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EEUU tiene el Cadillac One pero España tiene a la verdadera «Bestia»: un Mercedes 6×6 que Hitler regaló a Franco

Hace un par de semanas, mi compañero Javier Márquez nos contaba la historia del Rolls-Royce Phantom IV que desde 1950 pertenece a la casa real británica. Si Estados Unidos tiene a su mítico Cadillac One, también conocido como La Bestia, Reino Unido tiene su particular joya de la corona con el Rolls-Royce Phantom IV. ¿Y España? España no se queda atrás, porque tiene uno de los Mercedes más raros y exclusivos del mundo.

Se llama Mercedes 540 G4 y, por experiencia propia, puedo decir que es uno de los vehículos que más me han impresionado en mi vida. Tendría poco más de 10 años cuando lo descubrí en lo que ahora se llama Salón Classic Madrid, una feria del vehículo clásico que se celebra cada año en la capital. Allí estaba, delante de mí, un vehículo absolutamente descomunal.

Una enorme mole de seis ruedas

El Mercedes 540 G4 fue encargado expresamente por Adolf Hitler a la compañía germana de la estrella. El objetivo del dictador alemán era demostrar la superioridad técnica alemana, buscando el todoterreno más poderoso y, al mismo tiempo, cómodo del mundo.

Esta inmensa mole con seis ruedas se desarrolló en los años 30 y nunca se puso a la venta. Sólo estaban pensadas para trasladar a los mandos militares de más alto rango. Se pensaba que con ellos se podría atravesar cualquier terreno y, al mismo tiempo, disfrutar de todas las comodidades de los Mercedes de la época.

Y cuando decimos mole, no lo decimos a la ligera: 3,7 toneladas para desplazar un coche de 5,97 metros de longitud. En el interior, primaba el espacio y la practicidad. En esta búsqueda del todo en uno, contaba con tres filas de asientos que, además, se podían abatir para que el militar se subiera encima y observara el campo de batalla desde una mejor posición o, simplemente, destacara su figura para ser alabado.

Para mover esta bestia, bajo el capó hay un motor de ocho cilindros en línea, con 5,4 litros de cilindrada y 115 CV de potencia. Puedo asegurar que ver en directo un motor de ocho cilindros en línea es algo que impresiona. El propulsor enviaba la fuerza al eje trasero y sus cuatro ruedas, que son las que realmente impulsan al coche (las ruedas delanteras no son motrices). Para hacerlo más capaz, cuenta con una reductora y sus frenos son hidráulicos.

Todo ello permitía al coche alcanzar una velocidad máxima de 67 km/h que consumía nada más y nada menos que 38 litros cada 100 kilómetros fuera del asfalto. En carretera se calcula que el consumo era de unos 28 litros/100 km. Para garantizar una autonomía mínima, esta enorme berlina todoterreno contaba con un depósito de 98 litros.

De Hitler a Franco…

Y de Franco a la Familia Real Española. Y de ahí a Patrimonio Nacional. Como en el juego de la oca, el Mercedes 540 G4 ha ido pasando de manos hasta terminar en las de Patrimonio Nacional. El vehículo se encuentra ahora en el Cuartel «El Rey» del Palacio del Pardo.

Se calcula que de estos Mercedes 540 G4 se construyeron 57 unidades, de las cuales 30 de estos todoterrenos fueron equipados con el motor más potente, el antes mencionado. Poco a poco, el rastro de estos coches se ha ido perdiendo y, de hecho, sólo quedan tres en todo el mundo con este propulsor.

Para entender el valor que puede tener alguno de estos vehículos, en 2009 se subastó un lote de tres unidades y alcanzó un valor de nueve millones de euros. Y, sin embargo, se demostró que eran réplicas montadas sobre motores diésel.

De estas tres unidades únicas, una de ellas se encuentra en el Sinsheim Auto & Technik Museum. Al salir de fábrica, estas unidades estaban pintadas de un bonito color gris. El mismo color gris del que presumió Hitler en sus paseos triunfales tras las anexiones de Checoeslovaquia y Austria.

Sin embargo, con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, los Mercedes  540 G4 se pintaron de camuflaje. Esta unidad fue restaurada a su estado original tras ser reconvertida en coche de bomberos al final de la guerra. Otra de las tres unidades está en Hollywood y la industria del cine la ha utilizado en repetidas ocasiones.

Pero, ¿cómo llegó hasta aquí la tercera unidad? La primera vez que el Mercedes  540 G4 fue en 1940. Llegó en barco a Barcelona y, desde allí, se desplazó rodando a Madrid, donde fue entregada a Francisco Franco el día de su cumpleaños de manos del embajador alemán. Junto al coche se hizo entrega de unas cadenas y un juego de maletas Karl Baisch.

Se rumorea que Francisco Franco no terminó nunca de quedar contento con esta joya y que, de hecho, llegó a quedarse tirado con él en los montes de El Pardo. Incluso la familia se planteó venderlo a Mercedes, que quería recuperarlo para su museo de Stuttgart pero la duda de si el regalo se había recibido como persona particular o como jefe de Estado terminó por obligar a la familia Franco a renunciar a los derechos del vehículo, reconociendo que es propiedad del Estado español.

En el cambio de manos, el coche terminó por pasar a la Familia Real Española y, de ahí, a Patrimonio Nacional, quienes permitieron el traslado a los talleres de Mercedes, donde se realizó una exhaustiva restauración del modelo y confirmó dos cosas: que el coche apenas se había utilizado y que es la unidad mejor conservada que queda de los Mercedes  540 G4.

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