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Cuando los fantasmas aparecen en las fotografías: ejemplos históricos y técnicas para fotografiarlos

A mediados del siglo XIX se documentó la primera fotografía de un fantasma. Desde entonces se han visto realmente muy pocas imágenes que no tengan una explicación lógica. Vamos a hablar de la fotografía de fantasmas, descubrir las técnicas para hacerlas y los trucos fotográficos por si no creemos en ellos. Es muy fácil hacerlas, lo difícil es demostrar que es auténtica.


El aire mágico, alquímico, de las primeras técnicas, sumado a unos años (la época victoriana) en los que la muerte también se fotografiaba, propició que se convirtiera en el arte perfecto para demostrar la existencia de los fantasmas.

Estuvo de moda durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. Todo comenzó con el trabajo de William H. Mumler en marzo de 1861. Y desde entonces, circulan miles de imágenes fantasmagóricas por el ancho mundo. Y muy pocas aguantan un análisis científico.

Una breve historia de la fotografía de fantasmas

La primera fotografía que se publicitó como la imagen real de un fantasma fue fruto de una casualidad o u error, como todos los grandes inventos de la humanidad. El ya citado fotógrafo estadounidense William H. Mumler hizo una doble exposición, sin darse cuenta, y se dio cuenta del potencial para engañar que tenía semejante técnica de laboratorio.

Podemos verle a él mismo, un joyero a punto de cambiar de oficio, y detrás la figura fantasmal de su prima. Según dicen en el museo Getty de Los Ángeles, que poseen más de 30 fotografías del autor, él mismo escribió que era consciente del error y que cuando la imagen cayó en manos de la revista de espiritismo ‘The Herald of progress’ todo cambió.

Fotografía de fantasmas

La primera fotografía de un fantasma William H. Mumler

Este efecto, más los largos tiempos de exposición, se conocían de sobra. Se conserva una fotografía de uno de los grandes maestros de la fotografía, Roger Fenton, en la que se ve la sombra de la cuidadora del príncipe Arturo, hijo de la Reina Victoria. En un manual que se publicó en 1856, su autor dice:

Con el propósito de divertirnos, el fotógrafo puede llevarnos incluso a los reinos de lo sobrenatural. Su arte… le permite dar una apariencia espiritual a una o más de sus figuras, y exhibirlas como ‘aire enrarecido’ en medio de las sólidas realidades de la imagen estereoscópica. Mientras una fiesta está ocupada con su whist o sus cotilleos, aparece en medio de ellos una figura femenina con todos los atributos de lo sobrenatural. Su forma es transparente, cada objeto o persona más allá de ella se ve en un contorno sombrío pero distinto

Roger Fenton

El ‘fantasma’ de la niñera del príncipe Arturo, Roger Fenton

En otro libro de técnicas fotográficas, escrito por Walter Woodbury en 1896, se explica cómo conseguir el famoso ‘efecto fantasma’:

Es muy sencillo hacer imágenes de fantasmas bastante convincentes… Primero debemos preparar nuestro ‘fantasma’ vistiendo a alguien con una sábana blanca. Luego posamos al modelo y al fantasma en las actitudes apropiadas y damos parte de la exposición requerida. Luego, dejando todo lo demás tal como está, eliminamos el fantasma y completamos la exposición. Al revelar la película, encontramos a la modelo y el fondo correctamente expuestos y solo una imagen bastante tenue del fantasma, con objetos detrás que se ven a través de la doble exposición

Pero como hemos visto, estas técnicas llamaron la atención a muchos estafadores que querían aprovechar la atracción por la muerte de la sociedad victoriana. En Estados Unidos la Guerra Civil estaba reciente y muchos querían hablar con los caídos en combate. Más tarde, con motivo de la I Guerra Mundial, la muerte invadió el mundo.

Y muchos querían recordar. De hecho, se fundaron sociedades espiritistas que aseguraban que podían contactar con los muertos para recibir mensajes. Y tenían miembros muy prestigiosos, como sir Arthur Conan Doyle, el escritor de Sherlock Holmes, el famoso detective.

De hecho, el famoso escritor fue engañado con las fotografías que hicieron a unas niñas con hadas del bosque, pero esto es otra historia que merece ser contada con detenimiento. La técnica para conseguirlas es exactamente igual.

Conan Doyle

Unas de las famosas fotografías de hadas que engañaron al mismo Conan Doyle, autor del personaje de Sherlock Holmes

William H. Mumler fue el primero y el más famoso de todos los fotógrafos de fantasmas. Con el tiempo, llegó a ser denunciado por engañar a sus clientes, pero nunca se pudo demostrar si mentía o no. Se sospecha que su técnica no era más que un negativo previamente expuesto con la figura del familiar que había encontrado en casa de su cliente. Como destruyó sus negativos al final de su carrera, siempre nos quedará la duda. Depende de lo escéptico que seas.

El fantasma de Abraham Lincoln

La mujer de Abraham Lincoln y el mago Houdini con el fantasma del presidente asesinado

Cuando su fama decaía después del juicio que cambió su vida, Mary Todd Lincoln posó para él en 1871 y para sorpresa de todos, apareció el fantasma del expresidente, muerto cinco años antes. Ella murió convencida de haber posado con su marido asesinado en 1865. Como dato curioso, el gran mago Houdini replicó la fotografía para demostrar la mentira.

Desde entonces nos dividimos en creyentes y no creyentes de todo lo que vemos. A lo largo de los tiempos recientes han parecido imágenes perturbadoras que los técnicos no han podido explicar. No han detectado ninguno de los trucos habituales.

The Brown Lady

Una de las pocas fotografías fantasmas sin explicación

‘The brown Lady’ es una de las más famosas que se han publicado nunca. Es una fotografía directa. No hay doble exposición en el negativo ni manipulación en el positivo. La fotografía es de 1936, y la historia de este fantasma circulaba desde 1835.

Puede ser una mancha de luz, o la superposición de la imagen de una estatua de la virgen María. Pero es de las pocas y más elegantes imágenes espectrales que podemos encontrar.

No hay ninguna imagen que realmente haga creer a todo el mundo la existencia de los fantasmas. Es verdad que circulan cientos de vídeos por internet, y que podemos llegar a verlos. Pero todavía no hay nada que nos invite a creer a todos.

Un fantasma, por convención social, tiene que ser transparente, etéreo, y en la mayoría de las ocasiones, poco reconocible. Por este motivo es fácil confundirlo con un familiar o imaginar que es algo que queremos ver con todas nuestras fuerzas. Por eso funciona, así que siempre aparecen poco nítidas, movidas o trepidadas.

Técnicas para hacer fotografías a un fantasma

Nunca he hecho una fotografía a un fantasma. Solo una vez en mi vida puede que haya visto uno, y ni siquiera estoy seguro. Por este motivo no puedo decir cómo fotografiarlos. Pero sí que puedo contar cómo simular un fantasma con Adobe Photoshop.

Como hemos visto más arriba, las técnicas son conocidas desde los inicios de la fotografía y con la ayuda de Adobe Photoshop, puesto que permite trabajar con capas, es relativamente sencillo.

Con la ayuda de Adobe Photoshop, solo necesitamos la inspiración del cine mudo, y sobre todo de Meliés y Segundo de Chomón, dos grandes maestros a la hora de crear fantasmas. También se puede hacer con Davinci Resolve, como veis aquí:

  • Para hacer estas fotografías solo necesitamos la cámara y una superficie estable, o mejor aún un trípode.
  • Hacemos dos fotografías idénticas. Solo que en una debe aparecer nuestro modelo caracterizado de fantasma.
  • En Adobe Photoshop abrimos ambas fotografías en un mismo archivo. Lo más fácil es abrir las dos, seleccionar una y acudir al clásico Ctrl+A para seleccionar; Ctrl+C para copiar y Ctrl+V para pegar en la otra fotografía.
Fantasma con Adobe Photoshop

Una forma sencilla de hacer un fantasma con Adobe Photoshop

  • A la imagen de arriba, que debería ser la del fantasma, solo tenemos que bajarle la Opacidad.

Siempre se ha hablado de ellos y la fotografía parecía destinada a esclarecer las dudas. Pero las fotografías misteriosas siguen ahí y no siempre podemos alcanzar una explicación de forma sencilla. La ciencia nos dice que no existen, pero hacerlos aparecer en una foto sí depende de nosotros.