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Creíamos haber encontrado la principal hipótesis para combatir al Alzheimer. Ahora un escándalo amenaza con tumbarla

¿Y si una de las principales investigaciones contemporáneas sobre el Alzheimer resultara ser un fraude? ¿Y si centenares de artículos publicados durante los últimos 15 años tuvieran que ser retirados por tener problemas «sorprendentemente flagrantes»? Eso es lo que denunció hace unos días la revista Science y, como es normal, ha supuesto todo un terremoto en el mundo de la investigación biomédica.


¿Qué ha pasado? En agosto de 2021, un abogado contactó con Matthew Schrag, neurocientífico de la Universidad de Vanderbilt, porque estaba estudiando ciertas sospechas sobre los documentos que una farmacéutica, Cassava Sciences, había utilizado para solicitar la aprobación de un fármaco contra el Alzheimer. Efectivamente, Schrag se encontró con un enorme catálogo de imágenes aparentemente fraudulentas. Se inició así una reacción en cadena que no solo hizo saltar todas las alarmas en el mundo de la investigación, sino que ha acabado afectando a uno de los artículos clave de los modernos estudios sobre la enfermedad

Un castillo de naipes. El estudio, publicado en 2006 en Nature, era considerado una «prueba irrefutable» de que las placas de Aβ, conocidos como placas, en el tejido cerebral son la causa principal de la enfermedad. Estamos hablando de la principal hipótesis actual de trabajo en torno al Alzheimer y, si Schrag estaba en lo cierto, sería todo un terremoto en el el área de investigación.

El condicional es importante porque el trabajo de Schrag se centra, fundamentalmente, en señalar los problemas aparentes de las imágenes de decenas de estudios considerados clásicos en el campo. No obstante, no es ‘juez’, ni está inmerso en los procesos editoriales de evaluación: en el artículo de Science venía a reconocer que podía haber explicaciones para algunos de esos problemas y no intenta sacar «conclusiones finales», aunque lo cierto es que es «los datos debían hablar por sí mismos».

Y así lo han hecho: la investigación de Science, recurriendo a investigadores independientes, parece confirmar que hay cientos de imágenes en duda (algunas «sorprendentemente flagrantes»). Aún es pronto para sacar conclusiones (porque, en estos momentos, hay decenas de revistas revisando pruebas, pidiendo explicaciones y decidiendo si hay que retractar los artículos); sin embargo, ‘Nature’ ya ha empezado a poner en revisión algunos trabajos y todo apunta a que se avecina una nueva «crisis de replicación«.

¿Qué implicaciones tiene? Más allá del despilfarro económico y los problemas de índole profesional, la más evidente sería el tiempo perdido. Desde 2006, cientos de personas han usado estos experimentos como punto de partida para sus propios experimentos, sus líneas de investigación y el desarrollo de nuevos fármacos. Si toda esta evidencia se desploma como un castillo de naipes, tendremos que empezar de cero en muchos ámbitos.

Una nueva ciencia. La última década ha sido casi un siglo para la ciencia contemporánea. Las crisis de replicación que afectaron a la psicología y a la biología del cáncer, resultaron ser mucho más profundas y generalizadas de lo que se creía y, a día de hoy, casi no hay ningún ámbito científico que no se haya visto afectado de una u otra manera por estos problemas. Lo de estas semanas es un terremoto en la investigación biomédica, sí; pero sobre todo, es un recordatorio de que necesitamos mejores formas de organizar la ciencia contemporánea y deshacer los incentivos perversos: nos va la vida (y la salud) en ello.

Imagen | National Cancer Institute