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En un mes España pierde más de un gigavatio de potencia instalada de carbón: las renovables crecen, pero su ritmo no es suficiente

El 30 de junio de 2020, siete de las 15 centrales térmicas de carbón que aún quedaban operativas en España debían cerrar sus puertas para siempre. Sin embargo, eso no ocurrió. Llegó el 31 de julio y, según los datos del Red Eléctrica, los 9.683 MW de carbón nacional estaban casi intactos enchufados a la red. La desconexión parecía necesitar su tiempo.

Sin embargo, los datos de agosto arrojan un pequeño avance en este largo adiós del carbón patrio: durante este mes se desconectó de la red más de un gigavatio de potencia instalada. Esto quiere decir que, pese a que otras energías como la fotovoltaica ya superan los 10 GW, la desconexión de los térmicas consolida la progresiva descapitalización del sistema energético que tardará mucho en superar el récord de potencia instalada que se marcó en julio de este año.

Esa vieja costumbre llamada «incertidumbre»

Por un lado, las renovables siguen creciendo pese a la pandemia: la eólica superó a los ciclos combinados en potencia instalada durante el julio pasado y la fotovoltaica acaba de superar la barrera simbólica de los 10.000 MV (más del doble que en 2018, como nos recuerda el analista Ramón Roca).

Mientras Europa sigue construyendo nuevas centrales térmicas de carbón, la mitad de las que hay en España cierran mañana

Por el otro, mientras se discute la nueva Ley de Cambio Climático, no parece estar claro hasta qué punto el fin del carbón que lleva años sobre la mesa, va a verse compensando con nuevas instalaciones si, como todo parece señalar, nos aproximamos a un escenario de depresión económica.

No es una novedad que el Ministerio de Transición Energética ha mostrado una gran ambición en sus planes para mitigar el impacto climático y reducir emisiones. Frente a la política de otros países que siguen apostando por el carbón, la política española de confiar en que los precios de los derechos de emisiones saquen al carbón del mercado de forma natural está teniendo éxito. El problema es si, sin carbón y con un futuro nuclear dudoso, la crisis económica que se espera no va a dejar al sistema eléctrico tocado. Y esta es una pregunta para la que, más allá de las buenas intenciones, no tenemos respuestas.

Imagen | Marcin Jozwiak