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Estados Unidos presenta su nueva joya del aire: el bombardero furtivo B-21 Raider, el primero de sexta generación

Misterio desvelado. En parte, al menos. Si bien está concebido para convertirse en uno de los grandes ases militares que EEUU se guarde en la manga y una pieza clave en su flota aérea de combate, el B-21 Raider, el nuevo bombardero furtivo de la Air Force, ha destacado hasta ahora por algo bien distinto: su capacidad para generar expectación. Tanto la Air Force como la firma detrás del proyecto, Northrop Grumman, se han encargado de ir soltando píldoras de información y diseñar un planning que ha despertado el intereses de expertos y profanos en tecnología militar. Materia hay. El B-21 se presenta como una nave revolucionaria, la primera de sexta generación del mundo.

Ayer ese calendario trazado por sus impulsores alcanzó un hito clave: la puesta de gala del bombardero. Como ya había avanzado Northrop Grumman a finales de octubre, la compañía ha tirado de la manta —en sentido literal— para mostrarnos al fin cómo será el B-21, pensado para jubilar a los viejos B-1 Lancer y B-2 Spirit. No han trascendido todos los detalles técnicos y sigue habiendo incógnitas, como su calendario, pero sirve ya como una primera aproximación.

“Es un avión diseñado específicamente para ser la columna vertebral multifuncional de una flota de bombarderos modernizada”, explican desde la Fuerza Aérea de Estados Unidos, que precisa, eso sí, que aún faltan “varios años” —no concretan cuántos— para que podamos ver a los B-21 plenamente operativos y en servicio. Lo que sí se han desgranado ya son parte de sus características.

«Disuasión al estilo de EEUU»

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La sola presentación supone además un hito. Para encontrar otra presentación pública similar hay que remontarse a finales de la Guerra Fría, a 1988, y la puesta de largo del B-2 Spirit, uno de los viejos modelos a los que ahora el B-21 debería de suplir de forma gradual.

“El B-21 es un bombardero furtivo de largo alcance y gran capacidad de supervivencia, capaz de lanzar una combinación de municiones convencionales y nucleares. El avión desempeñará un papel importante en el apoyo a los objetivos de seguridad nacional y la garantía de los aliados y socios de EEUU en el mundo”, abundan desde las Fuerzas Armadas. En palabras del Secretario de Defensa del pañis, Lloyd J. Austin, su planteamiento está claro: “Es disuasión al estilo estadounidense”.

El objetivo de EEUU es dotarse de al menos una flota de un centenar de aviones con un coste unitario que rondará, de media, los 692 millones de dólares. De momento se están fabricando media docena, todos considerados modelos de prueba, pero ensamblados siguiendo los pasos finales.

En cuanto a cuándo podremos ver al B-21 Raider surcando los cielos, ya en pruebas de vuelo, las Fuerzas Aéreas apuntan que la decisión se basará en “datos y eventos”, sin comprometerse a priori con un calendario ya cerrado. Que, como reconocen las autoridades, aún no haya una fecha precisa para la entrada en servicio del B-21 no significa que no se hayan tomado ya decisiones operativas: EEUU ha optado por fijar su base de operaciones principal en Ellsworth, en Dakota del Sur. A mayores y como bases de operaciones de referencia se ha optado por Missouri y Texas.

Desde Northrop Grumman insisten en el despliegue tecnológico del bombardero, que estará respaldado por “un ecosistema digital” que, entre otras ventajas, le permitirá evolucionar con rapidez gracias a las actualizaciones. El B-21 Raider se presenta como el primer avión de sexta generación, el marco conceptual más avanzado para los modelos de combate. «Con el B-21, la Fuerza Aérea de EEUU podrá disuadir o derrotar amenazas en cualquier parte del mundo», subraya la firma.

A día de hoy, asegura la compañía, un porcentaje relevante de bombarderos de la flota estadounidense se encuentra con problemas para penetrar las defensas enemigas y alcanzar sus objetivos en cualquier parte del mundo. Con el B-21 Raider EEUU quiere cambiar el panorama. El avión, explicaba hace poco el teniente general retirado David Deptula, «proporcionará el tipo de carga útil, alcance y penetrabilidad que la fuerza actual de B-1, B-52 y B-2 , no puede lograr».

Imágenes: Air Force y Northrop Grumman