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Cuando EE.UU. quiso dotar a sus soldados de «helicópteros personales» y se adelantó décadas a las modernas naves de despegue vertical

Mira bien la foto de portada. Ahora imagínatela a todo color, cámbiale al piloto el casco por un modelo un poco más aerodinámico y la funda por los flamantes uniformes de la U.S. Air Force. ¿Parece actual o, por lo menos, de hace solo un par de años, verdad? Aunque podría colar como un prototipo más o menos primitivo de los eVTOL de Volocopter o Joby Aviation, la instantánea se tomó hacia mediados del siglo pasado y lo que muestra no es un vehículo diseñado para la logística o el transporte de pasajeros, sino el HZ-1 Aerocycle, en su día uno de los dispositivos más prometedores del ejército estadounidense para misiones de reconocimiento.


Hacia la década de 1950, el ingeniero aeronáutico Charles H. Zimmerman desarrolló un sistema que permitía construir un pequeño helicóptero, unipersonal y con los motores instalados en la parte inferior. Para guiar la nave, el piloto solo debía balancear el peso de su propio cuerpo, igual que si manejase una tabla de surf. La propuesta tenía dos grandes ventajas. Primero, ofrecía un vehículo ágil y polivalente. Segundo, su manejo apenas requería instrucción. Tan simple parecía en teoría que se calculaba que con unos 20 minutos de práctica sería suficiente para dominarlo.

El HZ-1 durante una de sus pruebas.

El planteamiento de Zimmerman gustó y varias compañías privadas mostraron su interés en el desarrollo del “helicóptero personal”, entre ellas Lackner Helicopters, como recuerda la cuenta de World of Engineering en Twitter. En plena Guerra Fría, para las autoridades de EE.UU resultaba prometedor y una oportunidad bárbara para demostrar su músculo tecnológico. Bautizado como YHO-2 y rebautizado como HZ-1, los primeros prototipos del vehículo empezaron a probarse a finales de 1954 con buen sabor de boca y permitieron dar el salto en 1955 a vuelos libres.

Como ocurre con frecuencia, sin embargo, lo que funcionaba a las mil maravillas sobre el papel no se sostuvo del todo cuando se trasladó a la práctica. A medida que se avanzaba en las pruebas, los técnicos empezaron a detectar problemas en el HZ-1. Pilotarlo era más complejo de lo que en un inicio había previsto el ejército y, para colmo, los rotores fallaban en ocasiones.

Un par de accidentes y algunas pruebas no satisfactorias en el túnel de viento del Centro de Investigación Langley bastaron para que las autoridades estadounidenses arrojaron la toalla. Se concluyó que el HZ-1 no estaba a la altura y se metió el proyecto en un cajón.

El YHO-2 no fue en cualquier caso el único intento por dotar a sus soldados de vehículos aéreos personales con rotores de elevación directa. Otro ejemplo es el Hiller VZ-1 Pawnee, que al igual que el Arocycle, se manejaba con el balanceo el piloto. Sus prototipos no dieron mal resultado, pero el ejército concluyó que no eran prácticos como vehículos de combate.

Hiller Vz 1 Pawnee 2

Fotografía del Hiller VZ-1 Pawnee.

Más de medio siglo después quedan para el recuerdo, como piezas de museo y el alarde técnico de una ingeniería militar que buscaba nuevas formas de aventajar al enemigo.

Imágenes | United States Army – U.S. Army Transportation Museum y US Army employee