veces más caras, ‘La bala perdida 2’ hereda mucho de lo bueno del cine oriental de género (que arrasó en el país vecino en los noventa) y lo regurgita en un producto genuinamente francés. Bon appetit.